La portada de mañana
Acceder
Dos correos tumban la tesis del PP: la Confederación del Júcar avisó del peligro
El cortafuegos de Mazón: dos conselleras en la puerta de salida
Opinión - Rompamos el tabú: hablemos de decrecimiento. Por Neus Tomàs

Alzamiento vecinal en el distrito de Madrid con más cocinas fantasma

El ruido de las motos arrancando se ha convertido en una tortura similar a la de la gota para los vecinos de la calle José Calvo, en Tetuán. Lo escuchan cada minuto, de forma continua, cientos de veces en cada turno de comida o de cena. Hasta hacerlos desesperar. El soniquete viene de los repartidores que acuden a las cocinas fantasma que abrieron en el número 10 de su calle hace unos meses y que, con la pandemia, no paran de recibir pedidos de comida para llevar.

Fuera, sobre las aceras de José Calvo, es viernes noche y se acumulan las motocicletas. Varias decenas de riders han llenado los 20 metros de aparcamiento concedidos por el Ayuntamiento para la actividad de esta cocina y empiezan a dejar sus vehículos en medio de las aceras, donde hay hueco. Los hay de todas las cadenas de distribución -Glovo, Deliveroo, Uber Eats, Stuart- aunque los más abundantes son los de Just Eat. También son los que mejor equipados parecen, con casco y abrigo de la compañía. El resto solo tienen el logo de la empresa para la que trabajan en su bolsa de transporte. La mayoría de estos últimos son latinos y algunos van en bicicleta. Como en todos los sectores, entre los repartidores también hay clases, según para quién trabajes.

Los de las mochilas llegan con su moto -aparece uno nuevo cada minuto, es literal-, aparcan, comunican su pedido y esperan a que una pantalla de plasma les avise de que está listo; charlan con sus compañeros, fuman un cigarrillo si les da tiempo y vuelven a marcharse rápido con la comida, camino de la casa de su próximo cliente. A esa hora, el resto de la calle está desierta y solo algún vecino la atraviesa de vez en cuando mientras mira con recelo la frenética actividad del local.

Hablamos con Santiago, uno de los afectados por la veintena de cocinas que están funcionando desde después del verano en los bajos de José Calvo 10. A él, nos cuenta, le afectan el ruido y los olores porque su casa da a la calle de atrás –las cocinas están en una nave, a la que se accede desde su edificio, entre las calles de José Calvo y Margaritas–, pero a otros vecinos les molesta el ruido y la ocupación de la calle, como hemos visto.

“Al principio, con los problemas asociados por la pandemia, cada uno hizo individualmente lo que pudo, contactamos distintos vecinos con diferentes grupos políticos, por ejemplo, pero desde hace unas semanas nos estamos juntando, hemos constituido la Plataforma Vecinal de Afectados por las Cocinas Fantasma. Empezamos seis vecinos y estamos en fase de crecimiento”, nos cuenta Santiago.  

La Plataforma ya se ha reunido con la concejala-presidenta del distrito, Blanca Pinedo (PP), para trasladarle su problema, y se están produciendo muchos contactos con distintos partidos políticos. El martes 30 de marzo se han manifestado en la parte de fuera del Ayuntamiento de Madrid, como ya habían hecho días atrás en la propia calle de José Calvo.

Para la creación de esta plataforma, han contado con la ayuda de la Asociación Vecinal Cuatro Caminos Tetuán, que está obrando de facilitador para tejer la red de vecinos afectados en distintas partes del distrito. “Aunque ya están muy en marcha, la iniciativa de manifestarse frente al Ayuntamiento, por ejemplo, ha surgido de ellos y la han llevado a cabo sin más ayuda nuestra que la  comunicación con la FRAVM para congregar algo  de apoyo”, nos cuenta Antonio Granero, presidente de la asociación vecinal.

A esta red se están uniendo también vecinos que ven las barbas de sus vecinos cortar. Es el caso de la comunidad del número 30 de la calle de Navarra (Bellas Vistas), que han sabido que en lo que era un almacén (lleva largo tiempo vacío), se ha proyectado la instalación de 17 cocinas, que darían al patio de corrala del edificio de dos plantas.

Ángel, vecino de esta comunidad, que es ingeniero, se puso a echar números con las informaciones aparecidas en prensa y vio que no le salían las cuentas acerca del volumen de actividad que generará dicha instalación y la capacidad del lugar donde estaría. Contrastar con otros vecinos afectados le reafirmó en sus temores. En el caso de esta comunidad, se aprobó hace tiempo en asamblea, y antes de que se cerniera sobre ellos la sombra de las cocinas fantasmas, la negativa a instalar chimeneas de tipo industrial en la comunidad. Aún así, esto no es garantía de que la empresa que proyecta instalarlas vaya a cejar en su empeño.

“El problema es que se está aplicando una legislación que no encaja con este fenómeno, que es nuevo”, nos dice Santiago. Durante el encuentro con la concejala-presidenta, esta les dijo que todo era reglamentario y estaba en orden, “”pero el problema es que lo está ateniéndonos a una reglamentación pensada para negocios de restauración, no para este tipo de grandes instalaciones de carácter industrial“, recalca el vecino de la calle José Calvo. Ángel aporta una reflexión interesante al respecto: ”la instalación de este tipo de negocios, dado que gran parte de su actividad se da en la calle, no afecta solo a la comunidad de vecinos con quien se acuerda su instalación“.

Tetuán, terreno abonado para las dark kitchens

El PSOE denuncia que mientras los locales con mayor actividad los montan “grandes holdings asentados fuera de España”, su modelo empresarial está enfrentando en la calle “a los más débiles”: vecinos que viven en barrios humildes contra repartidores que trabajan en condiciones precarias. Y han encontrado en Tetuán un distrito propicio para su modelo de negocio.

Según los datos recopilados por el PSOE y que hizo públicos en la última Comisión de Urbanismo, 12 de los 33 grupos de cocinas fantasma que han aparecido en la capital desde 2019 han abierto en esta zona de Madrid. La mayoría, en las zonas de Bellas Vistas, Berruguete o Valdeacederas, con una estructura urbanística proclive a ello: muchos locales industriales en medio de zonas pobladas, a tiro de moto de las viviendas de los consumidores de comida para llevar.

Cada uno de estos puntos puede alojar hasta una veintena de pequeñas cocinas. Los socialistas calculan que en Madrid operan ya 160 cubículos de este tipo y que cuando acabe el año su número puede superar los 250 en toda la capital, espoleados por la pandemia que ha ensanchado el mercado de comida a domicilio. “La evolución es vertiginosa”, advertía la edil Mercedes González en su última comisión de Desarrollo Urbano antes de ser nombrada Delegada del Gobierno. En ella acusó a Mariano Fuentes, delegado del área, de estar “fuera de la realidad” al no haber acometido todavía una regulación específica para este tipo de negocios.

González detalló en su comparecencia que su grupo ha detectado tres modelos de negocio en el campo de las cocinas fantasma: empresas con filosofía de economía colaborativa, restaurantes reconvertidos en dark kitchens durante la pandemia y un tercer grupo -el que está generando más problemas vecinales- que invierte en este nicho de negocio alquilando locales baratos, con una “intervención negativa en el mercado inmobiliario circundante”, generando “vertidos, ruidos, olores”, apunta la concejala.

“Desde el área de Desarrollo Urbano somos conscientes que esta actividad tiene implicación para los vecinos en los lugares donde se asienta”, le contestó el delegado del área, Mariano Fuentes, además de añadir que actualmente este tipo de actividades no tienen obligación de presentar un informe de impacto de evaluación ambiental, según la actual normativa municipal. Durante su intervención, en la que anunció la intención del Ayuntamiento de suspender el otorgamiento de licencias coincidiendo con la modificación del plan general. “Eso lo vamos a hacer este año”, dijo. “Debemos mejorar estas normas del año 1997 y adecuarlas a 2021”.

Tanto la Asociación Vecinal Cuatro Caminos Tetuán como la Plataforma Vecinal de Afectados por las Cocinas Fantasmas en Tetuán quieren que se vote en pleno una moratoria de licencias que entre en vigor de forma inmediata, pues piensan que la modificación del PGOUM anunciada por el Delegado de Desarrollo Sostenible recientemente irá para largo y no frenará que estas sigan creciendo en número hasta que se inicien los trámites de la modificación. La idea que defienden es que se deberían modificar las licencias para que las instalaciones con muchas cocinas se consideren de una naturaleza industrial incompatible con los espacios residenciales. Tanto el PSOE, que en el Pleno Municipal del martes presentó una serie de propuestas sobre el tema que fueron rechazadas, como Más Madrid, parecen alineados con esta misma postura.

No todas las cocinas fantasmas que se están instalando en Tetuán son iguales. Las hay de distintas dimensiones, que afectarían más o menos a la convivencia con el vecindario. La que hay en Miguel Rubiales, por ejemplo, tiene licencia de venta al por menor de platos preparados al menos desde 2007 y la de la calle Sorgo está en una nave exenta, pero otra que hay en la calle Araucaria también ha suscitado quejas de los vecinos. En definitiva, se trata de un problema de escala, la que podría mediar de la actividad hostelera a la industrial, que debe encontrar acomodo en la legislación lo más rápidamente posible. La Asociación Vecinal de Tetuán Cuatro Caminos, a este respecto, habla de que la consideración de gran cocina podría estar sobre las cinco cocinas.

Nadie esperaba, hace solo unos meses, que la ciudad de Madrid tuviera que enfrentarse a la regulación de un fenómeno que ni siquiera tenía nombre. Ante su irrupción en todo Madrid y, particularmente, en el distrito de Tetuán, los vecinos afectados por cocinas en funcionamiento o en proyecto ya han empezado a unir fuerzas para enfrentarse a este fenómeno novedoso.