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Almeida, contra el pronóstico del tiempo

El alcalde de Madrid, el pasado domingo durante la reunión del comité de emergencia.

Diego Casado

4 de septiembre de 2023 22:06 h

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La última vez que en Madrid hubo una alerta roja por precipitaciones se acercaba a la capital una tormenta de nieve de proporciones bíblicas. Su nombre era Filomena y la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) había alertado de nevadas a partir del viernes 8 de enero de 2021 con el máximo aviso que existe. Pese a que los modelos meteorológicos llevaban advirtiendo del fenómeno desde hacía más de una semana, el Ayuntamiento no adoptó medidas suficientes y el caos tomó la ciudad durante varios días.

Esa noche cientos de conductores quedaron atrapados en las carreteras, como también les sucedió a los autobuses de la Empresa Municipal de Transportes, abandonados en mitad de las calles de Madrid por no haber recibido a tiempo la orden de volver a cocheras. Las carreteras principales tardaron varios días en ser despejadas y, además de sucederse prioridades extrañas en los servicios de emergencias (se limpiaron antes urbanizaciones en barrios ricos que los accesos a los mercados), el consistorio tardó más de una semana en reabrir servicios esenciales como los colegios públicos. Muchas familias suplieron su labor con palas y muchas críticas hacia Almeida.

Unos días después de la catástrofe, el alcalde de Madrid cargaba contra Aemet por una supuesta tardanza a la hora de dar la alerta por nieve. El aviso rojo se activó a las 18.00 horas, con la llegada de la noche. “Los partes oficiales hablaban de una nevada de 20 centímetros. Y los recibimos el mismo día, cuando ya estaba nevando”, aseguraba sobre el organismo estatal en una entrevista publicada por El Confidencial. No era cierto: la agencia de meteorología había avisado de la alerta roja horas antes de que cayeran los primeros copos del viernes, como prueba esta información publicada en Somos Madrid a primera hora del día.

El incidente de Filomena, en el que quedó patente la incapacidad de la ciudad de Madrid para capear una alerta meteorológica de este calibre, fue el principio de las críticas de Almeida contra los pronósticos del tiempo que ofrece Aemet, organismo estatal que depende del Gobierno central y, en última instancia, de la vicepresidenta tercera de Pedro Sánchez, la socialista Teresa Ribera.

El equipo de Almeida necesita de sus predicciones porque el Ayuntamiento de Madrid no dispone de un servicio meteorológico como tal y, ante las inclemencias del tiempo, se fija en lo que les digan desde la agencia estatal. También reclama sus informes a la hora de decidir si cierran o no los parques municipales.

Inundaciones con lluvias “no excepcionales” en diciembre

La siguiente tormenta de críticas por parte del Ayuntamiento se vivió en diciembre de 2022. Dos jornadas de lluvia abundante volvieron a llevar a las televisiones y redes sociales las imágenes de una ciudad sumida de nuevo en el caos, con líneas de Metro inundadas por culpa del desagüe deficiente en calles y plazas.

Entonces, Almeida volvió a esconder su gestión lanzando culpas hacia Aemet por no haber dado aviso por una “cantidad extraordinaria de agua” que cayó sobre la ciudad. Pero tampoco era cierto: las cifras de precipitaciones registradas no llegaron al umbral de avisos, pese a las exageraciones del alcalde. Entonces, fuentes de la compañía explicaban a Somos Madrid que se produjo una lluvia intensa de diez minutos, pero que no llegó a alargarse lo suficiente como para dar la alarma.

Al equipo municipal le echaron en cara la falta de limpieza en el alcantarillado de la ciudad –especialmente por la falta de recogida de la hoja– y también consecuencia directa de “una ciudad completamente impermeable, marcada por el asfalto y por muy poco suelo con capacidad para filtrar”, apuntaba entonces el urbanista y hoy concejal socialista Antonio Giraldo. Esto provoca que “todo el agua que cae acabe en el alcantarillado, lo cual redunda en una sobrecapacidad que podríamos derivar de otra forma si hiciéramos ciudades de una manera distinta”.

La pasada primavera volvieron las alertas meteorológicas por tormentas, especialmente a finales de mayo. Se produjeron de nuevo las imágenes de andenes inundados en el Metro y de calles anegadas en varios distritos de la ciudad sin que las cantidades de agua recogidas fueran especialmente preocupantes ni motivaran avisos especiales.

Tres zonas, una alerta roja

Y con este contexto llegamos al fin de semana pasado y a la polémica con los pronósticos. Aemet divide en tres zonas la Comunidad de Madrid a la hora de dar avisos, una que cubre la sierra (desde Robledo de Chavela hasta Buitrago), otra la zona sur y oeste y la tercera, que engloba la capital, abarca los municipios aledaños y el valle del Henares.

El pasado sábado Aemet decretó la alerta naranja para toda la Comunidad de Madrid por las tormentas asociadas a la DANA, que podían afectar especialmente el domingo al centro de España. El sábado por la noche decidió elevar a rojo el nivel de aviso en la zona sur y oeste, y el domingo por la mañana la extendió a la sierra y también a la capital, donde los problemas asociados a los aguaceros podían resultar mucho mayores debido a la gran cantidad de población que alberga. La probabilidad de que se produjera este fenómeno era de entre el 40% y el 70%, según indicó en su pronóstico. La alerta roja iba desde las 12.00 y duraría hasta la medianoche.

Con esta información el alcalde de Madrid decidió convocar un comité de emergencia y, a su salida, pedir a los ciudadanos que no salieran de casa. Ordenó cerrar todas las instalaciones municipales de ocio, deporte y cultura, además de los parques vallados de la capital. La Comunidad de Madrid, por su parte, activaba el plan contra inundaciones y mandaba a las 14.05 una alerta a todos los móviles de los madrileños.

La lluvia comenzó sobre las 14.00 y se extendió con fuerza hasta las 17.00 en la capital. Después paró y no volvió hasta medianoche, cuando ya se había desactivado la alerta roja y había pasado a nivel naranja y luego amarillo. Por la tarde se registraron unos 16 litros por metro cuadrado en Retiro, bastante menos de los 120 l/m2 en doce horas previstos. Mientras, en la zona suroeste sí que se cumplían los pronósticos, en algunos sitios con creces. Pueblos como Robledo de Chavela o Navalcarnero alcanzaban cifras cercanas a los 200 l/m2. Los vídeos de la destrucción causada por las tormentas, que podrían haber pasado por Madrid capital, son sobrecogedores:

Pese a los destrozos materiales ocurridos a unos 50 kilómetros de Madrid y a la desaparición de una persona en la riada, José Luis Martínez-Almeida salió este lunes criticando el “fallo” en la previsión de Aemet. Mientras hablaba, Metro de Madrid tenía aún dos líneas cortadas en la ciudad por inundaciones en paradas de la red. Y seguía lloviendo sobre la ciudad, con casi 100 litros por metro cuadrado acumulados en menos de tres días.

“Creo que en la medida de la posible hay que afinar las previsiones cuando hay una proximidad temporal por los perjuicios y la credibilidad que tenemos que tener desde las instituciones”, dijo en declaraciones a los medios. Desde Más Madrid y PSOE le afeaban su “falta de lealtad institucional”:

La respuesta al alcalde y a otras críticas de políticos del PP como el presidente de Andalucía, Moreno Bonilla, llegaba desde la propia Aemet. En su cuenta institucional en redes sociales aseguraba que sus profesionales trabajan “con rigor y con un alto nivel de responsabilidad”, a la vez que recordaban que el domingo “fue un día muy complicado para muchas personas y para los servicios públicos cuyo fin es la salvaguarda de vidas y bienes. La prevención es fundamental para este objetivo”.

El carpetazo a las críticas políticas dirigidas hacia los trabajadores de Aemet lo puso este mismo lunes la propia presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien desde uno de los pueblos más dañados por las riadas –Aldea del Fresno– valoró “lo que se ha evitado gracias a la alerta”. Solo una persona desapareció en la región y lo hizo después de hacer caso omiso de las advertencias de que no cruzara una carretera a punto de ser arrastrada por la crecida del Alberche.

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