Nunca se han llevado bien y ninguna de las dos lo disimula. Isabel Díaz Ayuso y Rocío Monasterio escenifican semana tras semana las pésimas relaciones que mantienen desde que en 2019 las dos aterrizaron en la Cámara regional. Ayuso se estrenaba aquel año como presidenta de la Comunidad de Madrid al frente de un Gobierno de coalición con Ciudadanos que necesitaba a Vox, grupo del que Monasterio empezó a ejercer entonces como portavoz. Pero ni siquiera esa dependencia evitó en aquel primer mandato los constantes choques que Ayuso y Monasterio protagonizaban cada dos por tres, choques que han ido incrementándose a partir de mayo de 2023, cuando el PP logró por fin la ansiada mayoría absoluta, por partida doble, en Madrid. Un dulce momento que se acrecentó, tanto para Ayuso como para José Luis Martínez-Almeida, al constatar que no tendrían que depender ya nunca más de Vox. Al menos en los siguientes cuatro años.
No acababa apenas de comenzar aquella primera legislatura cuando en un tenso debate en la Asamblea sobre el aborto, Monasterio, intentando marcar el paso a la dirigente del PP, le pedía que especificara las medidas que iba a impulsar su Gobierno para evitar “esas condenas de muerte”, como definió las interrupciones voluntarias del embarazo. En su turno, la presidenta regional, después de dejar claro que para ella abortar era “un fracaso”, ironizó y le dijo a Monasterio: “Dios no me hizo perfecta y por eso no soy de Vox”. Desde entonces cuentan que Ayuso se refiere a la portavoz de Vox como “doña Perfecta”.
“Ese comienzo ya demostró que entre las dos no había feeling”, aseguran diputadas del PP que reconocen que las tensiones entre las dos dirigentes son constantes, pero las achacan a la “prepotencia” que dicen que destila Monasterio en casi todas sus intervenciones. Esta, a su vez, asegura que “nunca” ha traspasado las “líneas rojas” en política como cree que ha hecho en algunas ocasiones la presidenta regional, llegando a lanzarle incluso “ataques personales”. A veces, según se queja, sin “dar la cara” y actuando “por la espalda”.
A Monasterio no se le olvida que, cuando en mayo de 2021 fue acusada de corrupción urbanística por la Fiscalía de Madrid, un caso que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid inadmitió a trámite, tenía las cámaras de Telemadrid prácticamente a diario en la puerta de su casa. “Estaban esperando a que saliera para llevar a mis hijos al colegio”, asegura, con el convencimiento de que era una orden expresa de Ayuso, ya que cree –y en eso coincide con el PSOE y Más Madrid– que la televisión pública de Madrid está a su servicio. Su indignación creció hasta tal punto que se fue a ver a Miguel Ángel Rodríguez, director de gabinete de la presidenta, para decirle que aquello le parecía “intolerable”.
“No estoy en política para dar navajazos”
La dirigente de Vox asegura que ella no está en política para “dar navajazos” mientras lamenta que la presidenta de la Comunidad de Madrid “nunca haya valorado el apoyo” que su partido le ha dado a su Gobierno y al PP. Especialmente durante la pandemia, recuerda, a pesar de que no estaban de acuerdo con su gestión. Sobre todo en lo referente a la crisis de las residencias, un tema que ahora ha vuelto a la palestra al pedir los dos principales grupos de la oposición un pleno monográfico y una comisión de estudio para ver cómo se puede mejorar la atención a las personas mayores en residencias y centros de mayores, ya que creen que desde aquella devastadora epidemia no se ha “movido un dedo” para “cambiar nada”. Sin embargo, Vox no ha apoyado estas exigencias porque “no quieren revanchismos”, ni tampoco “alinearse con la izquierda”, como recurrentemente les acusa la dirigente madrileña del PP.
Curiosamente, ese hipotético alineamiento con “la izquierda” es otro de los ácidos reproches que se entrecruzan las dos. La portavoz de Vox está convencida de que Ayuso ha asumido “la agenda 2030 progre del PSOE” y ve además “incoherente” su “doble discurso” sobre “inmigración y delincuencia”. También critica sus “bandazos” sobre bajadas de impuestos mientras aumenta el gasto político.
La dirigente del PP, por su parte, afea a la de Vox que haga“pinza” con “la izquierda” cuando le interesa para tumbarle leyes tan importantes como los Presupuestos. De hecho, el Gobierno regional no ha podido sacar adelante la mayoría de las cuentas que ha presentado en la Asamblea de Madrid desde 2019 debido a la oposición no solo del PSOE y Más Madrid, sino también de la extrema derecha. Así lo hizo Vox en 2022 tras llegar tarde a registrar sus enmiendas, obligando al Gobierno regional a prorrogar los anteriores cuentas.
Ayuso ya se había encarado con Monasterio en la Asamblea por esta cuestión. “Les hago todo el trabajo desde que empezó la legislatura”, le dijo a la portavoz. “Se les va agotando el discurso”, añadió. “Lo que no se puede es soplar y sorber a la vez. O está con un bando, o con el otro”, le lanzó, en alusión a esas coincidencias puntuales con los otros grupos de la oposición.
Ayuso se zafa de Ciudadanos y convoca elecciones anticipadas
Las relaciones entre las dos dirigentes no mejoraron nada cuando en marzo de 2021 Ayuso decidió zafarse de Ciudadanos y convocó elecciones anticipadas en Madrid convencida de que iba a arrasar en las urnas al fagocitar los votos de los de Ignacio Aguado y algunos también a Vox. Incluso del PSOE. Pero para su contrariedad, tuvo que afrontar su nuevo mandato con Vox como aliado.
El día de la investidura de Ayuso, Monasterio vio aún la oportunidad de marcar su agenda en un tenso debate en el que la izquierda la acusó de “xenófoba” y “racista” por atacar al diputado de Unidas Podemos Serigne Mbayé, exportavoz del Sindicato de Manteros, de origen senegalés. “Nuestro problema con el señor Mbayé no es que sea blanco o negro, bajo o alto, sino que es una persona que se saltó la cola de entrada”, dijo, acusándole de “entrar de forma ilegal” en nuestro país y de “lucrarse de la venta ilegal a las puertas de los comercios”. Ayuso, sorprendentemente, salió en defensa de Monasterio y reprochó a los demás portavoces de la oposición “el trato que le habían dado”. “Me ha abochornado que traten a su partido de esa manera”, le trasladó. “Diferimos en muchas cuestiones, pero eso no va a ser un obstáculo para lograr propuestas comunes”, añadió, en uno de sus escasos gesto de amabilidad que ha tenido con la portavoz de Vox.
Sus aparentes buenas intenciones pronto se esfumaron. Sus deseos de morder en su electorado en la siguiente convocatoria electoral, que se iba a celebrar apenas dos años después, llevaron a Ayuso entonces a poner en práctica la estrategia de asumir parte de las reivindicaciones más ultraconservadoras de Vox. A finales de 2022, ante una pregunta de Monasterio en el pleno de control, para el asombro de ésta, anunció que, aunque no derogaría las leyes autonómicas de género o la de protección integral contra LGTBIfobia, sí estaba dispuesta a eliminar de ellas la autodeterminación de género, como le llevaba tiempo reclamando, sin éxito, el partido de extrema derecha.
28M: El PP logra mayoría absoluta en Madrid
Con las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023, la dirigente regional vio por fin cumplido su sueño. Su candidatura y la de José Luis Martínez-Almeida lograron la mayoría absoluta tanto en la Comunidad como en el Ayuntamiento de Madrid. Vox, por fin, era irrelevante en ambas instituciones, se jactaban en el PP.
Los roces entre Ayuso y Monasterio no tardaron en reproducirse. Un ejemplo: en el acto celebrado en diciembre del año pasado en la Real Casa de Correos con motivo del 45º aniversario de la Constitución Española, la portavoz de Vox en la Asamblea no pudo tomar la palabra porque los organizadores del acto le dijeron que “no quedaba tiempo”. “A lo mejor no me han dejado hablar para que no hable de las bandas latinas”, se quejó Monasterio.
Un mes antes, ambas dirigentes se habían enzarzado ya en la Asamblea regional a cuenta de la política de viviendas en alquiler para los jóvenes. Monasterio le echó en cara que el Gobierno regional priorizaba las ayudas para el alquiler a la “inmigración ilegal” antes que a los jóvenes españoles. “Se las dan siempre a los mismos. Solo hay que ver los nombres de a quién han ido a parar esos pisos”, aseguró Monasterio: “Hay muchos 'Mohamed' o 'Mustafás', pero 'muy pocas' 'Saras' o 'Paulas', 'Natalias' o 'Javier'”. Ayuso le replicó que su discurso era “perverso” por mezclar inmigración ilegal con la inmigración que se asienta legalmente en España. “Es perverso mezclar también a los nacidos en España de padres inmigrantes con inmigrantes. Si han nacido aquí son tan españoles como Santiago Abascal”, le soltó con indignación.
En su réplica, la portavoz de Vox recordó a Ayuso que hacía tan solo unos días también ella había relacionado la llegada de inmigrantes a Madrid procedentes de Canarias con posibles episodios de delincuencia e inseguridad. Por ello le dio “la bienvenida al discurso de Vox”.
En febrero de este año Monasterio volvía a la carga y le pedía que fueran “juntas a cerrar convenios de repatriación, a cerrar los centros de 'menas' y a llevar a los migrantes de Alcalá a la puerta de la Moncloa”. A lo que la mandataria regional le contestó: “Todo lo que dice sobre inmigración siempre viene con el estigma, pero ni el crimen viene con la raza, ni con el país, ni con su cultura, viene con situaciones sobrevenidas y con la ilegalidad”. Ayuso remató su intervención asegurándole a Monasterio: “En materia de inmigración no voy con usted a ningún lado”, cuando justo un mes antes había vinculado, sin pruebas, inmigración con agresiones sexuales y un brote de sarna en Alcalá de Henares.
A la espera de su expediente sancionador
La puntilla a toda esta tensión es el episodio que Monasterio protagonizó a primeros de febrero al votar supuestamente por un compañero de bancada que ya no tiene acta en la Asamblea de Madrid. El caso está pendiente de que la Mesa inicie el procedimiento sancionador, lo que le puede suponer a la portavoz de Vox la suspensión durante quince días o un mes de sus derechos como diputada, incluido también su sueldo.
Su comportamiento, cuanto menos irregular, le ha costado a Monasterio las críticas de todos los grupos de la Cámara, sin faltar el de la propia presidenta regional. “Si usted va por una carretera en la que tiene que circular a 80 [kilómetros por hora] y le pillan a 140, señora Monasterio, usted comprenderá que tendrá que ser multada. Lo que no se ha visto en la vida es que vote por otro diputado que está ausente”, le espetó.
En cuanto reciba la notificación del expediente, Monasterio tendrá cinco días –prorrogables– para presentar alegaciones ante la diputada designada como instructora del caso, Mercedes Zarzalejo, del PP. Pero, según adelanta la portavoz de Vox a esta redacción, lo único que alegará será “la verdad”: “Que intenté apagar reiteradamente todos los botones del panel de votaciones de mi compañero, que incomprensiblemente estaba activado”. Monasterio añade que “es ridículo” pensar que estaba intentando votar por un parlamentario que había renunciado ya a su escaño y aún no había sido sustituido por el siguiente de la lista. Además, recuerda que ese hipotético voto no iba a alterar el resultado de ninguna votación dado que el PP cuenta con mayoría absoluta en la Asamblea de Madrid.
La portavoz de Vox vuelve a sospechar que lo único que quiere Ayuso es “su cabeza” y que también fue ella la que alertó al presidente de la Asamblea, Enrique Ossorio, de unos hechos que habían pasado desapercibidos en su momento. “No sé qué complejo tiene con Vox”, le lanza, mientras afirma que no piensa renunciar a su acta de diputada, desmintiendo así lo que muchas veces se ha rumoreado: que tras la renuncia de su marido, Iván Espinosa de los Monteros, a la portavocía del Congreso, ella también abandonaría la Asamblea ante la falta de apoyo del líder de la formación.
“Llevo la política en el ADN. Me gusta lo que hago, y los temas de Madrid. No voy a irme. Además, tengo un compromiso con mis votantes”, zanja la dirigente de Vox, que “cree” que cuenta para ello con el respaldo de la cúpula de Vox, aunque esta afirmación da la impresión de que la hace con cierto tono socarrón.