La historia de la fuente de la plaza de Santa María Soledad Torres Acosta, conocida como plaza de la Luna, es la historia de un completo desatino, el cual ha llevado a la misma a permanecer más tiempo estropeada que en funcionamiento. La polémica remodelación de la plaza, que no contentó a nadie, si tenía algún atractivo esos eran el jardín vertical instalado en una de las fachadas que cierra el espacio y, justo enfrente, los chorros de agua que, a modo de manantiales, serían los encargados de refrescar la superficie de granito del suelo.
Ambas apuestas fracasaron: la primera, al parecer, por una mala orientación del jardín, aunque también hubo dudas sobre la profesionalidad de la empresa responsable de su instalación; la segunda, según han manifestado de manera no oficial fuentes del ayuntamiento, por haber sido ejecutada el proyecto de manera incorrecta. Ahora, tras un par de meses de obras y un arreglo, aparentemente más profundo, el agua brota de nuevo, lo que permitirá a los vecinos de la zona aliviar el calor que se nos viene encima.
Como novedad, se han instalado unas bolas de acero, que protegen la zona de la fuente. Ha sido una constante la rotura de las lajas de su superficie, provocado principalmente por la instalación sobre ellas de elementos efímeros y pesados de ferias y de, por ejemplo, la pista de hielo que por Navidad se coloca en la plaza.