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De cuando había gabinetes de confianza en las casas burguesas del barrio

Gabinete de confianza en el Museo del Romanticismo

Carpetania Madrid

22 de noviembre de 2020 00:05 h

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Tiempo atrás, en las construcciones de las grandes casas burguesas existía una estancia llamada gabinete. Era una pieza de menor tamaño que la sala y, generalmente, contigua a ella. Se ubicaba en los confines del hogar y solía contar con balcón a la calle.

Este aposento servía para escribir, para el estudio, para el recogimiento, para tratar algunos negocios o discurrir sobre ellos. También podía contar con colecciones privadas de objetos de arte, pinturas u objetos curiosos.

“Entre los espacios masculinos de la casa, tenemos el Gabinete. Éste era en realidad un salón de recibir en el que, siguiendo las pautas decorativas del momento, se juntaban muebles de diferentes estilos y usos. Como espacio dedicado a la conversación y a la celebración de veladas íntimas, en él encontramos una pieza clásica del entretenimiento de entonces: el pianoforte. Entre su mobiliario, tenemos las sillas de arrimo, sin brazos; la silla voyeuse, en la que el ocupante se sentaba a horcajadas frente a una partida de cartas o una velada musical; y el confidente, también conocido en España como vis a vis, un sillón de dos plazas en sentido contrario y en el que, al sentarse, los dos ocupantes quedaban el uno frente al otro. El lacado de la sillería, de imitación Oriental, está influenciado por el tipo de mueble de las aún españolas Islas Filipinas, que se puso de moda durante el reinado de Isabel II.” (Lourdes Morales Farfán)

“El gabinete de confianza era un lugar donde las amigas de las señora de la casa llegaban si, pero no de buenas a primeras. [...] variaba el mobiliario, pero no solía faltar un velador con nácares y un estante para retratos familiares. Había un sofacito y hasta podía haber un vis a vis y un costurero, y el libro de la cuenta de la plaza en días que la señora no iba a ella [...] y que no faltara el notición o la noticia como si se tratase de la redacción de La Época, con sus crónicas siempre jugosas de Mascarilla de primera. Gabinetes de confianza que se fueron como las señoras que velaban con medio ojo abierto y el otro del todo a la parejita cuya niña soñaba tener ella un día gabinete de confianza” (Juan Sampelayo)

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