Madrid se queda sin bicis eléctricas privadas
Fiel al latiguillo de que el sector privado siempre funciona mejor que el público, el Ayuntamiento de Madrid decidió el año pasado dar entrada al capital en el negocio de las bicicletas eléctricas compartidas. Pese a las peticiones de reforzar el servicio de BiciMAD, las bicicletas de base fija que permiten trayectos entre estaciones concretas, el gabinete de José Luis Martínez-Almeida optó por incentivar la competencia, con un sistema de bicis geolocalizadas que se pudiesen recoger y aparcar en cualquier punto de la ciudad. Cuando aún no se ha cumplido un año de la puesta en funcionamiento de esta alternativa, el resultado es inapelable: de las 3.445 que iba a haber, no queda ninguna. Movi, la única compañía que seguía operando, retiró todas sus unidades el mes pasado, según confirma la propia empresa.
Las únicas bicicletas independientes que resisten son las de BiciMAD Go, las municipales, que se diferencian de las normales en el Go del nombre y en que se pueden aparcar sin estar pendiente de anclarlas en la correspondiente estación. Son, eso sí, bastante más caras: si las BiciMAD tradicionales cuestan como mucho 50 céntimos por media hora para los abonados, con las nuevas los trayectos se facturan a 19 céntimos por minuto, prácticamente el mismo que las de la extinta competencia privada.
El nuevo sistema nació cojo, y eso a pesar del fulgor inicial. De entrada, el Ayuntamiento anunció que había tenido que limitar la demanda, porque las empresas pretendían desplegar más de 8.000 bicicletas. En el Gobierno municipal dijeron que bastaba, para empezar, con 4.800. Finalmente se adjudicaron 3.900, contando también con las 455 de BiciMAD Go. Pero en septiembre, fecha de inicio del despliegue, solo aparecieron dos de las cinco compañías solicitantes. Las otras tres renunciaron antes de empezar. Una estaba avalada por un fondo de inversión, otra relacionada con un directivo del BiciMAD original —antes de quebrar y que el Ayuntamiento rescatase el servicio— y una tercera se encontraba ligada, previamente, a una aplicación de alquiler de viviendas.
Solo llegaron a estar operativas las bicis de Movo y las de Movi, sin conflictos de marca pese a la similitud de los nombres. La primera pertenecía al fundador de Cabify (que acaba de pedir 26 millones al Estado para subsistir) y duró apenas un mes; el Ayuntamiento le retiró la licencia por no desplegar todas las que había prometido. Hoy aún alquila motos y patinetes eléctricos, no obstante. La segunda, de origen chino, es ahora de propiedad italiana y hace poco recibió una fuerte inversión de Generali, el principal grupo asegurador del país.
Las 350 bicis de Movi eran la única alternativa a BiciMAD Go desde noviembre. A mediados de junio, la empresa las retiró discretamente, según confirma un miembro del equipo de customer happiness [felicidad del usuario] por correo electrónico a los clientes que preguntan. “En Madrid estamos aportando un importante cambio al servicio de bike sharing […], por el momento no tenemos información sobre si el servicio regresará o no”, añade.
El Ayuntamiento, que puso en marcha la iniciativa a prueba durante un año aunque prorrogable durante otros seis meses, no ha aclarado si renuncia definitivamente a esta modalidad. En el área de Movilidad y Medio Ambiente ni siquiera consta que las bicis ya no estén. “Si se han retirado, no han informado de su retirada”, apunta una portavoz. Mientras tanto, el Consistorio salió este mes al paso de las quejas de los usuarios por las averías de las bicis en el servicio fijo de BiciMAD con el anuncio de que ha adaptado tres furgones para tareas de mantenimiento.
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