Durante décadas, la industria del automóvil ha contribuido de forma significativa al crecimiento económico del continente europeo, así como a la innovación y la prosperidad de la región. De hecho, se calcula que el sector representa casi el 7% del PIB global de Europa y da empleo, directa o indirectamente, a cerca de 14 millones de personas.
Sin embargo, esta posición está viéndose menoscabada desde hace años, y la industria se enfrenta a profundas transformaciones, entre las que destacan sin duda la electrificación de la movilidad y la implantación de diferentes tecnologías relacionadas de un modo u otro con la sostenibilidad. Esta dinámica ha permitido a nuevos competidores europeos y, sobre todo, extranjeros -y especialmente a China- penetrar en el mercado y gozar de gran protagonismo en la industria.
Un informe reciente del McKinsey Center for Future Mobility, del que se ha hecho eco la web posventa.info, traza un dibujo más preciso de este estado de cosas, además de poner cifras a un fenómeno en el que estamos plenamente inmersos en la actualidad.
La consultora subraya que la innovación ha sido una de las grandes protagonistas en el ecosistema de la movilidad europeo, particularmente en los ámbitos del motor de combustión, el chasis, los sistemas de seguridad y el diseño. Según datos extraídos del informe, que recoge la patronal española de concesionarios de vehículos Faconauto, alrededor del 30% de las patentes mundiales de automoción procede de países del Viejo Continente.
De este modo, las inversiones han ayudado a los fabricantes de automóviles de este territorio a introducir nuevas tecnologías que han contribuido a grandes avances en sostenibilidad y seguridad, además de contribuir a forjar -indica también el trabajo- una buena imagen global de Europa.
A pesar de estos desarrollos, el análisis del McKinsey Center for Future Mobility refleja que, desde 2019, los fabricantes europeos han perdido un 6% de cuota de mercado en su propio territorio, así como un 5% en China.
Mientras tanto, los fabricantes chinos están ganando presencia tanto a nivel nacional como en Europa, multiplicando por ocho su cuota de mercado en Europa entre 2020 y 2022. Esta dinámica es todavía más perceptible en el mercado de los vehículos eléctricos, donde manejan cifras de en torno al 51% del total.
Las previsiones apuntan a que las ventas mundiales de vehículos eléctricos crecerán en el futuro próximo alrededor de un 80% al año, tal y como vienen haciendo desde 2020. El análisis de McKinsey revela que “muchos mercados mundiales de movilidad alcanzarán una penetración casi total del eléctrico a mediados de la década de 2030”. Por ello, los fabricantes europeos están anunciando ambiciosos planes de electrificación para lanzar numerosos modelos diferentes en los próximos años.
Menor fidelidad a una marca
El estudio recoge que los propietarios de vehículos eléctricos tienen más del doble de probabilidades de cambiar de marca llevados por considerar mejor la tecnología embarcada en otros vehículos, como la relativa a los sistemas de ayuda a la conducción (ADAS, por sus siglas en inglés) y los servicios de conectividad.
A su vez, los proveedores se están mostrando muy activos en la tarea de suministrar al sector del automóvil tecnologías esenciales para el desarrollo de la nueva movilidad, como baterías, semiconductores y software. No obstante, la cadena de valor actual de las baterías está controlada en gran medida por empresas chinas, por lo que Europa ha de reforzar su postura en este aspecto y no quedarse así rezagada en términos de competitividad.