Las cifras de seguridad vial en las carreteras españolas observan una tendencia muy favorable en los últimos años debido a una serie de factores entre los que se suelen destacar la implantación del carné por puntos, el aumento de radares y las campañas de concienciación de la población. Rara vez se menciona el papel que desempeña -y sobre todo desempeñará- la introducción de nuevas tecnologías, pero sin duda sería justo hacerlo.
Las mejoras en este campo tienen que ver tanto con los vehículos que todos nosotros utilizamos como con las infraestructuras que posibilitan nuestros desplazamientos. En este último aspecto, las actuaciones sobre el asfalto, la conectividad entre coches y la infraestructura, así como el uso masivo de datos, son y serán esenciales para disminuir todavía más los siniestros en las vías públicas.
En nuestro país se han puesto en marcha diferentes iniciativas al respecto, entre ellas el acuerdo suscrito entre Abertis, grupo español dedicado a la gestión de autopistas, y el gigante tecnológico estadounidense IBM, por el que ambas compañías se comprometen durante los próximos tres años a mejorar la seguridad de autovías y autopistas, así como a favorecer la sostenibilidad y el desarrollo tecnológico.
Su colaboración prevé potenciar el programa Road Tech, con el que se pretende abordar el desafío de la movilidad del futuro, a través de varios proyectos entre los que se encuentran las autopistas inteligentes, que allanarán el camino a los vehículos eléctricos, conectados y autónomos.
Los avances del programa Road Tech se han desarrollado fundamentalmente en cuatro grandes campos:
Mantenimiento preventivo. La conservación de las vías es un punto esencial para garantizar la seguridad. Por eso se está trabajando en un modelo de monitorización constante del estado del pavimento para predecir las necesidades de mantenimiento, utilizando para ello tecnología analítica predictiva alimentada por varias fuentes de datos. El objetivo no es otro que anticiparse con la mayor exactitud posible a las necesidades de cada infraestructura.
Conducción sin barreras. La geolocalización, herramienta que hoy es posible gracias a la generalización de las redes inalámbricas, eliminará barreras en las carreteras, por medio de un sistema universal que facilitará el pago telemático para cualquier vehículo, en vías tanto urbanas como interurbanas. La medida también está pensada para integrarse en el futuro coche autónomo.
Uso de ‘big data’. La cuantiosa cantidad de datos generados por los conductores se utilizará para ofrecerles soluciones personalizadas para ellos (extender los sistemas sin barreras) y para las administraciones (detección de impagos). Algunas soluciones, como la eliminación de obstáculos en los peajes, ahondarán también en la sostenibilidad al ahorrar emisiones contaminantes.
Menor impacto de las operaciones invernales. En este caso se trata de minimizar el desgaste que tienen las actuaciones llevadas a cabo para prevenir los efectos de las nevadas en las autopistas. En concreto, se pretende reducir las consecuencias derivadas del uso de materiales fundentes de nieve y hielo, como la sal, a la vez que se estudia cómo hacerlo reduciendo la huella ambiental.
Para Fernando Minaya, ingeniero civil y experto en infraestructuras de la Fundación para la Seguridad Vial (Fesvial), es «fundamental mejorar el mantenimiento» de autopistas y autovías en previsión de la llegada de coches capaces de comunicarse con el entorno. La comunicación V2I (vehículo a infraestructura) y V2V (de vehículo a vehículo) será esencial para que la vía se convierta en un elemento clave de esa seguridad. «Si avisa al conductor y al coche de que existe hielo, nieve, una patología en el firme o una limitación de la velocidad, todo ello redundará en la seguridad vial».
Ideas ingeniosas que salvan vidas
Además del Road Tech, existen en todo el mundo proyectos de constructoras, investigadores y tecnológicas para mejorar las condiciones de las infraestructuras y ofrecer un entorno más seguro para conductores y pasajeros. Un ejemplo son las carreteras que se curan solas, un proyecto del investigador Erik Schlangen, de la Universidad de Delft en Holanda, que ha creado un asfalto con fibras de acero de manera que cuando se pasa un gran imán por encima, este se calienta y se une, cerrando así cualquier bache que pueda haber surgido recientemente.
La conducción nocturna es un factor de riesgo muy destacado cuando nos ponemos al volante. En 2018 se produjeron más de 22.000 siniestros en las carreteras españolas en condiciones de nula o baja luminosidad. Otro holandés, en este caso el artista Daan Roosegaarde, ideó el proyecto Glowing Lines, que consiste en un tramo de carretera de 500 metros en Oss, al sur de los Países Bajos, donde se pintaron tres grandes líneas que absorbían la luz durante el día y brillaban durante ocho horas una vez que el sol se había puesto.
Uno de los mayores retos a los que se enfrenta la seguridad vial en los próximos años es la progresiva implantación de los coches autónomos. Particularmente, la interacción entre humanos y máquinas promete ser complicada, por lo que ya existen iniciativas para segregar el tráfico y minimizar los riesgos. Anthony Barrs y Baiyu Chen, investigadores de la Universidad de California, han propuesto un sistema, llamado Hyperlane, en el que un gran ordenador central se encargaría de controlar el tráfico de vehículos autónomos, que circularían por unos carriles concretos y segregados de las autovías y autopistas.
Para Minaya, esta solución puede ser contraproducente ya que si algo precisa la tecnología de conducción automatizada es aprender del comportamiento de los humanos en carretera: «Esos coches necesitan comunicación para que la inteligencia artificial aprenda poco a poco. Si los segregamos, se encontrarán en condiciones ideales y no aprenderán. Un vehículo autónomo es como un niño que no sabe hablar, correr o relacionarse».
La inteligencia artificial que guiará a los coches autónomos no ayudará solo a regular el tráfico, sino que además incrementará la seguridad de los viandantes. La start-up Rapid Flow ha creado un sistema, denominado Surtrac, que emplea inteligencia artificial para analizar el flujo del tráfico y gestionar los semáforos con el fin de optimizar y controlar la circulación, tanto en cruces concretos como en redes de comunicación complejas.