Cuando un coche concentra buenos resultados de ventas, críticas positivas y reconocimientos variados, difícilmente se debe a una casualidad. Desde luego, no es el caso del Kia Sportage en su quinta generación, que atesora galardones como el del Coche del Año en España 2023, toda clase de parabienes de la prensa especializada y, lo más importante, unos registros de ventas sobresalientes.
Hay un extenso ramillete de motivos que explican por qué el Sportage es sin duda uno de los coches del momento. Para empezar, conviene mencionar sus preceptivos cuatro metros y medio de longitud, que hacen de él un SUV de tamaño contenido pero que proporciona una gran amplitud interior —es notable el espacio en las plazas traseras— y dispone de un maletero muy capaz para transportar el equipaje de toda la familia clásica de hoy —de cuatro miembros—, con entre 526 y 591 litros en función de las diferentes versiones.
El diseño exterior presenta un aire moderno e incluso un punto audaz, aunque no tanto como para ahuyentar a ningún usuario ni incurrir en la estridencia. Del mismo modo, el interior, que preside una enorme pantalla de tipo Supervision que se adueña del salpicadero, se percibe como avanzado y tecnológico sin llegar a abrumar.
El mismo equilibrio distingue a este Kia en el apartado dinámico, pues resulta tan ágil como neutro de reacciones —así como cómodo sin que la suspensión maltrate a los ocupantes—, y en el de acabados, ya que cuenta con buenos materiales y esmerada terminación. La gracia es que todo ello sea compatible con una factura final —que luego detallaremos— cuya magnitud se mantiene en un umbral razonable para los tiempos de inflación que corren.
Siendo todo lo anterior bueno, tal vez lo mejor es que el nuevo Sportage se ofrece en una variedad de opciones mecánicas poco habitual, esto es, en versiones de combustión —de gasolina y diésel—, microhíbridas también de gasolina o diésel, full hybrid e híbrida enchufable. Cada una de ellas tiene sus ventajas, al mismo tiempo que pocos inconvenientes que puedan llegar a considerarse propiamente defectos. Se trata, más bien, de variantes que encajan -cada una- en un tipo de cliente y de necesidad.
Por ejemplo, el Sportage híbrido enchufable (PHEV) puede presumir de cualidades como una elevada potencia, de 265 caballos, que resulta de sumar el empuje de un motor de gasolina de 179 CV y el de otro eléctrico de 67 kW, alimentado este por una batería de 13,8 kWh. Esta versión permite recorrer unos 55 kilómetros —70 km oficialmente— en modo eléctrico, es decir, sin ruido ni emisiones. Si nos tomamos la molestia de recargar el coche antes de cada uso, la mayoría de los desplazamientos cotidianos pueden hacerse con el motor de combustión apagado, y el distintivo ambiental cero emisiones que le corresponde a esta variante evita al conductor todas las restricciones a la circulación.
El Sportage PHEV llama también la atención por su capacidad de recuperar energía para la batería, algo que podemos conseguir no solo en las frenadas y deceleraciones, sino también haciendo uso del modo de conducción deportivo (Sport), en el que prima la acción del motor de gasolina, en cuanto dejamos atrás la congestión del tráfico urbano y salimos a carretera abierta.
De la versión de hibridación ligera o mild hybrid destacaríamos, además de la etiqueta Eco que lleva aparejada, la ligera reducción del consumo que se obtiene al combinar un sistema eléctrico de 48 voltios con un motor de gasolina de 150 CV, o bien uno diésel de 136 CV, a los que aquel asiste en determinadas circunstancias. El conductor no percibe el funcionamiento de la tecnología embarcada, salvo si presta atención al pequeño diagrama emplazado en el cuadro de instrumentos.
Tal vez el más redondo
Por su parte, el Sportage híbrido puede resultar el más equilibrado de toda la familia, o al menos el más adecuado a los tiempos actuales para una gran parte de la población. Nos referimos a que no exige disponer de un punto de carga a disposición del usuario, como el PHEV, y a que su consumo sí es claramente inferior al del modelo mild hybrid, con el que comparte —eso sí— la etiqueta Eco. Ello se explica porque la parte eléctrica tiene en este caso un peso mayor.
Por potencia (230 CV) y prestaciones, la versión full hybrid se acerca al nivel del híbrido enchufable. En cuanto al gesto de combustible, puede situarse fácilmente en el entorno de los 6,5 litros/100 km, un dato más que razonable para un SUV de estas dimensiones y alrededor de 1.800 kilos.
La clave de esta eficiencia hay que buscarla en una pequeña batería que, siempre que disponga de carga suficiente —es fácil lograrlo practicando una conducción normal—, permite que el coche circule en ciudad la mayor parte del tiempo en modo eléctrico, impulsado por su motor eléctrico de 44,2 kW y con el de combustión, de 179 CV, apagado.
Como hemos visto, las versiones electrificadas del Sportage presentan virtudes suficientes para satisfacer las variadas necesidades de los usuarios actuales, y el modelo puede solicitarse además en otras que podemos considerar tradicionales, equipadas con motores de gasolina y diésel sin hibridación.
La lista de precios arranca en los 29.709 euros que cuesta la variante de gasolina de 150 caballos en acabado Concept y con tracción delantera. Los híbridos ligeros parten de 33.109 euros, correspondientes a ese mismo motor pero asociado a la tecnología de 48 V, e incluyen la versión especial comercializada con motivo del 30 aniversario del Sportage, que cuenta con abundante equipamiento específico y sale por 37.158 euros.
El híbrido más asequible —38.158 euros— es el de acabado Drive y tracción 4x2; por el más costoso, un GT-Line con tracción a las cuatro ruedas, hay que pagar 49.758. Por último, el híbrido enchufable está disponible entre 46.020 y 54.720 euros según el nivel de equipamiento.