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Una veintena de arquitectos denuncian los daños que el Ayuntamiento de Madrid provocará en el edificio del MediaLab

Una de las plantas del edificio de Medialab Prado, en el centro de Madrid.

Peio H. Riaño

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Más de veinte arquitectos, entre los que se encuentra Juan Navarro Baldeweg, Belén Moneo, Iñaqui Ábalos, Emilio Tuñón o Fuensanta Nieto, han firmado una carta para impedir la destrucción del proyecto MediaLab en la antigua Serrería Belga, como pretende el Ayuntamiento de Madrid. A pesar de la rehabilitación sin estrenar de 3.000 metros cuadrados en el Centro Cultural Conde Duque, para la adecuación del Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, el Área de Cultura que dirige Andrea Levy quiere trasladar parte de la colección al edificio del que desaparecería MediaLab.

Los arquitectos movilizados aseguran que esta decisión afectará al bien arquitectónico: “La transformación del edificio en un espacio museístico conllevaría cambios profundos en su programa funcional y formal, que afectarían tanto a la distribución de los espacios y elementos interiores del mismo, como a su imagen y fachada para controlar las condiciones museísticas de la exposición de las obras o circulaciones”, explican en la carta a la que ha tenido acceso este periódico. 

Denuncian “una falta de cuidado hacia los procesos públicos” que se desarrollaron en la creación del espacio, auspiciados bajo el consenso político y técnico. La rehabilitación de la Serrería Belga tiene “un indudable valor dentro del patrimonio industrial de esta ciudad” y fue fruto de un concurso convocado por el Ayuntamiento de Madrid en colaboración con el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM) en 2006. El edificio fue inaugurado en el año 2013. Alterar una obra arquitectónica como pretende hacer el Ejecutivo de José Luis Martínez Almeida, “supondría un grave retroceso en las garantías de construcción de ciudad desde las instituciones públicas”, indican los expertos. 

Los firmantes alertan que un cambio de uso como este, en el plazo anunciado de seis meses, implicará la alteración del carácter esencial del proyecto, tanto de forma como de identidad. Plantear estas modificaciones, en contra de los desarrollado por el estudio de arquitectos Langarita Navarro, “implicaría la afectación de sus derechos morales en tanto los autores están legitimados a exigir el respeto a la integridad de la obra e impedir cualquier deformación, modificación, alteración o atentado contra ella que suponga menoscabo a su reputación”, indican en el escrito. 

El mayor inconveniente al intentar convertirlo en museo es su extrema luminosidad. Casi el 60% de su fachada son ventanas. Una sala de exposiciones necesita de un alto control de las condiciones lumínicas y de conservación. Es decir, cualquier esfuerzo por convertirlo en una caja blanca anularía su valor patrimonial. “Acabar con la transparencia de las fachadas acrisoladas iría en contra de la protección del edificio”, añaden. Además, consideran que no es realista culminar un proceso delicado como este en seis meses cuando se tardaron seis años en materializar la apertura de MediaLab. Los demandantes exigen un debate público previo y la intervención de entidades profesionales e institucionales académicas para que analicen su viabilidad. “El caso que motiva esta carta podría suponer un mal ejemplo para el futuro de Madrid”, avisan los firmantes. 

Por otro lado, en el expediente que el consistorio envió a UNESCO para reclamar la declaración de Patrimonio Mundial del conocido como Eje Prado, se incluía MediaLab como centro cultural de especial relevancia, porque la organización internacional tiene en alta consideración aquellas unidades que alimentan la participación ciudadana. El comité nacional del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS) ha escrito al Ayuntamiento para mostrarle su “profunda preocupación” ante el cambio de identidad del espacio y advertirle de lo “inapropiado y pernicioso” que sería una modificación de tal calado en el bien y, por tanto, en la candidatura a formar parte de la deseada lista de Patrimonio Mundial. ICOMOS tiene un papel determinante como organismo asesor en lo relativo al seguimiento de los bienes inscritos y candidatos a la citada lista, que decidirá qué nuevos bienes incluir el próximo junio y, probablemente, en China.

Desde ICOMOS añaden a este periódico que MediaLab ocupa un lugar muy relevante en la candidatura y que desconocen qué centro quiere el Ayuntamiento crear en el lugar, porque no se han puesto en contacto para informarles. “Si es un Museo de Arte Contemporáneo no tiene mucho sentido porque al lado está el Museo Reina Sofía. Si proponen el traslado afecta y amenaza a la candidatura”, explican fuentes de ICOMOS. El consistorio tendrá que hacer un nuevo expediente y proponerlo, pero ya no aparecería la parte esencial del trabajo con la comunidad, por lo que la candidatura podría morir con MediaLab.

Desde el Área de Cultura se asegura a este diario que “la salida de MediaLab no afecta a los valores de la candidatura”. Además, indican que en el dossier presentado “se describía brevemente la labor de MediaLab”. Sin embargo, se incluye una amplia definición de nueve párrafos, similar a la que hace del Museo del Prado, la Estación de Atocha, el Caixaforum, el Hotel Ritz, el Jardín Botánico o el Banco de España. En dicha descripción se destaca el MediaLab por haber creado un modelo de cultura pública denominado “laboratorio ciudadano”, “que es reconocido a nivel internacional”, cuenta el Ayuntamiento a UNESCO, porque “forma parte de diversas redes de colaboración internacional en materia de innovación ciudadana, cultura maker y cultura libre”. 

Reconoce en su escrito presentado en 2019 que la Serrería Belga -de los años veinte del siglo XX- es uno de los pocos ejemplos de arquitectura industrial que sobreviven en el centro de Madrid y cuya rehabilitación ha sido galardonada con el Premio XII Bienal de Arquitectura y Urbanismo de España, con el Premio COAM 2013 y el Premio Sacyr 2014. “La obra arquitectónica se basa en un formato contemporáneo que va más allá del concepto convencional de un proyecto de renovación”, indica el consistorio en su candidatura. También reconoce que MediaLab “proporciona un lugar de encuentro y herramienta para que los ciudadanos encuentren y realicen experimentos y proyectos culturales que luego documentan y comparten en Internet”. El Ayuntamiento tendrá que rectificar la candidatura, justificar el cambio e incluir un centro que todavía no existe. Tiene seis meses para hacerlo si quiere aspirar a ser parte de la Lista de UNESCO. 

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