A cualquier madrileño curioso le habrán llamado la atención unas placas metálicas redondas dispuestas a lo largo de la calle Bravo Murillo, con una concha y un oso que lleva un bordón de peregrino dibujados en su interior. Muchos de los que las ven no lo saben, pero estos hitos marcan el trazado del Camino de Santiago desde Madrid, un recorrido poco frecuentado por los peregrinos pero que guarda numerosos atractivos.
La ruta es muy reciente en el tiempo. Comenzó en 1993 y la puso en marcha un grupo de personas interesados en la ruta jacobea, que querían llegar hasta la capital gallega desde el centro de la península a través de ocho largas etapas para enganchar después con el camino francés a la altura de Sahagún. La organización responsable de marcarla con señales fue la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Madrid, que ha ido añadiendo señales amarillas y mojones para indicar a los caminantes la ruta.
El inicio del Camino de Madrid a Santiago no está definido oficialmente, pero todos los peregrinos dan por hecho que el arranque debería estar en la Iglesia de Santiago y San Juan Bautista, en la zona de Ópera, justo al lado de la Catedral de la Almudena. Desde ahí el caminante debería encaminarse hacia Malasaña, donde podría hacer un alto en la Iglesia de Santiago el Mayor, junto al Monasterio de las Comendadoras. En ambos puntos puede pedir la bendición del peregrino y la credencial, aunque el primer sello lo podrá obtener más adelante.
Desde el segundo punto, el camino hasta Santiago de Compostela sube por la calle San Bernardo y coge Bravo Murillo, ya en el distrito de Chamberí, donde empiezan las indicaciones en forma de las placas metálicas antes citadas. El recorrido completa esta larga calle de Madrid desde su inicio hasta el final, en Plaza de Castilla, lugar en el que se puede hacer la primera parada y sellar la credencial (en la estación) o hacerlo más adelante, a la altura de Montecarmelo.
Después y siguiendo las indicaciones del camino siempre que sea posible, el camino continúa hacia el norte por el Paseo de la Castellana y gira a la izquierda en dirección a la Colonia de Begoña, siguiendo la ruta que discurre casi en paralelo a la autovía de Colmenar. Después, se cruza la avenida Cardenal Herrera Oria y se atraviesa el distrito de Fuencarral, donde la llegada al cementerio de este antiguo pueblo de Madrid avisa al peregrino de que pronto saldrá del término urbano de la capital de España cruzando la M-40 por un paso inferior y entrando en el parque regional de la Cuenca Alta del Manzanares.
Aunque haya abandonado la gran urbe, la primera etapa no acabará para el caminante hasta que no haya llegado a Colmenar Viejo, 35 kilómetros después de haber iniciado su recorrido. Esta es la primera etapa de una ruta que aprovecha el trazado de la vía romana XXIV del Itinerario Antonino, en la que no se encontrará con muchos peregrinos: el año pasado solo cubrieron este recorrido unas 2.000 personas, según datos de la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Madrid.
Lo solitario de la ruta es uno de sus atractivos (a pesar de lo cual existen hasta 35 albergues para peregrinos por este lado), como también lo es atravesar parajes como el de la Sierra de Madrid, que se cruza entre la segunda y la tercera etapa, para después acceder a Segovia por la calzada que trazaron los romanos y que mejoró después el rey Felipe V para mejorar los accesos hasta La Granja.
Los detalles del recorrido de 323,96 kms de esta ruta, perfiles y distancias de cada etapa se pueden consultar en los siguientes enlaces:
4. Segovia-Sta. María la Real de Nieva
5. Sta. María la Real de Nieva-Alcazarén