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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Las cocinas fantasma siguen abriendo en Madrid pese a la moratoria y las quejas de vecinos: “¿Esta tortura va a ser así siempre?”

Desde hace unas semanas, los vecinos de San Bernardino han empezado a experimentar lo que es vivir junto a una cocina fantasma. En el número 20 de esta calle de Conde Duque, cercana a Princesa, ha encendido sus fogones la empresa Smart Kitchens, uno de esos locales que alquila sus cocinas a proveedores de comida a domicilio. Lo hace pese a que el Ayuntamiento de Madrid prohibió en julio la concesión de nuevas licencias para este tipo de negocios mientras tramita la nueva norma que las regulará.

La de San Bernardino empezó sus obras con una declaración responsable, pero unos días antes de que se anunciara la suspensión de nuevos permisos, pidió la licencia ordinaria. Por eso ha podido abrir ahora. “Se intuye que tenían muy buena información dentro del Ayuntamiento”, apunta con ironía uno de los vecinos que tiene en su patio las dos enormes chimeneas industriales por las que salen los humos de las cocinas, instaladas hace ahora un año en total secretismo sobre un local que hace tiempo había sido una tahona y lo último que había albergado era un supermercado.

“Aunque está al mínimo de su capacidad, ya se empieza a notar mucho”, comenta el mismo vecino, que calcula que solo está operativa una de las siete cocinas, aunque con efectos palpables sobre todos los que allí habitan: “Tenemos ruido de las chimeneas en el patio de luz, sentimos los olores de lo que cocinan y lo de ventilar la casa ya nos tenemos que olvidar, o hacerlo cuando ellos han cerrado”. A ello se le añaden las idas y venidas de los repartidores, que dejan su moto en cualquier lugar -no disponen de aparcamiento cercano- y ocupan la estrecha acera frente a la que está el local.

“Nosotros no estamos en contra de esta actividad, pero sí de que se ubique en una zona residencial” apuntan los vecinos sobre esta cocina fantasma que busca todavía clientes para su negocio en su página web, con lemas como “explota al máximo tu delivery con Smart Kitchen” y “ubicación privilegiada en el centro de Madrid”.

Alegaciones y miles de firmas

Los vecinos de San Bernardino 20 han denunciado la actividad ante la Agencia de Actividades municipal y han colocado pancartas en sus balcones. Además, están unidos en sus reivindicaciones con otros madrileños afectados por el mismo problema en Tetuán o Arganzuela. Todos se han coordinado en un grupo de trabajo auspiciado por la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAMV) para presentar alegaciones conjuntas a la normativa que regulará las dark kitchens, además de miles de firmas que llevan días recogiendo. Está previsto que lo hagan a mediados de noviembre, según las fuentes consultadas por Somos Madrid.

Entre las reclamaciones vecinales más importantes están las de limitar a cuatro el máximo número de cocinas por local, una distancia mínima de 500 metros a centros escolares, hospitales y similares, limitar su horario de actividad de 10.00 a 22.00, prohibir la venta directa al público y que sean necesarios informes ambientales y de movilidad para abrir estos negocios. Además, quieren que todas estas condiciones sean aplicables a las licencias ya concedidas, con un periodo de un año para que las empresas que ya operan se adapten a estas exigencias.

Los grupos de la oposición denuncian que el número de cocinas fantasma se ha disparado en Madrid con la pandemia y el auge de la comida a domicilio. Más Madrid calcula que existen 190, ubicadas en 26 emplazamientos. El PSOE alertó hace unos meses de que a final de año habría unas 250 instalaciones de este tipo. De momento, el área de Desarrollo Urbano no ha desvelado si va a asumir algunas de estas demandas vecinales. Su normativa limitará el tamaño de las nuevas cocinas -no de las anteriores- a 350 metros y la entrega de los pedidos a los riders tendrá lugar siempre dentro del local, entre otras medidas previstas.

Las cocinas fantasma de Alejandro Ferrant 8, en Arganzuela, también abrieron en septiembre y no cumplen ninguno de estos dos puntos de la normativa que entrará en vigor en los próximos meses. Las instalaciones de Cokuking cuentan con 600 metros de superficie y los pedidos los reparten dentro y fuera del local. Lo empezaron a hacer poco después de iniciarse el curso escolar. Este detalle no es menor, debido a que están situadas junto al colegio público Miguel de Unamuno, cuyas familias llevan meses en pie de guerra contra esta dark kitchen.

“Pueden meter hasta 12 cocinas, pero de momento parece que no están todas operativas, calculamos que han encendido unas tres o cuatro”, comentan a Somos Madrid algunos vecinos, que empiezan a notar -como en San Bernardino- las molestias diarias de tener una instalación de cocina industrial a las puertas de sus casas y colegio. “Llegan muchísimas motos que aparcan en cualquier sitio, camiones de reparto por la mañana que se suben a la acera, nos han llenado de cubos de basura...” relatan a este periódico. “La situación es insostenible ¿esta tortura va a ser así siempre?”, lamentan. En redes han publicado multitud de ejemplos gráficos de lo que sufren a diario, que incluye repartidores circulando por aceras a su antojo.

A las puertas de esta cocina fantasma, un cartel pide a los riders que aparquen en el interior del local, a la vez que reclama “silencio” y “respetemos a nuestros vecinos”. Pese a las buenas intenciones, es habitual ver cómo los trabajadores de esta empresa sacan a la calle los pedidos de los repartidores, algo de lo que los vecinos pueden probar con abundante documentación gráfica. “El cartel es lo más cínico del mundo”, denuncian.

En este caso, la empresa se comprometía además a que los repartidores no llegaran en vehículos contaminantes, según consta en la licencia que presentó al Ayuntamiento, a la que ha tenido acceso Somos Madrid: “Todos los vehículos no eléctricos esperarán en el Paseo de las Delicias, que se encuentra tan solo a 50 metros del local. Existirá personal contratado con la única misión de controlar dicho cumplimiento y organizar al personal de reparto”, reza el texto presentado. Los vecinos denuncian que este extremo nunca se ha cumplido.

Mientras esperan a que el Ayuntamiento se pronuncie sobre cómo será la nueva legislación sobre cocinas fantasma en Madrid, en Arganzuela mantienen abierto un frente judicial (consiguieron financiación para hacerlo en verano) y otro administrativo a través de los presupuestos participativos de este año: piden ampliar los espacios comunes del CEIP Miguel de Unamuno comprando la nave industrial que actualmente ocupan las dark kitchens.

Y para el próximo viernes han preparado una Revuelta Escolar mezclada con Halloween temático bajo el lema “No hay nada que dé más miedo que una cocina fantasma al lado de tu colegio”, en el que se darán premios en forma de consumiciones en restaurantes y bares del barrio. “Que también están afectados por la instalación de estas industrias”, añaden.