El exdiputado del PP Pedro Gómez de la Serna ha asegurado hoy que elaboró informes para la fundación Arpegio, de la que cobraba 3.000 euros, pero que no conserva todos los documentos porque parte los perdió durante las dos veces que se ha mudado de despacho. En su comparecencia en la Asamblea de Madrid ha admitido que por uno de esos trabajos, de 30 páginas, cobró un extra de 12.000 euros de dinero público, a 400 euros por página.
La Asamblea de Madrid investiga si la empresa pública Arpegio, investigada en el marco de la trama Púnica, se montó para favorecer a altos cargos del PP. Podemos ha definido su funcionamiento como “una red clientelar” que gastó 10 millones de euros entre 2006 y 2011, con el único criterio para contratar que las propias instrucciones del ex secretario general del PP de Madrid Francisco Granados o la expresidenta de la Comunidad de Madrid Esperanza Aguirre, de cuyo gobierno regional dependía la fundación.
Según las últimas informaciones publicadas, Gómez de la Serna cobró en total 179.000 euros por sus trabajos de asesoramiento, aunque no constan documentos sobre ellos. Ese asesoramiento era “muy variopinto” y abarcaba “todas las ramas del derecho”, y elaboraba “trabajos con proyección escrita”, que no eran necesariamente informes.
Así, Gómez de la Serna, en el Grupo Mixto durante este periodo de sesiones tras conocerse que trabajo como comisionista para empresas españolas en el extranjero, ha rechazado que su asesoramiento fuese solo verbal, y ha explicado que también acudía a reuniones o redactaba contratos. De esta forma ha justificado que a su sueldo mensual sumase una facturación extra por dos trabajos escritos.
De la Serna cobró por ese informe de 30 páginas 12.000 euros, una cantidad que considera muy por debajo del precio correcto. “Yo creo que es barato ha llegado a reconocer el exdiputado del PP”. Además, se embolsó otros 10.000 por asesorar en la constitución de la fundación Arpegio. Sin embargo, ha reconocido que cuando se incorporó los estatutos estaban redactados y ya se había hecho el diseño jurídico. “Yo hice mis observaciones, pero no se tuvieron en cuenta. Indiqué cómo había que hacer todos los trámites”, ha explicado.
Gómez de la Serna se ha desprendido de la responsabilidad de los contratos con empresas vinculadas a la trama Gürtel y Púnica definiendo su papel como un mero asesor externo: “Yo no autorizaba el gasto, yo solo redactaba convenios”. Así, ha asegurado que no reparó en el hecho de que una fundación nutrida de dinero público gastase en un solo mes 600.000 euros en acuerdos con empresas.
El exparlamentario se ha definido como un abogado que cometió “el error de presentarme a unas elecciones”. Su salto de la asesoría jurídica a la política no buscaba aumentar sus contactos y su influencia, ha dicho, sino que respondía únicamente a su “vocación política”. Gómez de la Serna ha negado que el suyo sea un caso de “puerta giratoria” y ha añadido que respetó siempre el régimen de incompatibilidades del Congreso de los Diputados.
Esa ha sido su respuesta a la preguntas de los portavoces de Ciudadanos, César Zafra, y Podemos, Ramón Espinar, que han considerado que su vínculos políticos -fue jefe de gabinete del Ministerio del Interior- fueron los que le permitieron primero recalar en Arpegio, dirigida por una exconcejal del PP, y luego ocupar un puesto de la lista del PP por Segovia. Gómez de la Serna compatibilizó su puesto de diputado con el cobro de comisiones por conseguir contratos a empresas en el extranjero.
Cuando los portavoces le han afeado ese hecho, el exdiputado, investigado por la justicia por esa actividad, se ha defendido asegurando que el proceso judicial surge de “una extorsión”, que se basa en documentos falsos y que tiene la absoluta seguridad de que saldrá “limpio” de él.
Antes que el exdiputado del PP ha comparecido Elisa de la Nuez, exasesora de la fundación que recientemente tachó a Arpegio de ser “un chiringuito para hacer favores políticos”. Hoy ha matizado esas palabras, aunque sí que ha insistido en que su funcionamiento se asimilaba al de una red clientelar. “Era un sitio peculiar en cuanto a la forma de funcionamiento”, ha comentado.