Imagínense que en algún lugar de España a alguien se le ocurre nombrar, para homenajear la toponimia madrileña, con la expresión de Fuenlabrada de Getafe a uno de sus barrios. A esto les suena en Huelva cada vez que alguien les recuerda que dos de los pueblos de su provincia sirven para denominar un único barrio de la capital, Palos de Moguer.
El error en Madrid data de 1971, aunque el origen hay que buscarlo más lejos, en el siglo XVI, cuando confundieron las dos localidades onubenses con una sola y la errata se instaló en la capital de forma indeleble: la calle Palos de Moguer llegó a la capital en el sigo XIX, cuando se nombró una de las vías que atraviesan Arganzuela en homenaje al puerto del que Cristóbal Colón salió hacia América por vez primera. Su situación estratégica dentro del distrito hizo que también sirviera para dar nombre a una estación de Metro (año 1947) y a uno de los barrios de la capital (1971), por lo que el fallo toponímico se multiplicó por tres.
Aunque el municipio de Palos añadió un de la Frontera a su apellido, en Madrid todo el mundo lo conocía por su nombre oficial de la capital. Así que desde el Ayuntamiento onubense se reclamó al consistorio de la capital la modificación del nombre de la calle en 1979 y después de la estación de Metro, que en 1986 pasó a denominarse con el actual Palos de la Frontera.
Pero el nombre del barrio Palos de Moguer pervive aún en la administración, por lo que el área de Participación ha abierto un proceso para proceder al último cambio que queda y restablecer la denominación correcta al barrio número 26 de la ciudad. Cualquier madrileño mayor de 16 años puede dar su opinión en este trámite, publicado en la página de Decide Madrid. Después, la propuesta se llevará al Pleno y el topónimo inventado pasará al ámbito de las curiosidades históricas de la capital.