Hyundai Tucson híbrido, de nuevo en punta de lanza

El Hyundai Tucson es de esos productos que no fallan. Después de un breve periodo durante el que sus ventas se vieron ligeramente frenadas, coincidiendo con el último periodo antes de su renovación, ha vuelto a reponerse rápidamente y ya figura de nuevo entre los modelos más demandados en nuestro país. Recordemos que el coche lideró el mercado general en el año 2022, un hecho insólito para tratarse de un SUV de 4,5 metros de largo y precio (hoy) a partir de 33.000 euros.

La puesta al día del superventas de Hyundai ha consistido sobre todo en ampliar su equipamiento y depurar un punto su diseño a fin de hacerlo más sofisticado. Para distinguirlo por fuera del modelo precedente casi es obligado ponerlos uno al lado del otro: solo así observaremos que las luces paramétricas delanteras son ligeramente diferentes -tienen cuatro segmentos de luz en lugar de cinco, entre otros detalles- y que la parrilla del radiador pasa a ser cromada oscura.

Detrás hay que fijarse en unas ópticas también levemente retocadas, el nuevo paragolpes y un limpialuneta que sigue oculto debajo del discreto spoiler posterior pero ahora es mayor para abarcar una zona de barrido más amplia. El maletero dispone de hasta 620 litros de capacidad cuando los asientos traseros se hallan en su posición normal y de 1.799 litros si se abaten.

Tienen más calado las modificaciones efectuadas en el interior, que estrena volante -ya sin el logo de Hyundai en el centro-, consola central y un panel panorámico que alberga dos pantallas de 12,3 pulgadas cada una en las versiones superiores de la gama. En el anterior Tucson, la pantalla multimedia estaba integrada en la consola, por encima de un display de climatización que, en el nuevo, conserva tanto su posición como los botones físicos.

Una de las claves por las que el modelo coreano llega a tantas tipologías distintas de comprador (o de usuario) es su gran variedad de sistemas de impulsión, que incluye motores de gasolina y diésel, con o sin hibridación de 48 voltios, y versiones híbrida e híbrida enchufable (PHEV). Todas las variantes hibridadas llevan el sello ambiental Eco de la DGT y la PHEV presume del 0 emisiones.

Nosotros nos hemos puesto al volante del Tucson full hybrid, que ya en su día nos pareció el más equilibrado de la gama y hoy creemos que sigue siéndolo. Ha perdido un poco de potencia (pasa de 230 a 215 caballos), como les sucede actualmente a numerosos vehículos debido a los retoques necesarios para adaptarse a las últimas normativas sobre emisiones de la UE, pero mantiene el par motor máximo y ofrece un desempeño indistinguible del que dispensaba el modelo anterior.

A juzgar por los datos obtenidos cuando condujimos este último, en diciembre de 2022, Hyundai ha afinado el funcionamiento del sistema híbrido en lo que a eficiencia se refiere. Si aquel consumía alrededor de 7 litros/100 km como promedio, el actual se conforma con algunas décimas menos, y cuando nos movemos únicamente por ciudad y alrededores es fácil apreciar cómo el ordenador de a bordo se aproxima lentamente a los 6 litros/100 km.

Mejoras a bordo

Hay que agradecerle al fabricante coreano que haya sustituido el antiguo selector del cambio automático a base de botones por otro de tipo pastilla que ha colocado en la columna de la dirección y que permite un uso más rápido y natural. También hemos visto con satisfacción el esmero con que parece estar fabricado el interior del coche: no es que el anterior presentara carencias de acabado o ajuste de materiales, pero aquí uno respira una atmósfera más cuidada, a la par que más moderna.

Entre las pocas objeciones que es legítimo ponerle a un modelo tan redondo como este mencionaremos la poca capacidad de almacenaje que ofrecen los compartimentos diseminados por el habitáculo, en ninguno de los cuales cabe, por ejemplo, el estuche con los chalecos reflectantes para casos de emergencia.

Sin ser un defecto como tal, sino más bien una elección que simplemente consideramos desafortunada, Hyundai ha optado -como en el nuevo Kona- por la configuración más estricta posible de los avisos para sus múltiples ayudas a la conducción. Así, el conductor de este Tucson se ve abrumado por pitidos que le advierten no solo de que ha sobrepasado la velocidad máxima para determinado tramo o pisado las líneas que delimitan su carril, según es obligatorio desde el mes de julio pasado, sino también de que ha cambiado el mencionado límite -lo que sucede continuamente en ciudad-, por la presencia de un radar y por mil y un motivos más.

No hace falta ser un experto en neurociencia para saber que un exceso de estímulos equivale para el cerebro humano a la total ausencia de ellos. Es decir, que por querer avisar de cualquier peligro al usuario, este acaba por no prestar atención a ninguno. La única solución, ya se sabe, es desactivar todas estas advertencias, o las que sean más molestas, cada vez que iniciamos la marcha.

En versión híbrida, el Tucson se halla a la venta desde 39.525 euros en acabado Klass. Nosotros hemos tenido ocasión probar la variante más equipada y deportiva, denominada N Line Style, cuya factura asciende a 52.725 euros que dan para incorporar llantas de 19 pulgadas y ornamentos interiores como los pespuntes en rojo, los pedales metálicos y la letra N destacando sobre la tapicería de cuero y Alcantara. A ello se suman la suspensión de gestión electrónica, los asientos eléctricos, la cámara de 360 grados, el head-up display y el monitor de ángulo muerto emplazado en los relojes de la instrumentación, uno de los aciertos ya tradicionales del Tucson.