Madrid es un hervidero preelectoral de obra pública y el pasado jueves por la mañana, en el parque El Calero (barrio de la Concepción), los obreros trabajaban a buen ritmo en la reforma de esta zona verde, mientras algunas personas paseaban por las áreas no valladas. Una mujer mayor, sentada en un banco junto a su cuidadora, preguntaba extrañada acerca de la gran capa grisácea de algo parecido al cemento que se extendía frente a ella. Le llamaba también la atención que, mientras que en algunos árboles se han dejado buenos parterres, en la mayoría el relleno avanza hasta tocar el tronco.
“Pero luego el suelo tiene otro color, cuando lo acaban”, advertía su acompañante. Efectivamente, al otro lado del parque, en las zonas donde la obra está más avanzada, el material pétreo ha sido cubierto con una finísima de capa de tierra y el aspecto del lugar vuelve a lucir como el del terrizo habitual.
No es el único parque de Madrid donde el tono grisáceo de las obras ha generado revuelo entre el vecindario. El viernes por la tarde, medio centenar de vecinos de Latina se autoconvocaron junto al tiovivo del Parque Aluche para hablar de ello. Esa misma semana, algunos vecinos habían dado la voz de alarma: “Nos están cementando el parque”, aseguraban. Gente mayor, scouts, participantes en la CABA (Casa Autogestionada del Barrio de Aluche), familias que venían con los niños del cole o miembros de la Asociación Vecinal de Aluche improvisaron un recorrido por el parque en obras, examinándolo, hasta que la marcha fue, al final, disuelta por la policía.
Daniel, uno de los asistentes en la reunión vecinal, a la que acudió con su hija de seis años y otros compañeros del colegio público La Latina, explica sus sensaciones con las obras. “El parque es el centro de la vida de este barrio y lo queremos verde, lleno de flores, lleno de vida...”. Habla con una voz calmada pero incapaz de ocultar el enojo y apela a la necesidad de la movilización vecinal para revertir el nuevo manto pétreo. “Se han estado valorando posibles acciones para protestar, desde luego se va a seguir”, nos cuenta.
El Ayuntamiento de Madrid ha explicado a este medio que en el Parque Aluche (como en El Calero) se está extendiendo zahorra y polvo de zahorra compactado en los caminos y zonas estanciales, un relleno que luego se cubrirá con una fina capa de arena natural de río. La ventaja de este tipo de material, explican desde el consistorio, es que no tiene plasticidad y drena bien, por lo que no se embarra. La zahorra es el material de relleno grisáceo y duro (son básicamente piedras compactadas) que los vecinos identifican con cemento y se está utilizando actualmente en todos los parques de la ciudad en los que se interviene.
Este medio ha contactado con jardineros e ingenieros agrícolas que validan la explicación de que, efectivamente, al ser un material traspirable no debería ser dañino para los árboles, aunque en algún caso especifican que “convendría no llevarlo hasta el propio ejemplar, como se está haciendo”. El método cuenta con el respaldo de profesionales del sector, sin embargo, otras voces cualificadas ponen en duda la conveniencia de pavimentar los parques de esta manera, por más que luego se añada una base de tierra para hacerlos más cómodos y estéticos.
Desde Ecologistas creen que “apisonar los terrenos con plantación de arbolado puede crear cizallado de las raíces, dañando severamente a los árboles” y que el planteamiento que el Ayuntamiento está haciendo para las obras de reforma “va de la mano únicamente de facilitar el mantenimiento del parque, cuando lo cierto es que la solución para que las zonas más abandonadas del parque no se conviertan en barrizales va de la mano de un correcto ajardinamiento para la recuperación del firme. Esa compactación del terreno facilita el acceso de maquinaria en vez del de jardineros capacitados para hacer el trabajo de manera manual, como debería ser”.
Te Estoy Poniendo Verde es un colectivo de jardinería, agroecología y educación ambiental. Nos cuentan que, más allá del sistema utilizado para los caminos de los parques y su validez técnica, en su opinión el modelo genera zonas que son solo de paso: “La práctica lleva a un diseño en el que la zona verde se arrincona y aparecen amplias zonas que, aunque tienen árboles, sin vegetación baja no invitan a quedarse, observar, ir con calma…” Invitan a profundizar en experiencias como Alcorques vivos, en Rivas, que incorpora pequeños microhábitats en los alcorques.
El Ayuntamiento afirma que no se ha eliminado ni un centímetro cuadrado de zona verde pero los vecinos de Aluche indican que determinadas áreas del parque ahora zahorradas presentaban no hace tantas praderas, aunque ralas, mal cuidadas y nunca bien recuperadas completamente después de Filomena por falta de mantenimiento. En este sentido, Ecologistas concreta que se ha intervenido en zonas que “presentaban afloraciones vegetales espontáneas. Eran terrenos muy pobres, pero medianamente naturales. Las fotografías mostraban conatos de reverdecimiento en zonas intervenidas que ya no serán posibles”.
Crece el miedo a la cementización de Madrid
No es de extrañar que la sombra del cemento acercándose al verde provoque una reacción visceral entre los vecinos de Madrid. Esta misma semana han trascendido también las impactantes fotos de quince alcorques clausurados en una placita de Villa de Vallecas (junto a la calle Milmarcos). La panorámica de la explanada adoquinada con los alcorques sellados da la razón a los movimientos vecinales que hace meses anunciaron que harían inventarios populares de árboles por miedo a que la solución ofrecida por el plan Alcorques cero del Ayuntamiento consistiera, en parte, en reducir las estadísticas de falta de árboles sellando muchos de los huecos vacíos.
El sellado de alcorques ha sido denunciado por colectivos vecinales y ecologistas también en otras coordenadas de la ciudad, como la Plaza de Peñuelas, y fotografías de decenas de árboles abrazados por el alquitrán en la Alameda de Osuna hicieron llevarse las manos a la cabeza a muchos vecinos del barrio de Barajas el pasado mes de octubre. En general, el actual ciclo de obras, acelerado por la cercanía de las elecciones municipales, no está tratando bien nuestro arbolado, según ha denunciado Ecologistas. El descontento al respecto está en el aire y cristalizó el pasado 1 de diciembre en una concentración de más de 20 asociaciones vecinales y medioambientales frente al Ayuntamiento por otro modelo de ciudad, en la que uno de los lemas más presentes fue “Almeida, escucha, los árboles se luchan”.
El escándalo causado por la reforma sin vegetación ni sombra de la Puerta del Sol –una plaza que, por otra parte, hace muchos años que es así– da medida de la creciente preocupación por la renaturalización de la urbe. Sol recogió la indignación de ser la madre de todas las plazas duras que desde hace años pueblan Madrid. Espacios pavimentados a mayor gloria del arriendo temporal de espacios –la corta historia de la nueva Plaza de España es elocuente–, la facilidad de control y el ahorro en la partida de mantenimiento, manguerazos mediante.
Desde el colectivo Te Estoy Poniendo Verde insisten que priorizar las superficies duras sobre la tierra significa dejar de lado dos aspectos claves y básicos a la hora de naturalizar las ciudades: el medioambiental y el social:
“Un árbol no plantado en tierra, o en un alcorque con cemento, no será capaz de cumplir con sus principales funciones y beneficios. Dará poca sombra porque no podrá crecer mucho, ya que su raíces no tendrán el espacio suficiente para hacerlo y tampoco podrá aportar nutrientes al suelo y mejorarlo; no se convertirá en un buen reclamo ni refugio para aves, ni para insectos polinizadores, tan importantes de proteger.
Por otra parte, en verano, en Madrid, estos parques, estarán vacíos durante el día, porque el suelo y los bancos (que también los están poniendo de cemento), quemarán, por lo que no se convertirán en espacios de disfrute y socialización. No favorecen tampoco a un juego infantil libre y naturalizado (entre otras cosas, el cemento hace daño cuando te caes, la tierra no) y las personas finalmente, buscarán la sombra de las sombrillas de las terrazas“.
La sensibilización ciudadana hacia lo verde también se ha incrementado con las talas de árboles que se han llevado a cabo en la reforma de algunos espacios públicos últimamente, como es el caso de la Plaza del Carmen, que ha perdido numerosos ejemplares de gran porte, el parque de la Cornisa, o en las obras de General Perón. Y la prevención ante los materiales duros se alimenta de otras reformas recientes en los espacios verdes. Innovaciones que no convencen a muchos, como el sellado de las zonas ajardinadas de la Plaza de las Descalzas, en cuya zahorra muchos vieron una operación para hacer más diáfano el espacio a fin de ahuyentar de las cercanías de un nuevo hotel de lujo a los sinhogar que acostumbraban a dormir allí.
“Toda transformación urbana ahora mismo debería estar encaminada a la ecologización de las ciudades. Así lo mandan Directivas europeas y se está planteando en otros países pero en Madrid no se está haciendo”, explican desde Ecologistas.
Curiosamente, mientras que la zahorra ocupa el lugar de los terrizos de los parques –quizá no haya más generaciones que jueguen a escavar o a manufacturar carreteras peraltadas para las chapas– el Área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid ha distribuido por la ciudad una serie de microviveros de madera con semillas –campaña promocional del Bosque Metropolitano– con el lema “Madrid, si cuidas esta tierra, ella te cuidará a ti”.