Un fondo de inversión cierra a la fuerza un mercado de abastos de Madrid con sus comerciantes y propietarios dentro

Diego Casado

11 de diciembre de 2023 10:42 h

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A las 7.30 de la mañana y como todos los lunes desde hace décadas, Francisco llegó este lunes a la puerta del Mercado de Torrijos, dispuesto a abrir su pollería. Pero esta vez no podía entrar: dos corpulentos vigilantes le cortaban el paso y le decían que la primera planta de este puesto de abastos, donde tiene su negocio, había sido tapiada por obras.

El cierre fue anunciado el pasado martes vía burofax por Numulae, el fondo de inversión que tiene la mayoría en la propiedad del mercado y que desde hace tiempo decide unilateralmente sobre la gestión de este espacio, sin contar con los pequeños comerciantes que también poseen una parte del negocio, aunque minoritaria. Los afectados llevan meses denunciando un “mobbing inmobiliario” por parte de esta Socimi, pero el cierre de este lunes parece la puntilla definitiva para intentar tomar el control absoluto y desalojar a todos los opositores.

Los negocios afectados por el cierre de hoy son la citada pollería, una charcutería (Marcelo Muñoz) y dos carnicerías (Mariano y Tomás y la de El Cordobés). “Es un fondo buitre, todo lo hacen así”, lamenta Estrella, otra de las comerciantes que se resiste a abandonar un negocio que ha mantenido allí su familia durante décadas. Como las obras han empezado por la planta alta, a ella le dejan acceder a su frutería, situada en la planta baja. Pero esta mañana no le han permitido entrar al parking con su furgoneta para descargar.

El conflicto con Numulae viene desde el año 2020, cuando en plena pandemia intentó hacerse con toda la propiedad de este mercado de abastos, que dejó de ser municipal en el año 2005 al ser privatizado para su renovación. Al principio la Socimi intentó adquirir todo el inmueble pero, al negarse varios de sus comerciantes, comenzó a comprar las participaciones a sus 44 accionistas. Lo consiguió en parte, pero casi una decena se negó a vender. Son Los últimos de Torrijos, como les llamaron en un reportaje publicado en El País hace un año.

“Quieren construir un gimnasio de lujo y un supermercado”, denuncia Estrella, la frutera y portavoz de todos los comerciantes en lucha, que llevan un año movilizados buscando el apoyo del barrio y de los tribunales, donde tienen abiertas varias causas relacionadas. Convertir un antiguo mercado de barrio en un centro de fitness y una gran superficie parece que era la intención del grupo inversor, que ahora anuncia además una zona gourmet llamada Espacio Hermosilla 42, al estilo de otras existentes en diferentes zonas de Madrid.

“Tenemos la tienda llena de género, hasta arriba”, dice el charcutero ante los agentes de Policía Nacional, a los que los comerciantes llamaban a primera hora al ver el tapiado de su negocio. Con ellos delante, intenta poner en marcha el negocio después de haber esquivado escombros de obra camino del local. “Hoy no puede”, le responde el representante de la Socimi, que intenta convencer a las fuerzas del Estado de que tienen todos los papeles en regla. “Ningún juez me ha ordenado que me vaya de aquí, y usted no es juez”, le responde el representante legal del comerciante.

La lista de dificultades que Numulae ha impuesto a los últimos de Torrijos durante los últimos meses es larga, desde problemas para acceder con sus coches a cortarles la energía para sus refrigeradores, denuncian. Ellos intentan seguir pese a que no lo tienen fácil, como muestra el cartel de puestos en el mercado, donde solo quedan 8 negocios abiertos de los 68 que llegó a tener este espacio situado en el barrio de Salamanca, en plena milla de oro de la capital.

El tapiado de los puestos ha llegado en plena campaña de ventas prenavideña y en mitad de la batalla judicial por la propiedad de Torrijos. Los comerciantes minoritarios denuncian que el fondo de inversión se saltó el derecho preferente de los pequeños propietarios a la hora de comprar y prevén una larga batalla judicial. Por su parte, Numulae inició varios intentos de desahucio de los puestos, que fueron parados en los tribunales a la espera de que se dirima si la compra fue legal. Sus representantes no han contestado, por el momento, a las preguntas de este periódico.

“Se pasan la ley por el forro, como es un tema de pasta”, comentan los afectados a la puerta de su mercado mientras se preguntan por qué el Ayuntamiento de Madrid ha autorizado las obras con un conflicto judicial abierto. “Yo aquí voy a aguantar hasta el final”, asegura otro. A los comerciantes que quedan les han ofrecido trasladarse al nuevo espacio gastronómico, pero ellos no quieren oír ni hablar de esta posibilidad y apuestan por seguir peleando donde haga falta. De momento, será de nuevo en los juzgados y en la comisaría, a la que ha tenido que ir Francisco, conteniendo las lágrimas, a denunciar el tapiado de su negocio esta mañana.