Un mes de confinamiento sin bajar los contagios en Guzmán el Bueno: “No hay controles y la gente hace lo que quiere”

Diego Casado

25 de noviembre de 2020 22:43 h

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“¿Por qué no bajan los contagios? ¿Qué estamos haciendo mal?” Es la pregunta que más se repite entre los de 21.366 vecinos de la zona de salud de Guzmán el Bueno, que permanecen confinados desde hace justo un mes y que ven como cada semana el boletín de datos que publica la Comunidad de Madrid refleja que la incidencia del coronavirus no disminuye en su barrio, mientras cae en el resto.

Las elucubraciones son tantas como personas a las que se pregunte en esta zona de Madrid, que abarca el sur de los barrios de Arapiles y Gaztambide, una parte de Conde Duque y otra de Princesa–Argüelles. En lo que coinciden casi todos es que la falta de controles policiales no ayuda a hacer cumplir la norma: apenas se han visto desde que el 26 de octubre se decretara el confinamiento y nadie de los consultados tienen constancia de que se haya multado a ninguna persona por saltarse el cierre perimetral.

“Yo ni me había enterado. Porque me lo dijo el otro día mi hija, pero yo ando por el barrio y no veo guardias, ni nadie que me avise”, explica Salvador –84 años– mientras descansa sentado en el parque José Luis Sampedro. Él vive en la parte confinada de Vallehermoso y confiesa que no pone mucho “ni la tele ni la radio”. Enterarse tampoco habría cambiado su rutina diaria, que consiste en paseos por su barrio con mascarilla y tomar las precauciones habituales. En verano cogía el autobús hasta Vicálcaro para ver a su familia: “Ahora casi no viaja gente en buses que antes iban llenos”, dice con pena mientras cuenta que ha perdido varias personas cercanas –un sobrino, una vecina– durante la pandemia.

En el parque donde está sentado Salvador precintaron hace un mes la zona infantil y el circuito de bicicletas y patinetes: Díaz Ayuso decretó el cierre de parques infantiles en las zonas perimetradas para disminuir los contactos, pero a día de hoy nadie parece cumplirlo. Ls cintas de la Policía Municipal se retiraron hace tiempo y todas las tardes de esta semana se ha llenado de niños en los columpios y en las rampas de la pista.

“Yo creo que mucha gente ni sabe los límites de la zona confinadas, hay más ignorancia que una intención real de saltarse las reglas”, opina Javier, un vecino de Galileo de la parte no confinada. “Una amiga que vive dentro del área está haciendo el confinamiento a rajatabla y llevo sin verla un mes”, añade Pilar, su pareja.

En Guzmán el Bueno las cosas empezaron a ponerse feas el mes de agosto: después de detectarse enfermos contados durante la desescalada, algo empezó a disparar la tasa: primero a 270 nuevos casos por cada 100.000 habitantes, luego a 430... y llegó a 556 a mediados de octubre. En ese momento la Comunidad de Madrid decidió confinar la zona de salud.

La Consejería de Sanidad practicó pruebas masivas a algunos de los confinados hace diez días: eran citados por SMS para que acudieran al centro de mayores de Blasco de Garay. Allí les practicaban test de antígenos, un tipo de cribado con grandes resultados para enfermos con síntomas, pero poco eficaz para detectar asintomáticos, según sus especificaciones técnicas.

Durante las semanas de confinamiento, muchos vecinos se han dirigido al periódico Somos Chamberí para explicar que estaban cumpliendo las normas que les habían dictado desde la Comunidad de Madrid (salir solo por motivos laborales, de estudios o de urgencia) pero que veían a muchos otros no hacerlo. Las fiestas en pisos de universitarios –el barrio está muy cerca de la Complutense, del CEU y del ICADE– es la práctica anticonfinamiento más recurrente. “De verdad que me siento imbécil viendo cómo la gente va de un lado a otro y aquí no pasa nada. Se siente una la más idiota de todo el distrito, la verdad”, comentaba Katarina, vecina de la zona aledaña al cierre, hace unos días.

¿Son los pisos universitarios el foco de los brotes? Es difícil aventurarlo. Tampoco sabemos qué pasa en las residencias universitarias. Los únicos datos oficiales existentes son los de los colegios mayores, que hacen recuento de sus positivos cada semana. En septiembre hubo muchos, pero durante las últimas cuatro semanas se han ido reduciendo y en el último recuento solo han contabilizado 12 casos, 11 de ellos en la zona de Valdezarza, fuera de Guzmán el Bueno. “Seguimos un protocolo muy estricto y cuando detectamos un caso, normalmente asintomático, hacemos rastreo de todos sus contactos porque somos los primeros interesados en que el virus no se propague entre los colegiales”, explican a Somos Chamberí fuentes del Consejo de Colegios Mayores Universitarios.

Los universitarios se defienden: “Nosotros no salimos casi del barrio”, explica un grupo de cinco estudiantes reunidos en una terraza de la plaza Conde Valle de Suchil. Ellos acuden a clase al ICADE y compran en los supermercados cercanos. “No es muy práctico lo de confinar una calle sí y otra no”, critican mientras apuntan a este periódico que “la gente no está informada, a veces no se entera ni la policía de los cambios”. Ellos no conocen a nadie que haya dado positivo por Covid–19 en su entorno durante las semanas de cierre perimetral. “Sí que hubo más en septiembre, pero en la facultad apenas ha habido casos”.

Las terrazas son uno de los puntos que siguen atrayendo a clientes en el barrio y salvando el cuello a los hosteleros que se han quedado confinados. “El menú del día se está dando fatal, antes del confinamiento venían grupos del trabajo a comer o a tomar un café pero ahora apenas llegan reservas”, lamenta Roselda, del restaurante El Trato, situado en la acera perimetrada de Fernando el Católico. La parte mala es la pérdida del cliente de oficina, la buena es que les ha aumentado el consumo de vecinos de su barrio: “Muchos nos han dicho: como no podemos salir, venimos a consumir aquí. Algunos repiten a lo largo de la semana como forma de apoyo al comercio local. Son capaces de venir viernes, sábado y domingo”, valora.

“Tener Majadahonda cerrado entero sí que puede funcionar, pero clausurar así un barrio de Madrid... la gente no se lo toma en serio”, opina un joven del entorno. Además, dentro de la zona confinada se ubican espacios que atraen a mucha gente de fuera, como dos centros El Corte Inglés (el de Arapiles y el de Princesa), el Teatro Galileo o la Casa de México. Esta última celebró el tradicional Día de los Muertos con decenas de personas haciendo cola para observar su famoso altar, pese a que estaba prohibido acudir si no eras residente en la zona.

“No hay controles y la gente hace lo que quiere”, se queja una vecina en conversación telefónica con Somos Chamberí. “Si se confina una zona hay que asegurarse de que se cumple, porque el que es responsable lo va a cumplir pero el que no, le va a dar igual si no le obligan”, lamenta. “Los que vivimos aquí tenemos que tener la sensación de que este sacrificio sirve para algo”, añade.