En la plaza de la Emperatriz huele a madera recién cortada mientras varios operarios contratados por el Ayuntamiento cargan un tocón poblado de raíces para llevárselo. Este miércoles por la mañana están retirando los últimos restos de las tres enormes acacias de Japón que cortaron el martes, arrancadas durante unas obras para reformar este pequeño remanso triangular de Carabanchel Alto.
La primera tala de Almeida después de las elecciones llegó en este lugar del sur de Madrid sin avisar, en unas obras que llevan varios meses de ejecución y donde en principio se iban a retirar dos árboles, pero la caída de una acacia el pasado mes de marzo -hirió a un vecino en la cabeza- motivó un nuevo estudio municipal que decidió cortar entonces otros siete ejemplares. Hace unas semanas arrancó un cedro llorón situado en una esquina. Y este martes otras tres acacias cayeron bajo la motosierra, ante la indignación de unos vecinos que aseguran a este periódico que nadie les había avisado.
“El árbol que se cayó sí que tenía el tronco podrido pero estos no estaban en mal estado, se encontraban sanos”, lamenta Francisco, el quiosquero de la plaza. “ Antes había un banquito de madera para sentarte bajo los árboles que han talado, en verano se estaba de vicio. Ahora se ha quedado esto como un secarral, en cuanto el sol se ponga arriba, a partir de las once de la mañana, no va a haber quien pare”, lamenta.
Francisco nació al lado de la plaza y desde pequeño recuerda que las acacias estaban en el barrio. “Llevaban aquí toda la vida”, dice a menos de un año de su jubilación, mientras contiene las lágrimas por la tala. Teme que otros tres árboles caigan en los próximos días. “Ayer no me puse a llorar de milagro. Ese que está en la esquina se lo van a llevar por delante”, advierte señalando una de las acacias todavía en pie, cuyo tronco no está protegido de las obras, al contrario que el resto.
“Con lo que cuesta que un árbol que suba para arriba y lo echan abajo en cinco minutos. Los han talado porque molesta al muro, en lugar de hacer una curva y mantenerlos”, denuncia el quiosquero. “La política de este alcalde ya la sabemos cuál es”, contesta cuando se le pregunta si el paso de las elecciones puede haber tenido que ver para el inicio de la tala.
Las sospechas sobre la fecha elegida para la actuación también están presentes en la Asociación de Vecinos de Carabanchel Alto. “Las obras han estado paradas o avanzando muy lentamente durante meses”, advierte uno de sus miembros, Pedro Casas, quien también denuncia que el consistorio no les advirtió de los cortes previstos.
La versión oficial del Ayuntamiento es que se van a talar finalmente siete árboles en la plaza. Fuentes del área de Obras y Equipamientos explican que el proyecto inicial preveía la retirada de dos, pero después del accidente de marzo, ante la caída de un ejemplar de grandes dimensiones, técnicos del Ayuntamiento llevaron a cabo un estudio para revisar las previsiones y propusieron más apeos.
“Las afecciones derivadas del desarrollo de las raíces de algunos árboles y su integración con infraestructuras y elementos constructivos ya existentes, habida cuenta de que se trata de una zona urbana muy consolidada, además de su estado fitosanitario, han determinado la necesidad de la tala adicional no prevista inicialmente”, añaden las mismas fuentes.
El Ayuntamiento destaca que las obras incluyen la plantación de 24 nuevos árboles, a los que hay que añadir la sustitución de todos los talados “por nuevas especies de gran porte”, con mejores condiciones para el desarrollo de sus raíces, mejor drenaje y sistema de riego, “garantizando la salud futura de estos ejemplares y las condiciones de seguridad para los usuarios de la plaza”. También habrá 1.200 arbustos nuevos en zonas ajardinadas.
“Si llego a estar me subo al árbol para que no lo quitaran”
“Para volver a recuperarlos van a pasar décadas, era una arboleda preciosa”, se queja Raúl, otro de los vecinos afectados por la tala. Sus frondosas ramas le refrescaban su piso todos los días, protegiéndolo del calor del sol de la tarde.
Él vio los efectos de la tala al volver de trabajar, cuando comprobó cómo habían desaparecido las ramas que llevaban delante de su casa desde que nació, hace 43 años. “Si llego a estar aquí me había subido a un árbol para que no lo quitaran” aseguraba a uno de los operarios que retiran la última rama del “arboricidio”.
Raúl incide en la “indefensión” que siente ante los hechos de este martes: “Los vecinos tenemos que poder alegar algo para que no nos quiten los árboles, las cosas no son así”, lamenta. “En lugar de ir palante vamos para atrás, la ciudad cada vez será más caliente. Es una putada para nosotros que nos los hayan quitado”.
Algunos vecinos de Carabanchel se movilizaron ayer martes para intentar frenar la tala. Llamaron incluso a la Policía Municipal. Pero los agentes comprobaron que los permisos estaban en regla y la motosierra continuó su trabajo. Este jueves los habitantes de la zona se han citado para protestar en la misma plaza de la Emperatriz. Será en una concentración convocada a partir de las 11.00 por la asociación de vecinos. Su objetivo es que no se talen más árboles y que los que quedan sirvan “de pulmón y sombra en una zona de mucho tráfico rodado y afluencia peatonal”.