“Hay bastante gente”, decía con sorpresa un agente de la Policía Nacional a su compañero, mientras observaban desde la cabecera de la manifestación la larga hilera de personas que se extendía a lo largo de la calle Bravo Murillo, hasta donde casi se perdía la vista. Se habían reunido frente a la Casa de Cultura de Chamberí -ubicada en su número 37- para pedir al Ayuntamiento de Madrid que renueve la concesión de este espacio y del resto de lugares cedidos a los colectivos vecinales durante la pasada legislatura.
La convocatoria reunió a decenas de colectivos que han pasado por la casa durante sus primeros cuatro años y a varios cientos de personas que denunciaban la política municipal de acoso y derribo a los espacios vecinales construidos durante el mandato de Manuela Carmena, que están desapareciendo desde la llegada de Almeida a la alcaldía. Esta vez la cesión que está a punto de caer es la de un local de 318 metros cuadrados situado en la Mancomunidad de San Cristóbal, que ha de entregar las llaves al Ayuntamiento de Madrid el próximo miércoles.
La manifestación, que fue apoyada con los golpes de cacerolas desde los balcones de algunos vecinos, recorrió de forma circular amplias calles de Chamberí, como San Bernardo, Carranza, Luchana, llenó la calle Santa Engracia y cogió García Paredes para acabar de nuevo frente a la Casa Cultura. Lo hizo en ambiente festivo, con la música de una batucada abriendo la marcha y una charanga cerrándola, mientras entre medias los diferentes colectivos que forman parte de la Casa de Cultura mostraban sus pancartas, acompañadas de representantes del Espacio Vecinal Arganzuela (EVA), Casa del Cura de Malasaña o El Solar de Matilde en Carabanchel, todos espacios que están en amenaza de desalojo o han sido ya vaciados por el consistorio. (Pincha aquí para ver una fotogalería de la protesta en defensa de la Casa de Cultura).
“Han acudido muchas familias, vecinas y vecinos, gentes de todo tipo, como las que había dentro de la Casa de Cultura”, destacó Blanca, portavoz de este espacio que fue cedido en la primavera de 2017. A la vez, indicó que están buscando urgentemente un espacio para la Despensa Solidaria de Chamberí, que cada semana ayuda a decenas de personas necesitadas y que hasta ahora hacía los repartos utilizando la Casa como almacén logístico.
La protesta finalizó poco antes de las 14.00 horas con la lectura de un manifiesto que reivindicó el valor social de los espacios autogestionados en nombre de los 24 colectivos que ocupan actualmente el lugar que el Ayuntamiento desmantelará en unos días, y animó a la ciudadanía a luchar por ellos. “¡Casa sí en Chamberí!” gritaron alrededor los convocados.
Entre los asistentes se encontraba la portavoz de Más Madrid, Rita Maestre, y la edil Esther Gómez. Maestre alabó el trabajo del tejido asociativo y criticó el “odio” de “las tres derechas” que gobiernan en el Ayuntamiento hacia los movimientos vecinales: “Tienen un plan para deshacer, pero no tienen plan para hacer nada. Prefieren tener un edificio vacío a otro con vecinos organizados”, denunció. Además, acudieron a la marcha los ediles socialistas Pepu Hernández, Mar Espinar y Pedro Barrero, junto al diputado del PSOE en la Asamblea Diego Cruz. Podemos también estuvo presente en la protesta con algunos de sus miembros como Luis Nieto o Juan Carlos Monedero.
La Casa de Cultura lleva cuatro años agitando la vida social de Chamberí, un distrito con numerosas alternativas de ocio en el ámbito de la hostelería, pero con pocos espacios que pueden emplear los colectivos ciudadanos. Allí se han juntado decenas de organizaciones para veladas de poesía, cantar ópera, montar seminarios, acoger presentaciones de libros, de documentales, repartir comida a los necesitados o, simplemente, para impartir clases de refuerzo de escolares y ayudarles a hacer los deberes. En total, 2.626 actividades organizadas para 40.351 vecinos a lo largo de los últimos cuatro años.
Nada de eso ha servido para que el Ayuntamiento renueve la cesión del local por cuatro años más. Su concejal de distrito en Chamberí, Javier Ramírez (PP), denegó la renovación sin evaluar el trabajo de las asociaciones y ni siquiera les concedió la palabra en los plenos de la Junta de Chamberí de febrero y marzo, en los que las asociaciones habían solicitado hablar. De momento no hay destino conocido para este espacio municipal, que a partir del miércoles se quedará vacío y sin uso. Hasta el momento, lo único que ha tenido claro Ramírez era que debía acabar con la cesión de este espacio, algo que reclamó Vox en numerosas ocasiones y el concejal aseguró que haría. En una entrevista con Somos Chamberí publicada hace año y medio, el edil explicó que no tenía una decisión tomada al respecto, aunque recalcó que se comprometía “a que todos los espacios municipales estén a disposición de todos los vecinos, y no sólo de unos pocos”.
El Ayuntamiento indica que está estudiando la renovación de las concesiones a asociaciones “caso por caso” pero lo cierto es que cada vez que llega el momento de decidir sobre la renovación de un espacio cedido por el gobierno de Manuela Carmena el resultado siempre ha sido el mismo: desalojo. No ocurre lo mismo con otros espacios municipales que fueron adjudicados a otras asociaciones durante otras alcaldías del PP, como el de la Víctimas del Terrorismo (AVT), cuyo contrato para mantener su local de Moratalaz se extendió diez años más el pasado mes de enero, unos días antes de que se desalojara el EVA.
El último cartucho de la Casa de la Cultura se gastará la semana entrante en los tribunales, cuando se resuelva el recurso judicial que pide la continuidad de su proyecto, ante la falta de alternativas planteadas por el Ayuntamiento de Madrid. Pero no será el final de las relaciones creadas “Si nos echan de aquí, nos encontraremos en las plazas”.