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Skoda Citigo Montecarlo, un urbano sin complejos en carretera

Skoda Citigo Montecarlo.

R. T.

Un coche urbano, ligero, práctico y a un precio accesible. La plataforma compartida del Grupo Volkswagen para la propia Volkswagen, Seat y Skoda cumple con todos estos requisitos y de ella surgen los up!, Citigo y Mii, respectivamente. Como sus primos, el Skoda Citigo ofrece un aspecto racional ya desde el exterior, sin mayores pretensiones, un interior sencillo y amplio para su tamaño y una dotación de seguridad y confort a la altura de su factura.

Conocedora del factor pasional en la decisión de compra, Skoda ha ido un paso más allá, ofreciendo en la gama Citigo el acabado Montecarlo -ya existente en Fabia, Spaceback y Yeti- para añadir picante al aspecto de la carrocería, que puede ser de tres o cinco puertas, y al habitáculo. Y, ¿por qué Montecarlo y no RS? Primero porque RS son las siglas reservadas a las versiones deportivas, y ésta no lo es; y segundo por el idilio de Skoda con este rally y su victoria hace justamente 40 años con el mítico Skoda 130 RS.

Regresando al presente, con el Citigo Montecarlo, Skoda apuesta por la personalización, tendencia cada vez más extendida en un segmento A con rivales tan fuertes en esta parcela como Renault Twingo, Toyota Aygo o Peugeot 108, por citar tres ejemplos. Frente a ellos, el pequeño Montecarlo añade vinilos en puertas y capó, parrilla negra, llantas de aleación de 15 pulgadas de diámetro (de 16“ opcionales), faros posteriores oscurecidos, carcasas de retrovisores también negras y alerón y difusor trasero, pudiéndose elegir entre cuatro colores para la carrocería: rojo, blanco, negro o plata.

Este aspecto racing del Citigo Montecarlo se incrementa con un detalle, este sí, que afecta a sus tripas: una suspensión deportiva que rebaja la altura libre de la carrocería al suelo en 15 milímetros. Mientras, su interior persigue esta tendencia, distinguiéndose por el volante y los asientos deportivos y por la decoración específica en color rojo con remates en negro. Volante, pomo de palanca de cambios y tirador de freno de estacionamiento van tapizados en piel.

Por lo demás, el Citigo es el coche ya conocido: el Skoda más pequeño y más ligero, esto es, 829 kilogramos de peso recogidos en 3,56 metros de largo, 1,64 m de ancho y 1,48 de alto en una cajita, ojo, más aprovechable de lo que pueda parecer a primera vista: los 2,42 metros de batalla habilitan un interior apto para cuatro ocupantes. Para mejorar su practicidad, mejor decantarse por la carrocería de cinco puertas. Y para completar, cómo no en Skoda, un maletero superior a la media: 251 litros.

La gama Citigo parte de los 9.900 euros, 11.400 en el caso del Montecarlo. En ese precio se encuentran las famosas soluciones Simply Clever de Skoda, por ejemplo un gancho para colgar un bolso no muy pesado en la guantera del copiloto y no dejar las pertenencias en el suelo, o equipamientos de seguridad como el servofreno de emergencia con detección de obstáculos en ciudad (funciona a velocidades de entre 5 y 30 km/h).

Fuera de ese precio, los extras más notables son el techo solar, la calefacción para los asientos delanteros y el sistema de navegación portátil de Garmin. Equipamientos que ponderar para un coche de este segmento que contrastan con elementos menos sofisticados, típicos en vehículos low cost, como las ventanillas posteriores con apertura de tipo compás.

Si una virtud tiene el Citigo Montecarlo es su agilidad moviéndose en el tráfico urbano, y eso que no ha recibido el nuevo motor turboalimentado 1.0 y 90 CV de gasolina que sí incorpora el nuevo up!. El Skoda se conforma con un bloque atmosférico 1.0 MPI de 75 CV -hay una variante de 60 CV- bien con cambio manual o automático, ambos de cinco marchas.

Como el motor, el chasis ofrece un plus que supera los límites de la ciudad. Obvio que, por su tamaño y su excelente maniobrabilidad, el Citigo se mueva como pez en el agua doblando esquinas, superando estrecheces o aparcando en espacios imposibles. Sin embargo, su aplomo en autovías sorprende, ofreciendo una calidad de rodadura y un confort de marcha impropios de un coche de sus dimensiones.

El apellido Montecarlo ni mucho menos le confiere un carácter deportivo, pero sí que la suspensión rebajada le permite una mayor estabilidad en el paso por curva. Por su parte, el consumo, homologado en 4,6 litros a los cien kilómetros, y el depósito, de 35 litros, otorgan una autonomía superior a los 800 kilómetros, ahondando en la idea de que el Citigo supera los límites de la ciudad.

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