Los escandalosos datos publicados por este periódico sobre la abundancia de terrazas ilegales en Malasaña muestran un barrio convertido en un lugar sin ley para algunos hosteleros sin escrúpulos, que se saltan la legislación a la torera e invaden el espacio público sin que las multas previstas en el ordenamiento les lleguen a amedrentar.
Este es el primero de los problemas: la actual ordenanza, extraordinariamente generosa para las terrazas, fija como máximo sanciones de 3.000 € a los infractores. Una cifra ridícula si se tiene en cuenta los beneficios que generan para los bares los veladores en los meses de más calor. El segundo de los problemas es la escasa empatía que demuestran los locales que incumplen descaradamente la legislación: las trampas a la ordenanza de algunos bares y restaurantes hacen un gran daño al barrio, a sus vecinos y a sus compañeros hosteleros que sí respetan la normativa. En Malasaña queremos a los hosteleros legales y queremos terrazas. Pero no queremos tramposos.
Los ciudadanos también deberían tomar nota de quiénes cumplen y no cumplen la ley a la hora de consumir en sus locales: puestos a tomar algo en una terraza, mejor hacerlo en plazas donde se sigue la ordenanza a pies juntillas.
Tampoco ayuda a la situación declaraciones de algunas asociaciones hosteleras como La Viña o de partidos como el PP, animando a hacer la vista gorda con la excusa de que generan empleo: el beneficio que consiguen las terrazas ilegales está llevando pérdidas a los bares y restaurantes que cumplen la ley y que se quedan sin clientes porque acuden a las mesas de sus tramposos compañeros. Los hosteleros son los primeros que deberían pedir que la ordenanza fuera cumplida a rajatabla.
El Ayuntamiento de Carmena, por su parte, no ha conseguido en un año controlar las terrazas ilegales y ha visto cómo por ello aumentaba su número de mesas un 10%. Su equipo debería cambiar cuanto antes la ordenanza: primero para incluir mayor transparencia en las concesiones de terrazas y que se muestren, como en otras ciudades, los planos de las mesas permitida junto a un teléfono al que el ciudadano pueda llamar al momento si observa que se incumple. También deberían aumentar las sanciones e incluir el cierre de los locales infractores reincidentes.
Debate aparte es el de si las terrazas deberían ocupar más espacio o menos en las calles. Esa discusión se la dejamos a urbanistas, vecinos, hosteleros y técnicos del Ayuntamiento, que tienen varios meses (los que quedan para que se apruebe la nueva ordenanza) para terminar de definirlo.