Los dibujos que colorean el muro de la plaza Juan Pujol se han convertido en uno de los emblemas de Malasaña. Decenas de personas sacan cada semana fotografías en unos muros urbanos que se han convertido de telón de fondo de innumerables instantáneas de líneas de ropa. Su aspecto cambia cada poco, pero no muchos recuerdan cuál es el origen de este extraordinario lienzo para los graffitis.
Era el año 2003 cuando un grupo de alumnos de la cercana Escuela de Arte La Palma se encargaron de plasmar sobre los azulejos de este edificio de viviendas los diseños que previamente habían sido premiados en un concurso organizado por la Empresa Municipal de la Vivienda. Juan Chacón, Patricia Saboya y Esther Moe decoraron con sus pinceles los 25 metros de pared. Este fue el aspecto que dejaron:
La obra fue llevada a cabo gracias a la colaboración de la Escuela de Arte La Palma y la asociación Hispania Nostra y coincidió con un periodo en el que la EMV buscaba el embellecimiento de los edificios municipales, lejos de esta época en la que su nombre se asocia a desahucios y venta de patrimonio público a fondos buitre. El mosaico se montó, según Monumenta Madrid, con la técnica de cuerda seca, a base de azulejos de 15 x 15 centímetros con esmalte cerámico a baja temperatura. El dibujo original representaba a la izquierda al barrio de Malasaña de noche y a la derecha un bodegón de frutas.
Graffitis y nueva creación
Tiempo después de la instalación del mural sobre la medianera del edificio, el graffiti se apoderó del lugar, primero con dibujos poco elaborados, y luego con una reinterpretación del espacio a cargo de auténticas figuras del spray en Madrid. Nombres como los de 3ttman, Remed y Chusky se implicaron en mejorar su aspecto en 2011 y crear una obra de arte urbano -con el permiso de los propietarios del inmueble- que pasó a ser una de las más fotografiadas por los paseantes de la zona. Esta fue la evolución estética del lugar: