En uno de los confines al norte de la ciudad, casi oculto entre el barrio de Montecarmelo y las faldas del monte de El Pardo, el cementerio de Fuencarral, un pequeño recinto de apenas cuatro pasillos, alberga uno de los pocos homenajes a los brigadistas internacionales que lucharon por la defensa de la II República. Este 20 de marzo se cumplieron 32 años de la reposición de la placa en memoria de aquellos soldados caídos en la batalla de Madrid, que fue retirada por el bando franquista poco después de ganar la guerra.
Precisamente en la semana previa a ese aniversario, Vox registró una proposición en el pleno de la Junta Municipal de Distrito de Fuencarral-El Pardo en la que pedía que se retiraran tanto el “monumento escultórico dedicado a la 'Memoria de los Voluntarios Soviéticos', así como todas las placas en memoria de Brigadistas Internacionales de diferentes nacionalidades'.
Aunque la propuesta fue retirada 'in extremis' por el partido de extrema derecha tras comprobar que no saldría adelante, el simple anuncio fue suficiente para revolver a las asociaciones de memoria histórica. “Es gordísimo, es volverles a escupir en la tumba. Esta gente vino para luchar contra el fascismo de todos los lugares del mundo”, afirma en conversación con elDiario.es Almudena Cros, presidenta de la Asociación de Amigos de Brigadistas Internacionales (AABI).
El valor histórico del cementerio, dice, es “fundamental”, porque allí estuvieron enterrados 424 miembros de las Brigadas Internacionales que murieron en la batalla de Madrid. Cuando las tropas de Franco entraron en la capital y llegaron al cementerio, removieron los cuerpos, los montaron en camiones y los echaron sobre el monte de El Pardo, a pocos kilómetros de allí, aunque se desconoce dónde exactamente. “Una de las primeras cosas que hace Franco es arrasar las tumbas y tirar esos cuerpos por el monte”, explica Cros.
La AABI realizó en su día una investigación para tratar de dar con los cuerpos de los brigadistas. Aunque no lo consiguieron, sí se encontraron el testimonio de Sebastià Herreros Agüí, hijo de Francisco Herreros Araque, quien durante la guerra se desempeñaba como secretario judicial y que a finales 1936 se encargó de la inhumación de los combatientes muertos.
El testimonio de Herreros Agüí está recogido en la investigación de la AABI:
“Hacia noviembre o diciembre de 1936, mi padre fue informado de la presencia de un cadáver en el monte de El Pardo. (...) Estando allí fue detenido por una patrulla que lo llevó al puesto de mando. Se trataba de soldados de la XII Brigada Internacional que por aquel entonces se encontraban acantonados entre Fuencarral y El Pardo. Cuando mi padre justificó el motivo de su presencia en la zona militar, el comandante que le interrogaba (o simplemente estaba presente) se mostró muy interesado. Se trataba del jefe de la Brigada, el general Paul Lukacs. Entonces le propuso a mi padre que, integrado en la XII BI, se encargara de organizar un cementerio que sirviera de última morada a aquellos 'Voluntarios de las Brigada Internacionales, muertos heroicamente por la libertad del pueblo español, el bienestar y el progreso de la humanidad'. Y así lo hizo”.
En el listado original de los soldados enterrados allí, que aún se conserva, aparecen brigadistas búlgaros, polacos, ingleses, estadounidenses, alemanes o daneses, entre otras nacionalidades. Cros reconoce que han intentado en sucesivas investigaciones que se investigue la localización exacta de los cuerpos. “Todo esto lo sabemos por tradición oral. Sabemos que los cuerpos estuvieron en el cementerio, porque hay fotos, y creemos que están enterrados en un radio de no más de dos kilómetros, sobre el monte”, detalla.
En 2017, un plan de obras del Ayuntamiento de Madrid para reformar el camposanto preocupó al georradarista Luis Avial Bell, que ha explorado una centena de fosas de la Guerra Civil y que participó en el hallazgo de los restos fragmentarios de Miguel de Cervantes. Avial conocía la zona y sospechaba que muy cerca del cementerio podrían permanecer aún los huesos de los brigadistas, así como de un grupo de falangistas que habrían sido fusilados por milicianos republicanos al inicio del conflicto.
“Realmente considero ese cementerio un microcosmos de la Guerra Civil. En la entrada hay enterramientos de derechistas asesinados y lo más interesante está al final del muro. Ahí había una zona específica para las tumbas de los brigadistas que obviamente fueron destrozadas cuando llegaron los nacionales. Los sacaron y tengo la teoría de que los echaron cerca del cementerio”, sostiene.
Para poder saber con certeza dónde están, Avial ofreció en ese momento sus equipos para hacer un rastreo. “Habría que verificarlo con radar y con sistemas aéreos. Tenemos cámaras aéreas y multiespectrales pero no hay ayudas suficientes para poder hacerlo”, cuenta. Según el geofísico, en 2017 llegó a pedir formalmente al entonces responsable del Comisionado de la Memoria Histórica del Ayuntamiento de Madrid, Chema Urquijo, una exploración para verificar si aún yacían restos de brigadistas en esa zona, pero la propuesta no fue aceptada.
Avial admite que su hipótesis de que los militares franquistas echaron los cuerpos no muy lejos de allí se basa en la “ley del mínimo esfuerzo”. “Parece que los metieron en camiones y los tiraron rambla abajo. El cementerio tiene alrededor unas vaguadas y en una de ellas tienen que estar allí amontonados. Considero que es de justicia recuperarlos. Yo no soy de izquierdas pero he trabajado en más de 100 fosas de la guerra. Esta gente vino a defender la República, vinieron a morir por España”, apunta.
Cros lamenta que “los únicos honores que tienen los brigadistas vengan por parte internacional, de las embajadas” y que, además, el homenaje sea objeto de ataques reiterados. En agosto de 2017, las placas y la escultura a los voluntarios soviéticos aparecieron vandalizadas con pintadas nazis y antisemitas. “Es un homenaje pequeño, en un cementerio apartado, al norte de Madrid, y aún así siguen tratando de vandalizarlo o de quitarlo, como ahora los de Vox. Y mientras tanto ellos siguen teniendo una placa a los caídos del Cuartel de la Montaña en pleno Templo de Debod, un homenaje a los que lucharon por un golpe de estado fascista”, protesta.