Las circunstancias y la propia competencia entre ellas han querido que dos de las grandes marcas alemanas, Audi y Mercedes, hayan desvelado con pocas semanas de diferencia sus primeros modelos 100% eléctricos, ambos además en formato SUV como mandan los tiempos. Si hace unos días teníamos ocasión de probar el e-tron, de la firma de los aros, en carreteras de Vizcaya, ahora es la de la estrella la que está presentando a la prensa internacional en Noruega el EQC, que inaugura una familia de vehículos de baterías a la que va a destinar la friolera de 10.000 millones de euros (más otros 1.000 para producción de baterías).
Con 4,76 metros de longitud y 2,5 toneladas de peso, el EQC se sitúa entre el GLC, del que toma la estructura, y el GLE. Dispone de dos motores eléctricos, uno en cada eje, que rinden en conjunto 408 caballos y de una batería de 80 kWh de capacidad con la que puede recorrer un máximo de 416 kilómetros, de acuerdo con el protocolo WLTP. Necesita 5,1 segundos para pasar de 0 a 100 km/h y tiene la velocidad limitada a 180 km/h, algo menos que sus principales competidores: Tesla Model X, Jaguar i-Pace y el citado e-tron.
El alcance máximo del coche varía en función del estilo de conducción y de la elección entre cinco programas: Comfort, Eco, Max Range (autonomía máxima), Sport e Individual, este último configurable por el usuario. En los modos más enfocados a la eficiencia funciona un dispositivo háptico que hace saber al conductor que, a partir de cierto punto de presión sobre el pedal del acelerador, el consumo de batería se incrementa de forma considerable.
Además, como se va haciendo cada vez más habitual en los vehículos eléctricos, es posible gestionar la recuperación de energía mediante las levas situadas detrás del volante. La de la derecha disminuye la capacidad de frenado regenerativo y la de la izquierda puede aumentarla hasta el punto de que cabe conducir únicamente con el acelerador: el coche acelera cuando lo pisamos y decelera/frena cuando levantamos el pie del pedal.
A la venta desde 77.425 euros, el EQC se entrega al cliente con un cargador de 7,4 kW para toma doméstica. También incorpora un puerto CCS, el estándar europeo de carga rápida que soporta una potencia de hasta 110 kW y permite pasar del 10% al 80% de batería en alrededor de 40 minutos.
Comparado con un GLC, el nuevo SUV de Mercedes se caracteriza en lo estético por una parrilla frontal que ya no cumple prácticamente funciones de refrigeración y que tiene como fondo un gran panel negro en el que se inscriben también los grupos ópticos, dotados de luz diurna en forma de antorcha. Otros rasgos clave de diseño son la baja línea de cintura, un tramo final de carrocería tipo cupé, el trazo luminoso que recorre íntegra la zaga y la ausencia de barras de techo, tradicionales de los SUV pero aquí ineficientes desde el punto de vista aerodinámico.
En el interior hay espacio suficiente para cinco personas, aunque en este caso no se disfruta de un rasgo común de los modelos eléctricos como es la supresión del túnel de transmisión (otra herencia del GLC). El maletero, de 500 litros de capacidad, desluce al lado de los de los rivales mencionados anteriormente.
Por el contrario, la parte delantera del habitáculo resulta más espaciosa que la del GLC en ausencia de palanca de cambios en la consola central. El aire general es de modernidad gracias a las dos pantallas de 10,25 pantallas destinadas a la instrumentación y el infoentretenimiento, así como a las novedosas salidas de aire, entre otros elementos que abundan en el refinamiento habitual en la marca de Stuttgart.
Al tratarse de un vehículo eléctrico, la interfaz MBUX del EQC incorpora funciones específicas que serán comunes para toda la familia EQ, entre ellas la información sobre autonomía disponible, estado de carga y flujo de energía. Por supuesto, el navegador es de tipo inteligente para planificar la ruta (y modificarla sobre la marcha) en función de la carga de la batería, el emplazamiento de los puntos de carga y el tipo de conducción.