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El PP reabre la polémica por el parking de Retiro que divide a Almeida y Villacís

La pandemia no ha enterrado el proyecto del Ayuntamiento de Madrid de construir un parking subterráneo junto al parque del Retiro, una de las grandes zonas verdes de la capital. La iniciativa que dividió a los socios del Gobierno de coalición, PP y Ciudadanos, a principios de año vuelve como un fantasma al Palacio de Cibeles, con el mismo desencuentro que hubo entonces. Los de Inés Arrimadas llegaron a tildarlo como “una anomalía en el ámbito europeo”.

La vicealcaldesa Begoña Villacís descartó definitivamente la infraestructura bajo tierra hace diez días porque no era “necesaria”, pero la facción del PP en el Ejecutivo municipal salió a desmentirla. La portavoz municipal, Inmaculada Sanz, aseguró tras la última Junta de Gobierno que “no había tomada ninguna decisión” y el área de Medio Ambiente y Movilidad, dirigida por Borja Carabante, niega que se hayan producido “novedades” respecto a la idea original: hacer un aparcamiento subterráneo bajo la avenida de Menéndez Pelayo y una reforma en superficie para que el peatón gane espacio.

La última referencia del alcalde, José Luis Martínez-Almeida, al asunto fue que se sometería a la opinión de los grupos municipales en los Acuerdos de la Villa. Pero en la lista de 352 medidas no hay ninguna referencia al parking. “No lo destierro definitivamente, pero cuando vamos a trabajar en una serie de meses, una de ellas sobre movilidad, es un proyecto que cabe replantear en ella”, dijo el regidor en Onda Madrid, en mayo.

El parking de Retiro ha sido una piedra en el zapato para el Gobierno municipal. Anunciado por sorpresa por el alcalde a mediados de enero, además de dividir a los dos partidos que lo forman, generó una fuerte oposición de los vecinos del distrito –gobernado por Ciudadanos– y de la izquierda en el Ayuntamiento de Madrid.

La asociación Retiro Norte, que impulsó la movilización contra el parking, está estupefacta con el retorno de la polémica. “Se ha vuelto a sacar un asunto sobre el que el Ayuntamiento había reculado. Lo dábamos por cerrado. Nos da la sensación de que están enredando. Volver a levantarlo es agitar las aguas en un distrito que no controla el PP”, señala Félix Sánchez, secretario de la asociación. Una parte del Gobierno municipal respondió a las críticas vecinales relacionando la asociación con el PSOE porque su presidente fue en las listas socialistas a la Asamblea de Madrid en 2015.

Pero tampoco gustó la idea a las personas que trabajan en la candidatura del eje Prado-Recoletos como Patrimonio Mundial de la Unesco, que piensan que este parking puede poner en peligro la carrera para ganar. Fuentes expertas que conocen la candidatura no tienen noticias de que vaya a retomarse el aparcamiento, según han confirmado a elDiario.es, y daban la operación por descartada. “Iba a haber problemas con la Unesco, con los vecinos y con otros partidos, no merecía la pena”, aseguran estas fuentes.

Otro parking de Ayuso en la misma avenida

El conflicto regresa, sin embargo, con un cambio sustancial. Y es que ya hay otro macroparking proyectado en la misma avenida. Se trata del aparcamiento que el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso va a construir bajo el hospital infantil Niño Jesús con cuatro plantas y 800 plazas que “abastece las necesidades que pudiera haber” en la zona, argumentó Villacís en una entrevista con Europa Press. “Se hará el del Niño Jesús y no será necesario nada más”, añadió.

La obra de este parking tendrá “coste cero” para la Comunidad de Madrid, indicó Ayuso, porque la pagará la empresa que tenga su explotación. Es una fórmula que, con matices, ya empleó Esperanza Aguirre para levantar siete hospitales de golpe en su carrera por llegar a la presidencia de la Comunidad de Madrid y no es la primera vez que se utiliza durante el mandato de Ayuso. El hospital Ramón y Cajal se ampliará con un nuevo edificio con la inversión privada. El plan pasa por que una empresa pague la construcción y a cambio se le otorgue la concesión del aparcamiento ubicado en las plantas subterráneas de ese edificio, para consultas externas, extracciones y espacios para las guardias médicas, durante 40 años.

En el PP se resisten de momento a dar por enterrado el proyecto de Retiro, pese a que el grupo municipal popular ya constató que estaba solo en una votación en el Pleno a finales de febrero. Ciudadanos, Más Madrid y PSOE votaron en contra. Vox se abstuvo. El delegado del área de Medio Ambiente, Borja Carabante, defendió siempre que la operación no era solo un aparcamiento para residentes y de uso libre (rotación) sino que “el principal objetivo que se persigue es la remodelación en superficie”.

Todo empezó con un escueto anuncio del alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, en un desayuno informativo. El proyecto ya se abrió camino con polémica porque primero se dio a conocer el parking y varias semanas más tarde la actuación en la avenida, aunque el Gobierno municipal siempre ha defendido que son “dos cosas que van juntas”. Lo que vino después fue una sucesión de rectificaciones sobre el número de plazas disponible para residentes y para uso libre.

El Consistorio terminó reconociendo que puso en marcha el proyecto por una “percepción” de que lo necesitaban los vecinos porque había problemas para aparcar en al calle, aunque no había cuantificado la demanda y no había medido cómo afectaría la infraestructura a la contaminación de la zona, cercana a una estación de medición (Escuelas Aguirre) cuyos valores de NO2 son especialmente elevados. La tesis inicial del PP era que la polución iba a mejorar porque “se reducirá el tráfico de agitación”, dado que los conductores no darán vueltas para “buscar aparcamiento”.

El área de Medio Ambiente encargó entonces un estudio que concluyó que había demanda, según el PP. Pero Ciudadanos receló del resultado con el argumento de que no se había tenido en cuenta el otro aparcamiento en el hospital Niño Jesús, entonces en vías de diseño. Almeida y Villacís entonces acordaron abrir el proyecto a consulta vecinal. Y llegó la pandemia. Todo se frenó en seco y el proyecto quedó en un cajón. Hasta ahora.