Julia se pincha y se controla el nivel de glucosa en sangre varias veces al día ella sola mientras está en el colegio. Tiene nueve años y le diagnosticaron diabetes en febrero. Sus padres han intentando que la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid contrate un enfermero o enfermera en el colegio donde estudia, el Miguel de Unamuno. La petición ha sido respondida por la administración presidida por Cristina Cifuentes enviando una especialista de un centro cercano durante 15 minutos al día al centro de Julia e invitando a la familia a que se cambie a ese colegio si no les satisface.
“El alumno debe seguir a los recursos específicos, y no los recursos al alumno”, dice la contestación por escrito de la Dirección de Área Territorial, a la que ha tenido acceso eldiario.es. El escrito también argumenta que Julia “cumplirá en breve diez años de edad, lo que hace presumir que está alcanzando autonomía en el manejo de su enfermedad (...) y conviene que consolide esta responsabilidad porque, de no adquirir tal destreza [refiriéndose a pincharse la insulina] afrontará dificultades para integrarse en la vida social de una niña de su edad”. La administración educativa afirma en la respuesta remitida a la familia que la intervención sanitaria prestada es la necesaria teniendo en cuenta las circunstancias. eldiario.es ha consultado sobre este caso a la Consejería de Educación sin obtener respuesta.
Clara Acuña, su madre, dice que no ha dejado de estudiar desde que recibieron el diagnóstico y pide, al menos hasta que se adapten a la nueva situación, una garantía de cuidado médico dentro del colegio. “La dejo muy nerviosa en el cole, no sabes si te van a llamar. Estamos aún aprendiendo. Y, si yo estoy así, cómo le voy a poner esa responsabilidad tan grande a mi hija. Ella ha aprendido a pincharse pero debe medirse la glucosa y a partir de ahí tomar decisiones. Y a veces duda sobre lo que hacer o se encuentra mal”, relata.
Clara va todos los días al colegio a la hora de comer para mirar junto a la cocinera las dosis de hidratos de carbono que debe tomar su hija. A esa hora también va la enfermera del Tirso de Molina, el centro que está a 700 metros y al que han sugerido que mueva a Julia. En el colegio de la niña hay al menos otro alumno diabético y más con problemas de asma o epilepsia, según la madre, que el lunes entregará un nuevo escrito a la Dirección de Área Territorial con estos datos para intentar que se replantee la decisión.
Un informe médico recomienda supervisión
Un informe médico, enviado por la familia a la Consejería cuando solicitaron la incorporación de una enfermera, alega que es “altamente recomendable la existencia de un profesional de enfermería para supervisar”. “El manejo adecuado de la diabetes requiere de un tratamiento específico y todos los aspectos deben ser supervisados y realizados por los padres o el cuidador principal, o por un adulto adecuadamente entrenado para ello”. Dicho documento concreta que “es imprescindible el manejo de las hipo e hiperglucemias que pudiera presentar a lo largo del día y principalmente en el horario escolar”.
Esto se traduce en que “hay que estar muy pendiente cuando hace ejercicio, en la comida a media mañana, la hora de comer, una excursión”, dice la madre, que denuncia “la política de agrupación de casos” de la Comunidad de Madrid. “Lo que hacen es juntar en un centro a muchos niños enfermos. A mí no me parece una solución que se expulse a mi hija del colegio por tener una enfermedad crónica con el argumento de que no hay recursos”, critica. Además, argumenta Clara, el Miguel de Unamuno es un colegio bilingüe “y nos interesa que Julia reciba esta enseñanza porque su padre es inglés”.
Según datos de la Asociación Diabetes Madrid 444 de los 3.883 centros educativos que hay en la Comunidad de Madrid tienen personal de enfermería. 300 están en centros públicos, para lo que el Gobierno regional invierte unos 10 millones de euros. La organización desglosa que este año han acudido a ellos 22 familias con este problema: en 13 han conseguido que se contrate a un especialista toda la jornada escolar, en 18 solo 15 minutos al día y en 3, una hora.
“Los profesores no tienen por qué saber. Se les puede enseñar lo básico pero lo que ocurre en la mayor parte de los casos es que las madres, porque son casi siempre las madres, dejan de trabajar”, explican desde la asociación, que lucha desde hace siete años “por una enfermera en cada colegio”.
Clara Acuña lo hizo. Tiene un permiso al 99% por cuidado de hijo con enfermedad grave desde que diagnosticaron a la suya, lo que le permite acudir todos los días al colegio. “En la última revisión de la baja me han obligado a reducirla al 50%, lo que no va a permitir que siga haciendo lo que hacía hasta ahora. Si las clases que tengan coinciden con la hora de comer de Julia, que es el caso, no puedo dejar de darlas porque el mismo grupo no puede tener dos profesores diferentes”, cuenta Clara, que es profesora de instituto, en conversación con eldiario.es.
Desde la Asociación Diabetes Madrid aseguran que “con el paso de los años se ha conseguido mucho para los alumnos y alumnas diabéticos”. “Se han hecho esfuerzos y estamos mejor. Lo más importante, como lo mínimo, es que al menos los recién diagnosticados tengan esa cobertura hasta que se hagan con sus rutinas, lo que lleva normalmente de uno a dos años, dependiendo de la edad”.