De “cochófobos” a “autoritarios”: el PP se encomienda a los atascos para hacer campaña electoral contra Carmena
“Cochófobos, la palabra es feísima, pero es lo que son”. Noviembre de 2016. Esperanza Aguirre era portavoz del PP en el Ayuntamiento de Madrid y Manuela Carmena acababa de anunciar el borrador del Plan A contra la Contaminación. Dos años después, Aguirre no está pero los conservadores continúan aferrados a los atascos de Gran Vía por las obras y las medidas para reducir la polución como una patata caliente contra la alcaldesa.
El PP de Madrid repite su mensaje una y otra vez en los plenos del Ayuntamiento, en la Asamblea de Madrid, en Génova, y ante cualquier micrófono que se ponga por delante. El objetivo es colocar los “atascos” y el “autoritarismo” del Ayuntamiento por limitar la circulación en el eje de la campaña. Como “piedra angular”, admiten los propios conservadores, que se han puesto en la picota de la polémica en la última semana con un vídeo que acusa al Consistorio de querer “acabar con la libertad y la vida cotidiana en las ciudades, echándole la culpa al coche privado”.
El discurso se enfoca sin ambages a las elecciones: “Afortunadamente esto tiene un fin porque el PP va a proponer propuestas de movilidad para solucionar los atascos”, dice la portavoz de los conservadores madrileños, Isabel Díaz Ayuso, ante la cámara. Sobre las medidas aún no hay nada escrito ni desarrollado, aunque la línea de acción prometida por el PP se basa en “reforzar el transporte público” y crear aparcamientos disuasorios para que la gente lleve el coche a los límites de la almendra central y se desplace a su interior en metro o autobús.
Aunque los mensajes se han enconado en los últimos meses, el PP descarta “revertir toda la política de Carmena” si gana las elecciones, según fuentes del partido en Madrid. “No vamos a deshacer el camino comenzado hacia una ciudad que contamina menos”, admiten. Fuera de foco, el discurso del vídeo se rebaja un poco: “Es un tema que afecta mucho a todo el mundo y animamos a la gente a que deje el coche en casa, pero hay personas que no pueden hacerlo. Que sean solo esos los que lo usen y al resto les damos opciones para que no lo hagan”.
Este viernes se ha vuelto a hablar de movilidad en el Palacio de Cibeles en un pleno extraordinario para aprobar la nueva ordenanza de movilidad sostenible. Esta regulación, que entrará en vigor en los próximos diez días, reduce la velocidad en las calles, limita la ocupación de espacio en las aceras e incluye la puesta en marcha del plan más ambicioso para reducir el tráfico en el centro del Gobierno municipal: Madrid central. El texto ha salido adelante con el apoyo del PSOE y el PP ha pedido a la alcaldesa que no tome medidas “antidemocráticas y no convierta Madrid en un búnker ideológico”.
Los conservadores han defendido desde sus escaños la ineficacia y “mala planificación” de las políticas de Ahora Madrid. Para ello, han apelado a unos datos de aumento del 20% del NO2 en la ciudad, pese a las restricciones. “Más atascos, más contaminación”, ha dicho la concejala Inmaculada Sanz.
Las obras para ampliar el espacio reservado a peatones y reducir los carriles de Gran Vía, cuya inauguración está prevista antes de final de año, es la otra diana para el PP contra Carmena. El argumentario oficial se basa en cuestionar de algún modo la relación directa entre el uso del coche y la contaminación, pese a que el tráfico rodado es el responsable del 70% de la polución de la ciudad, según datos de Ecologistas en Acción.
Medidas más duras ante datos alarmantes
Es cierto que la contaminación atmosférica aumentó en 2017 respecto al año anterior por dos causas fundamentales: los cambios meteorológicos ligados al cambio climático y el tráfico. Son los últimos datos disponibles y están por encima por octavo año consecutivo de los máximos marcados por la UE y la OMS. Por este motivo, la ciudad está pendiente de una sanción europea aunque ya ha remitido las medidas que está tomando para paliar unos niveles de concentración de NO2 peligrosos para la salud por su impacto en las vías respiratorias, como advierte la Organización Mundial de la Salud.
El gobierno anterior del PP, con Ana Botella a la cabeza, solicitó una prórroga tras saltarse los límites y remitió un plan de choque a la Comisión Europea que fue considerado inválido. Y el actual, ante unos datos no muy esperanzadores, intenta reforzar las restricciones que a pequeña escala se han demostrado eficaces: la estación de medición de la Plaza del Carmen (la más céntrica) registró niveles de NO2 un 40% inferiores los días de Navidad en los que estuvo restringido el tráfico a residentes en Gran Vía, según datos de Ecologistas en Acción. La organización establece una relación directa entre volumen de coches y calidad del aire.
La próxima semana entrará en vigor un protocolo anticontaminación endurecido, que adelanta los escenarios actuales de restricciones, refuerza las medidas en cada uno de ellos, se amplía la cobertura a toda la ciudad y empieza a limitarse la circulación a los coches más contaminantes y a los ciclomotores, que por primera vez tendrán restricciones. El PP promete seguir batallando hasta las elecciones con la bandera de la “libertad individual” frente a la contaminación atmosférica, que ha provocado la muerte prematura de 93.000 personas en una década.