Corría 1986 cuando Hwe-Ru Tsou y Len Tsou, una pareja taiwanesa que por entonces vivía en Nueva York, tropezó con un álbum de fotos del Batallón Lincoln, uno de los que integraron las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil española. En esas fotos, tomadas en los hospitales de campaña españoles o en el frente, aparecían, para sorpresa del matrimonio, varios hombres con rasgos y nombres genuinamente chinos. ¿Qué hacían allí?
La pareja, ingeniera química ella y especialista en semiconductores él, indagó durante más de una década en cerca de treinta archivos europeos, americanos y chinos para responder algunas preguntas. ¿Quiénes eran los chinos que acudieron a España en defensa de la República? ¿Cuáles fueron sus vidas? ¿Por qué lo hicieron? ¿Cómo escaparon de la España franquista? El resultado de su investigación lo plasmaron en un libro, Los brigadistas chinos en la guerra civil. La llamada de España (1936-1939), publicado en 2001 en Taiwan y en 2013 en España (Ed. La Catarata, 2013). Esa es también la base de una muestra que, hasta el próximo viernes, puede visitarse en el Rectorado de la Universidad de Málaga.
“Cuando empezamos a investigar no estábamos seguros de que alguno de aquellos brigadistas siguiera vivo”, cuenta por videoconferencia Len Tsou, que recuerda que su investigación arrancó en realidad en 1988, coincidiendo con una visita de su marido a Barcelona. Allí se celebraba un reencuentro de brigadistas, al que Hwe-Ru acudió con la esperanza de localizar algún superviviente o a quien pudiera haber conocido a aquellos chinos de las fotos del Batallón Lincoln.
A partir de aquel momento, pasaron 13 años investigando en todos los archivos posibles, incluidos el de Salamanca y el Centro Ruso para la Conservación de los Archivos de Historia Política y Social, en Moscú, donde se conservan más de 300.000 documentos de las Brigadas Internacionales. “Visitamos todos los sitios posibles, hasta que dijimos: ”Hasta aquí. Ya es suficiente“”, recuerda ella. Los Tsou no encontraron a ninguno de los brigadistas, pero sí lograron desentrañar la historia de varios de ellos.
El resultado de su exhaustiva investigación es el hallazgo de doce historias personales de voluntarios chinos en las Brigadas Internacionales y la sospecha fundada de que el número de compatriotas que combatió por la República alcanzó el centenar.
Una lucha global contra el fascismo
En las Brigadas Internacionales combatieron más de 40.000 voluntarios con 54 nacionalidades diferentes. Hasta la investigación de los Tsou, poco se sabía de los chinos, que empezaron a llegar a España en 1937.
De los doce de los que quedó rastro, sólo uno vivía en China cuando estalló la Guerra Civil española. Los demás habían emigrado a Europa o Estados Unidos, y se debatieron entre luchar por la República española o regresar a su país, que combatía en su propio territorio al fascismo japonés. La Guerra Civil era para estos combatientes otro campo de batalla de una lucha global.
Un detalle da cuenta de la interpretación en clave internacional del conflicto en España. El Partido Comunista de China envió al destacamento chino de las Brigadas un enorme pendón rojo con el siguiente texto en chino y en inglés: “¡Uníos, pueblos de España y China! ¡Abajo con el fascismo, enemigo común de la humanidad!”.
El propio Mao, por entonces jefe militar del Ejército Rojo, publicó una carta dirigida “al pueblo español y a los camaradas armados” el 28 de septiembre de 1937.
Los autores explican que “España y China compartían el mismo espíritu: luchar contra el fascismo. Y para ellos era más sencillo luchar contra el fascismo en España”. Lo hicieron en algunas de las batallas más simbólicas de la guerra, de la Batalla del Ebro a la de Brunete, como demuestran las fotografías y las fichas de sus expedientes que recoge la muestra.
El 4 de noviembre de 1937, Dong Hong Yick publicó un artículo en La Vanguardia en el que contaba su experiencia en la batalla de Belchite y la gesta de estos combatientes apareció incluso en las páginas de la revista Estampa, cuya portada del 25 de septiembre de 1937 traía el siguiente titular: “Dos trabajadores chinos luchan, desde las trincheras de España, por la independencia de su país”.
El destino de doce de los voluntarios
De los doce brigadistas, uno permaneció en la cárcel al término de la Guerra Civil, otro murió en la batalla y a dos de ellos se les perdió la pista en la oscuridad de la guerra. Es el caso de A King Chang, de 24 años y nativo de Shanghái, que ingresó en el batallón de mineros de Asturias y el 21 de octubre de 1937 fue capturado en Mieres. Del cautiverio da cuenta una carta y un sobre con el busto de Franco estampado sobre ella. Pasó por varios campos de castigo y acabó siendo liberado del campo de concentración de Miranda. Después desapareció.
Paul Yen participó en la batalla de Madrid, donde fue herido. A partir de ese momento, empezó a prestar ayuda en los hospitales de Mahora (Albacete) y Vich (Barcelona). Su rastro se pierde durante la retirada de las Brigadas.
El líder de todos ellos, Xie Weijin, periodista y ametrallador en el frente, sí consiguió regresar a su país y llevarse consigo el pendón escondido en el doble fondo de un maletín. Él y siete compañeros regresaron vía marítima después de pasar las penurias de los campos de concentración de Argèles-sur-Mer, Saint Cyprien y, finalmente, Gurs.
Sin embargo, a su regreso no les esperaba la gloria. Weijin, de quien el libro da cuenta de su entusiasmo por sus antiguos camaradas de guerra o por Dolores Ibárruri, ocupó algún cargo importante en la nomenclatura del Partido Comunista, pero acabó siendo depurado por revisionista.
“Ni siquiera sabían español, pero fueron a luchar por la democracia”
La exposición, que ya ha pasado por Sevilla y Huelva, puede visitarse hasta el próximo viernes en el Rectorado de la Universidad de Málaga. Después, hay previsiones de llevarla a Almería, Granada, Salamanca, Madrid y Barcelona, aunque no todos ven con buenos ojos el tema. “Algunas instituciones me han dicho que es un tema muy sensible. No lo entiendo. Es un hecho histórico que no va a cambiar”, dice Chen Qun, comisario de la exposición y presidente de la Asociación de Promoción e Intercambio Hispano-Chino. “Creo que China y España necesitan honrar a estos voluntarios chinos, que vinieron a luchar por la libertad”.
“Esta historia demuestra que, en tiempos de crisis, cómo para combatir al fascismo, los pueblos del mundo vinieron a España a defender la democracia, incluyendo chinos desde tierras muy lejanas que también sufrían el fascismo”, concluyen los Tsao. “Ni siquiera sabían español, pero fueron a luchar con los españoles por la democracia y la libertad. Para nosotros, eso es muy emocionante. Esta solidaridad sin fronteras da esperanzas para superar crisis en el futuro”.