El pasado miércoles, 27 de julio, la magnífica Biblioteca Digital Memoria de Madrid compartió en redes sociales la imagen de una terraza del centro de Madrid en 1935 procedente de la exposición (y el libro del mismo nombre) Madrid hace un siglo, que se puede ver en el Museo de Historia de Madrid hasta el próximo 18 de septiembre. La muestra, muy recomendable, está armada sobre imágenes del Archivo ABC seleccionadas por Manu García del Moral, responsable del conocido blog Secretos de Madrid (aquí se puede consultar una versión online de la misma).
En la la instantánea se puede ver a una muchedumbre de madrileños de sombrero y tocado en la animada terraza de Negresco. El texto de García del Moral que lo acompaña nos sitúa a la perfección en el Madrid bien de los años veinte y treinta, en el “tramo de acera de la calle de Alcalá que abarcan los números 38 y 40 y que ocupaban las terrazas de los cafés Negresco y La Granja del Henar, respectivamente”.
Frente a la terraza de camareros con chaquetilla y mesas con mantel, puede oponerse otra fotografía histórica cuya cronología desconozco, pero podría ser equivalente y amplía la visión de lo que era el Madrid de las terrazas –que no se inventó durante la pandemia–. En la última exposición sobre el célebre fotógrafo Alfonso, que pudimos ver en la sala que el Canal de Isabel II tiene en la calle de Santa Engracia recientemente, se podía ver esta foto. Los protagonistas son los clientes de un establecimiento de Tetuán, con una familia popular en primer término sentada en una de las mesitas de lo que parece ser el exterior de una taberna.
Se ha escrito mucho sobre el café madrileño como espacio para tertulias, pero menos acerca de la taberna como centro de sociabilidad y ocio de las clases trabajadoras. En el extrarradio, además, comer, beber, bailar y charlar al aire libre en los merenderos era una conocida tradición. La calle era un espacio de sociabilidad de primer orden en los barrios bajos y los extrarradios, y pronto aparecieron las mesas –sin mantel de hilo– puertas afuera de los establecimientos.
En el texto que explica la fotografía de Negresco se enfatiza con acierto el papel como generador social de la hostelería de la época, “puntos donde había tertulias de periodistas, pintores, escritores, e incluso en el Negresco se empezó a desarrollar una de las primeras, que estaba formada únicamente por mujeres como Carmen Ponce de León o Manolita Rosales”, se explica. De las tabernas merendero de extrarradio cabría decir que sirvieron a menudo como centro de reunión de las tímidas élites de las barriadas en formación desde finales del XIX, y que en ellas también se produjeron numerosos mítines y asambleas.
En Madrid, en suma, la terracita no es una novedad, ni tampoco que estas se vieran envueltas en el debate político, aunque más como escenario que como elemento polémico. En la primera fotografía, datada un Primero de Mayo durante un gobierno de la derecha; y en la segunda, tomada en un establecimiento popular donde se ve gente con ropa de trabajo, se vislumbran diferencias sociopolíticas que eran centrales en sus contextos. Mera sociología de café…o de chato de vino, parecida a la que nos gastamos hoy a cuenta de las cuitas de los hosteleros con Ayuso en algunas zonas de moda.