Cambio de táctica en los 'anuncios cutres' de inmobiliarias en Madrid: ofrecen 200 euros a vecinos por conseguir vendedores

Luis de la Cruz

Madrid —
10 de abril de 2024 11:56 h

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En junio de 2022 una exposición temporal de 13 artistas internacionales ocupó el local vacío de una antigua mercería del barrio de Valdeacederas. La propuesta jugaba con la relación entre el arte y la gentrificación con una metáfora bastante literal: una de las obras era un gran mosaico de anuncios  del tipo “URGE COMPRAR PISO EN ESTA ZONA”.

La instalación del artista Ivan Cichetti reproducía una realidad que los vecinos del barrio de Valdeacederas ya conocían, pero en 2024 los anuncios de presuntos inversores, compradores y vendedores, que a estas alturas todo el mundo sabe son en realidad agencias inmobiliarias, siguen inundando los buzones del barrio con su márquetin de guerrilla.

Junto con estas tretas promocionales, se han hecho frecuentes también las ofertas a pie de rellano de los comerciales de las agencias preguntando por la existencia de vecinos que quieran vender sus propiedades. La última de las hojas volantes que han aparecido en el barrio de Valdeacederas –desde hace ya semanas los parabrisas están llenos, según nos explican los vecinos– van un paso más al hacer explícita la tentación de involucrar al vecindario en la red inmobiliaria.

“Estimado vecino: teniendo en cuenta la alta demanda de compra de propiedades en nuestro barrio, solicitamos su colaboración. En caso de proporcionarnos información fidedigna sobre algún vecino que esté vendiendo y / o quiera darnos a la venta su propiedad, le compensaremos con un pago inicial de 200 euros, además de una bonificación adicional de mil euros una vez se haya concretado la venta. Agradecemos de antemano su colaboración.”, dice el anuncio.

Llamamos al teléfono de contacto para preguntar y nos atiende el empleado de la inmobiliaria Valore, cuya sede está situada en la calle del Aviador Zorita, en la zona este del mismo distrito de Tetuán. El interlocutor, que en un principio no identifica el nombre de la empresa –es necesario preguntárselo– explica el método de trabajo:

“Nosotros somos como una inmobiliaria, bueno, somos una inmobiliaria. Necesitamos que usted conozca a la propiedad, en ese caso concertamos una cita en su domicilio los tres y si nos da la exclusiva de la venta durante tres meses le damos inmediatamente los doscientos euros. Luego, si conseguimos venderlo también tendría una comisión”

Antes de despedirnos –la llamada no se cuelga– se escucha a la persona que nos atiende explicar a un compañero que han llamado estos días bastantes personas interesándose por la comisión a raíz de los anuncios pero que de momento no han llegado las citas.

Es probable que el “nuestro barrio” del anuncio delate que la publicidad podría encontrarse en otros, pero su presencia en el de Valdeacederas no es casual. La barriada está inmersa en un proceso de cambio considerable ligado al sector inmobiliario, que ofrece un paisaje de siluetas de casas bajas derribadas, promociones inmobiliarias en curso –hasta el 60% de las del distrito de Tetuán según El Economista–, y desalojos ocultos como el del edificio de Salvia 1, cuyos inquilinos luchan contra la expulsión de su casas tras la compra del edificio por parte del fondo Elix.

“Ya sabemos cómo está el barrio, y más desde lo de las torres [se refiere a los rascacielos de lujo Skyline, en el Paseo de la Dirección], pero esto me parece un paso más, como un capitalismo popular terrible, una estafa piramidal. Muy grave”, explica un vecino del barrio que nos ha hecho llegar el pasquín. “Me he dedicado a ir quitándolos de todos los coches”, añade.

La vieja imaginería ciberpunk hacía pensar en una ciudad del futuro sofisticada, de la mano de la tecnología. Dos décadas después de pasado el año 2000, el cambio está arribando a nuestras ciudades a través de anuncios escritos a mano y reproducidos en máquinas con el tóner desgastado. La realidad es más cutre pero el sufrimiento de los vecinos es compartido con los personajes de aquellas fantasías distópicas.