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Servicio de acompañamiento y otras fórmulas inventadas por las sedes del PP para conseguir que voten las bases

Quedan 24 horas para que las sedes del PP de toda España se llenen de urnas y papeletas. En la recta final de la campaña, las casas de la militancia están prácticamente vacías. Algunas, como la de Chamberí, ni siquiera respetan el horario y cierran antes, a mediodía. En Usera, al sur de la ciudad, hay dos voluntarios en una sala y la responsable de afiliación en el mostrador. La del barrio de Villaverde no registra ninguna actividad.

Muchos en el PP asumen, conocido el censo de militantes que votarán, que la militancia les ha abandonado. O al menos que no se han movilizado como se esperaba en este proceso inédito para las bases del partido. En la ciudad de Madrid acudirán a las urnas 3.239 afiliados; y en la región, 6.781 más. Solo el 10% de los militantes que figuraban en la última actualización de censo del PP han dado señales de vida en la región.

Desde las sedes madrileñas han intentado de todo. Llamadas, cartas, mails. “¿Está usted al día de los pagos? Le llamo para informarle de que puede participar en el proceso de primarias”. En la de Usera admiten que la edad media de su militancia es superior a 70 años y, por eso, ofrecieron un servicio de acompañamiento para los militantes que no podían acudir solos a inscribirse. “Les dijimos que podíamos acompañarles desde la parada del autobús”, explica Montse. Es la responsable de afiliación del distrito, la encargada de tener el censo al día y controlar quién está al corriente de pagos. Ella también se hizo cargo, con otros compañeros, de las llamadas para informar a la militancia del proceso.

Según datos facilitados por el PP, 72 militantes están autorizados para votar en esta sede, ubicada -como la mayoría- en un piso. La entrada desde el exterior se hace por un portal de viviendas al uso. Nada, salvo el letrero que cuelga de la primera planta con las siglas del PP, hace pensar que ahí hay un pedazo del partido en Madrid.

“Estamos en territorio hostil. Aquí, por lo que sea, hay más votantes del PSOE y de Podemos. Nos hace falta gente joven”, asume Montse, que asegura que un gran volumen de los inscritos se ha puesto ahora al día de las cuotas con este proceso. “Yo creo que la gente que viene a votar está ilusionada”. Tras ella hay un gran corcho con varias fotos. Destaca un retrato de Esperanza Aguirre con una dedicatoria para los afiliados del barrio. Montse dice que aún no tiene decidido su voto.

“Ha pillado en mala época, en vacaciones”

En el opulento distrito de Salamanca, el eje opuesto de la capital, una afiliada histórica jubilada pasa la mañana atendiendo a los militantes en la sede. Es la más grande de Madrid por número de afiliados y se nota en el movimiento. Memi coge varias llamadas y recibe a un par de personas en media hora.

La primera de las que entra está aún terminando los trámites para poder votar. Viene, a dos días de la primera vuelta, con un recibí del banco que acredita que ha pagado la tarifa plana que puso el partido para recuperar a los no estuvieran al corriente de las cuotas. 20 euros y vía libre para votar. Otra fórmula más de llamamiento a la militancia, unida a la apertura extraordinaria de las sedes durante un fin de semana. Las inscripciones solo podían cumplimentarse físicamente, con un documento de cinco campos que luego las sedes enviaron telemáticamente y en papel a la central de Génova 13.

“Ha pillado una época muy mala. Algunos, al llamarles, nos decían que justo el día 5 les pillaba de vacaciones fuera. Que qué pena. Y claro, como solo es posible votar en la sede donde está afiliado cada uno...”, explica Memi mientras la señora que acaba de entregar el recibí se sirve un vaso de agua. Va a votar pero habría preferido la fórmula de “un militante un voto”, reconoce. También hace autocrítica: “Con todo lo que ha pasado tenemos que irnos al rincón de pensar. Por unos cuantos lo hemos pagado caro. Aquí hay personas honradas. Necesitamos que alguien tira y podamos volver [al Gobierno]”.

Un enorme cartelón que cuelga de la pared confirma que “un afiliado, un voto” es la fórmula preferida de esta agrupación. El cuadro, en el que puede leerse “Pedimos Primarias” emulando las siglas del PP, se dispone en una suerte de altar donde comparte espacio con un retrato de Margaret Thatcher y la virgen del Pilar. “Aquí algunas mujeres dicen que les gustaría una Thatcher española. Yo creo que las mujeres van a votar más a Soraya y a Cospedal, pero todo puede pasar”, resuelve Memi. No quiere revelar su voto aunque parece que lo tiene claro.

Por las instalaciones del PP en el distrito de Salamanca van a pasar todos los candidatos a suceder a Mariano Rajoy. Tres de ellos (Sáenz de Santamaría, Cospedal y Casado) han estado vinculados a la sede como afiliados. Las dos aspirantes a presidir el PP ya se han dado sendos baños de masas en este piso de la calle Goya. Este jueves lo hará previsiblemente Pablo Casado. José Manuel García-Margallo también se reunirá con afiliados aquí, una hora antes que su contrincante.

“¿Es verdad eso de que Cospedal y Soraya están enfrentadas? Eso dicen los periódicos, yo no me lo creía pero el otro día me lo dijeron en Chamberí”, se interesa un militante que ha venido a cambiar su dirección de afiliación a esta sede. Repasa durante la actualidad con Memi mientras cumplimenta su nueva ficha. “Soraya está quemada por el daño de los medios. Porque a Rajoy lo han achicharrado. Y a Casado... A Casado lo han quemado con la chorrada del máster”, continúa el señor, que anuncia que aportará 100 euros al año, una cantidad que quintuplica al mínimo de 20 que se exige.

En la conversación no aparece José Manuel García-Margallo, ni José Ramón García-Hernández ni Elio Cabanes. Hay cierto consenso en la militancia en que estos tres candidatos se quedarán fuera en la primera vuelta y no llegarán al duelo final. Apenas unas horas antes de la votación ningún militante de los consultados se atreve a hacer apuestas. “Esto es como las cajas de sorpresas, te puede tocar algo o salir el muñeco”, dice Memi. No aclara quién es cada uno de los extremos. “Las sedes somos neutrales”, zanja. Y apura el cigarro.