Respuestas y consejos. Por la psicóloga Mónica Manrique. Lee todos sus artículos en este enlace
La emoción prohibida de las mujeres
Muchas mujeres que llegan a mi consulta tienen como uno de sus objetivos terapéuticos aprender a gestionar la ira. Más que un problema de gestión de la ira lo que tienen es muchas razones para estar enfadadas. Además, sienten que no tienen derecho a sentirse furiosas, piensan que tal vez exageran, que tienen que tener más paciencia, que tal vez no se comunican bien, etc. Vamos, que la culpa es suya.
Para Harriert Lerner: “Preguntarte si tu ira está justificada es como preguntarte: ”¿Tengo derecho a tener sed? Al fin y al cabo, me he tomado un vaso de agua hace quince minutos. No creo que sea lícito tener sed de nuevo, además ¿De qué me sirve estar sedienta si en este momento no tengo nada que beber? La ira es algo que sentimos. Existe por alguna razón y se merece nuestro respeto y atención. Tenemos derecho a sentir todo lo que sentimos y la ira no es una excepción.“
A lo largo de nuestra socialización de género a los hombres se les penaliza por mostrar miedo o tristeza. ¿Quién no ha escuchado alguna vez eso de que “los hombres no lloran”? Sin embargo, a las mujeres lo que no nos está permitido es mostrar enfado. Cuando lo hacemos somos tachadas de histéricas, mal educadas, locas, intensas, egoístas o directamente malas.
Como explica Erika Adánez: “… la niña, desde su más tierna infancia, interioriza un ideal del yo que equipara la agresión con un gesto de maldad intolerable, evitable y poco femenino. Por ello, su expresión queda replegada y envuelta en ansiedad, culpa y juicios condenatorios por albergar esta clase de sentimientos. No obstante, la agresividad, en su cualidad no destructiva, es un aspecto importante para el desarrollo psíquico del individuo.”
Y continua más adelante en su libro titulado El síntoma patriarcal “La expresión libre de los impulsos agresivos supone también una amenaza a los valores centrales de la identidad femenina: la complacencia y la autorregulación. Con mucha frecuencia, se encuentran en las narraciones biográficas de las mujeres experiencias que les han hecho sentir culpable frente a su expresión saludable de enfado.”
Concluyendo que: “La inhibición de los impulsos agresivos tiene consecuencias devastadoras para el desarrollo psicológico de una persona. …. Su represión no permite el desarrollo de capacidades asertivas y autoafirmativas o el desempeño de actividades que impiden tomar iniciativas, realizar planes, defender los propios derechos o expresar el punto de vista autónomo. En definitiva, impide el despliegue completo de su identidad.”
Harriet Lerner describe este fenómeno con una comparación: “Así como el dolor físico nos hace apartar la mano de un horno caliente, el dolor generado por la ira preserva la integridad de nuestra identidad. La ira puede llevarnos a decir ”no“ al modo en que nos definen otros y ”sí“ a los dictados de nuestro ser.”
Pero como a las mujeres esta emoción protectora nos ha sido vetada a mediante la culpa el resultado es la desindividualización: “La desindividualización se produce cuando una parte excesiva de nosotras mismas (que incluye nuestros pensamientos, deseos, creencias y ambiciones) se vuelve ”negociable“ ante las presiones de una relación. El proceso de desindividualización tiene lugar igualmente incluso cuando quien está haciendo más concesiones no es consciente de ello. El miembro de la pareja que mas sacrifica su identidad es también el que más ira reprimida acumula y el más proclive a deprimirse y desarrollar otros problemas emocionales.”
Entonces amiga estamos donde siempre. Si no podemos utilizar la fuerza protectora y transformadora de la ira para reafirmar nuestra identidad, autonomía y relato, poco locas estamos.
Quiero agradecer a dos mujeres (hay muchas pero son las que me vienen a la cabeza) que en los últimos tiempos han roto con todo lo expuesto y han expresado libremente su enfado. Han abierto una grieta en este imperativo de género siendo la voz de la furia de muchas mujeres. Ejemplos de como a través de la música y el humor se puede catalizar un cambio sin vuelta atrás. Han validado, legitimado y visibilizado la rabia de muchas mujeres, y el precio que han pagado en forma de insultos, críticas y amenazas demuestra la valentía y necesidad de sus actos.
Reconozco, no me escondo, que cuando escuché por primera vez Bzrp Music Sessions, Vol. 53 no cabía en mí de gozo, ni de incredulidad. Hice partícipes a mis hijas porque estaban conmigo en ese momento y me miraban ojipláticas preguntándose, supongo ¿qué le pasa a mamá? ¿Por qué le parece tan impresionante, tan extraño y satisfactorio lo que está escuchando? Se lo intenté explicar pero era imposible que entendieran lo que significaba que una artista como Shakira arrojara toda su ira en forma de canción potente y pegadiza hacia su ex.
La otra jefa que expresa su ira ante la injusticias que vivimos las mujeres todos los días es Henar Álvarez. Tamizado por el humor pone voz a lo que a muchas nos gustaría gritar.
No quiero terminar sin mandar un fuerte abrazo, parafraseando a Henar, a todas esas mujeres que perdieron las formas pero no la razón.
Muchas mujeres que llegan a mi consulta tienen como uno de sus objetivos terapéuticos aprender a gestionar la ira. Más que un problema de gestión de la ira lo que tienen es muchas razones para estar enfadadas. Además, sienten que no tienen derecho a sentirse furiosas, piensan que tal vez exageran, que tienen que tener más paciencia, que tal vez no se comunican bien, etc. Vamos, que la culpa es suya.