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La rana gigante de la suerte instalada por el casino Gran Madrid debe abandonar la calle por mandato judicial

Diego Casado

Madrid —
30 de noviembre de 2023 01:00 h

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La rana gigante de casi cuatro metros que ocupa una de las aceras del paseo de Recoletos, junto a la céntrica plaza madrileña de Colón, tiene los días contados. Una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM) ha tumbado el intento de la entidad que publicita, el Casino Gran Madrid, para que este elemento se quedara más tiempo del autorizado por el Ayuntamiento de Madrid.

La escultura fue colocada allí en abril de 2014 y en principio tenía permiso municipal para quedarse un año, con posibilidad de prorrogar otro más. Pero el consistorio fue concediendo permisos anuales hasta que en 2021 el concejal de Centro ordenó resolver la autorización demanial de ocupación del espacio público, indica el texto de la sentencia al que ha tenido acceso este periódico.

El edil del distrito, por entonces José Fernández (PP, ahora delegado de Familias), ordenó al casino que desmontara la instalación y repusiera la acera su estado original. Pero la entidad privada se negó a desalojar los 15,75 m2 de vía pública que ocupa actualmente la rana, además de retirar los cinco focos a ras de pavimento con la que es iluminada cada noche.

A partir de ahí comenzó el periplo judicial para la retirada del batracio gigante, primero en el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 3 de Madrid: “No existe un derecho preexistente a la ocupación de la vía pública de forma permanente” decía la sentencia dictada el 22 de diciembre de 2022 por este organismo. Y recordaba que era contrario a la ley “la permanencia de la escultura durante un período superior a cuatro años” sin haber obtenido previamente una concesión.

El Ayuntamiento de Madrid había justificado previamente la denegación de la prórroga con dos informes técnicos, pero al casino no le pareció suficiente y decidió recurrir al TSJM para intentar mantener su rana en la calle, frente a su negocio.

Pero la nueva sentencia del tribunal autonómico vuelve a dar la razón al Ayuntamiento de Madrid y obliga a la retirada del conjunto escultórico. De nuevo, recuerda que la ley estatal establece que “las autorizaciones habrán de otorgarse por tiempo determinado. Su plazo máximo de duración, incluidas las prórrogas, será de cuatro años”. Y advierte que debería haber sido desmontada en el año 2018, debido a un plazo máximo “que en este caso ya había sido ampliamente rebasado”.

El TSJM aclara que “la circunstancia de que hayan existido prórrogas anteriores (...) no supone reconocimiento de derecho subjetivo alguno”, aludiendo a fallos judiciales anteriores de este tribunal.

Entre sus argumentos desestimados, el Casino Gran Madrid ponía en valor la obra de dEmo, a quien define como “uno de los creadores más originales del panorama artístico español”. El TSJM califica esta frase de “cuestiones puramente valorativas”, junto a otras expresadas por el Casino para defender la permanencia de la escultura como el carácter innovador y futurista de los edificios junto a los que se sitúa la rana. Y condena al pago de las costas procesales de la segunda instancia hasta un máximo de 2.000 euros.

El casino tiene posibilidad de intentar el recurso de casación ante el Tribunal Supremo o, en su defecto, retirar la escultura. Este periódico se ha puesto en contacto con la entidad para preguntar cuáles serán sus próximos pasos sin haber obtenido respuesta hasta el momento.

Inaugurada con un beso de Paco León

La escultura de la rana de la suerte fue instalada en el año 2014, con el pertinente permiso del Ayuntamiento de Madrid y como “un regalo” del casino a la ciudad, después de que el consistorio volviera a permitir la apertura de este tipo de negocios después de varias décadas. Se eligió a dEmo para su diseño, un escultor conocido por los “osos gominola” del recinto ferial Ifema.

Fue inaugurada por todo lo alto, en una acto conducido por Carme Chaparro y que finalizó con el actor Paco León dando un beso a la rana con los labios pintados. Ya entonces generó opiniones para todos los gustos entre los viandantes: “Así de alta y en medio de la acera molesta un poco”, decían unos. “Debería quedarse aquí para siempre”, apuntaban otros.