Un símbolo del neomudéjar popular resiste: Bravo Murillo 315 seguirá luciendo sus ladrillos gracias a la lucha vecinal

Somos Tetuán

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El edificio de Bravo Murillo 315, un imponente ejemplo de neomudéjar popular abandonado a su suerte, dio el pistoletazo de salida al heterodoxo movimiento vecinal que ha puesto de moda con reivindicaciones patrimoniales y actos culturales el peculiar estilo de las antiguas periferias madrileñas.

Un grupo de vecinos interesados por el patrimonio, historiadores, arqueólogos, urbanistas y un largo etcétera de tipologías vecinales sin necesidad de apellidos, se congregaron ante la amenaza de derribo del edificio. Fue la semilla del mapeo vecinal y campaña pública que ha acabado con una moratoria para la demolición de estos edificios obreros de ladrillo hasta que el Ayuntamiento estudie cuáles de ellos deben ver aumentada su protección urbanística.

Estos días algunos vecinos han alertado de que ha comenzado la demolición por la parte de detrás el edificio de Bravo Murillo en cuestión. Lo que es sin duda una mala noticia, lo es un poco menos gracias al esfuerzo del Grupo por la Protección del Patrimonio de Tetuán y la Asociación Vecinal Cuatro Caminos-Tetuán, que se personaron en septiembre de 2021 en el expediente del edificio, dentro de la Comisión para la Protección del Patrimonio Histórico, Artístico y Natural (CPPHAN), para pedir la protección de la fachada.

La fachada contaba con una catalogación 3, nivel Ambiental, apareciendo grafiada en el Plano de Análisis correspondiente como elemento de restauración obligatoria, pero el proyecto en marcha preveía la demolición total. El grupo declaraba entonces a este medio que “la conservación de la fachada –para el edificio entero ya llegamos tarde– no es lesiva para los intereses del promotor, que podría construir el mismo número de metros, pero tendría que conservar la fachada.”

Finalmente (y tras pasar dos veces por la comisión) el promotor presentó un proyecto que desmontará y remontará los materiales originales (toda la rica cerrajería, la mayor parte del ladrillo y el zócalo de granito) para reconstruir la fachada original e integrarla en la nueva. El edificio de 1900 no existirá más pero, al menos, si el proyecto se lleva a cabo con tino, su característica impronta permanecerá en el mismo punto de la calle de Bravo Murillo que siempre, separado por una franja de vidrio retranqueada de los tres pisos superiores, de fisonomía actual.

La intención es “integrar elementos ornamentales en las jambas y en los machones tomados directamente de la planta baja, y se recupera el taqueado de remate bajo la línea de balcones”. En la primera planta también se recuperarán elementos representativos del actual edificio, “como los aparejos de la línea de imposta de la cornisa, las guarniciones de los balcones y las barandillas de rejería sobre las que se, propone su desmontaje, limpieza de pinturas y óxidos”. Se estima que, del resto de materiales, puedan salvarse la mitad.

Bravo Murillo 315 está situado junto al Centro de Especialidades José Marva, cuya remodelación está en ciernes. Algunos vecinos creen que el edificio, que fue subastado por Hacienda, hubiera sido la perfecta ubicación para situar en él un Servicio de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) abierto 24 horas para el Distrito, vieja petición vecinal nunca satisfecha. En todo caso, desde el Grupo por la Protección del Patrimonio de Tetuán celebran como un pequeño triunfo que el rastro del edificio, para el que ya había licencia de demolición cuando ellos entraron en el caso, no haya desaparecido para siempre.