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Colas en el referéndum del taxi sobre la liberalización de Ayuso: “Que trabaje ella sin horarios”

Víctor Honorato

13 de octubre de 2022 22:17 h

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Encarna Heredia, de 58 años, y Verónica Sanz, de 30, son madre e hija, de Carabanchel y taxistas. Comparten un coche que la madre suele llevar por las mañanas y la hija por las tardes. La jornada partida les permite conciliar la vida laboral con la personal, en un equilibro que corre peligro de saltar por los aires si se acaban aprobando los planes de la Comunidad de Madrid para liberalizar los horarios del servicio y eliminar los días de descanso obligatorios, dos de las novedades del nuevo reglamento que prepara el gobierno regional.

“Que venga ella [Isabel Díaz Ayuso, la presidenta madrileña] a trabajar una semana sin horarios y me diga que se gana más, emplaza Encarna el jueves a mediodía, cuando madre e hija acuden a votar en el referéndum impulsado por la Federación Profesional del Taxi de Madrid (FPTM), la asociación mayoritaria en el sector, que se celebra este jueves y también el viernes en el aparcamiento del estadio Metropolitano.

El goteo de coches blancos con franja roja por la explanada es constante durante la primera jornada. Todas las mesas de votación, situadas bajo carpas al aire libre, acumulan pequeñas colas. La FPTM planteó la consulta para zanjar las dudas sobre la representatividad de la asociación que esgrime la consejería de Transportes para no revisar su propuesta. Junto con la más pequeña, Élite Taxi, la FPTM reúne cerca del 60% de autorizaciones, mientras la Asociación Gremial del Auto-Taxi y la Asociación Madrileña del Taxi, que en teoría no se oponen a los planes del gobierno regional, rondan porcentajes menores.

Los sobres de votación son dos, en función de si el votante es titular de licencia o no. Además de la desregulación horaria, se pregunta a todos por el fin del régimen de libranzas. A los titulares se les plantea también si aceptan que el límite de tres licencias por cabeza aumente a 50 y si están de acuerdo con que se desregulen los precios. “Hemos venido porque librábamos hoy”, dice Verónica, que lleva a su hijo en brazos. En un sector tradicionalmente masculino –en la FPTM calculan que solo un 5% son mujeres– tanto ella como su madre entienden que la liberalización conllevará mayor precariedad. “Imagínate un lunes, un martes, con 16.000 taxis en la calle”, protesta. No va a haber suficiente demanda para tanta oferta, entienden, máxime cuando los vehículos de transporte con conductor (los conocidos como VTC), unos 8.000, siguen teniendo permiso para realizar trayectos urbanos.

No al horario continuo

Encarna lleva 23 años en el taxi, en este tiempo dice que no ha sufrido grandes problemas de machismo, salvo el ocasional comentario de algún cliente que dice sorprenderse de que conduzca “como un hombre”, y critica que “ahora venga” Ayuso, “que está tanto por la conciliación”, a desatar la competencia sin filtros. “El 85% del sector es autónomo y no está dispuesto a que se le sobreexplote”, apunta José Miguel Fúnez, miembro de la directiva de la FPTM. “Si ya ahora estamos en el coche de 12 a 14 horas diarias”, añade.

Pese al enfado, el ambiente en el aparcamiento electoral es distendido. Un votante se le acerca a Fúnez bromeando, dice riendo que es madridista y no le ha hecho gracia tener que venir al estadio del Atlético. La Federación confía en que algunos taxistas de las asociaciones formalmente favorables a los planes del Gobierno se sumen al rechazo para aumentar la presión. La firmeza del PP en el asunto la vinculan algunos con la presidencia en la patronal Unauto VTC de José Manuel Berzal, antiguo concejal de Madrid y exdiputado regional del PP.

Una taxista treintañera, que divulga la situación del sector en redes sociales desde la cuenta ‘Soy la del taxi’, pero pide no revelar su nombre, apunta que el de la movilidad es hoy un “negociazo”, en el que hay interés por invertir, no tanto por “hacer el pan”, como le llama al conducir. El éxito electoral generalizado de Ayuso en Madrid no se replica, en ese sentido, entre los taxistas, asegura Fúnez: “Ha conseguido que el 90% o 95% del sector haya cambiado su voto al otro lado”.