Para una marca como Porsche que vende vehículos en todo el mundo, es obligado plantearse cómo afectarán a sus coches las diferentes condiciones meteorológicas y climatológicas que cabe encontrar a lo largo y ancho del planeta. Los ingenieros de la marca de Stuttgart deben resolver también la incógnita relativa al equipamiento que embarca cada modelo y verificar todo ello con la máxima precisión. La mejor arma de que disponen para despejar todas estas dudas se encuentra en el Centro Climático de Weissach, creado en 2022 específicamente para este fin y dotado de su propio túnel de viento.
Desde el Círculo Polar Ártico hasta Sudáfrica y desde un puerto de montaña suizo hasta Dubái: lo que normalmente requeriría un vuelo alrededor del mundo puede simularse en unas pocas horas en el Centro de Desarrollo de Weissach. En las instalaciones de su Centro Climático, que entró en funcionamiento hace dos años, los ingenieros de Porsche pueden reproducir prácticamente todas las condiciones meteorológicas del planeta.
Uno de los empleados de esta instalación es Horst-Uwe Kross, un ingeniero de 51 años que lleva 10 en la compañía y ahora dirige el Departamento de Termodinámica V&V. “En nuestro nuevo túnel de viento podemos reproducir temperaturas que van desde -30 hasta +50 grados centígrados, así como lluvias que pueden ser desde muy ligeras hasta un aguacero monzónico”, explica. “También es posible simular velocidades del viento de hasta 250 km/h y una radiación solar de hasta 1.200 vatios por metro cuadrado, así como una humedad relativa del 5 al 95 por ciento”.
El objetivo general en el túnel aerodinámico climático es exponer los prototipos a las mismas condiciones que encontrarían en las carreteras de los Emiratos Árabes Unidos o de Noruega, con la ventaja de que cada simulación sobre el vehículo se puede reproducir exactamente. “En un entorno natural cambia la posición del sol y la temperatura de la superficie de la carretera sube o baja; en el túnel aerodinámico climático, en cambio, podemos crear exactamente las mismas condiciones para el vehículo en todo momento y medir así hasta los más mínimos cambios”, nos ilustra Kross.
En el túnel de viento, Kross y sus colegas prueban, por ejemplo, el circuito de refrigeración de un vehículo, el comportamiento de la batería en distintas condiciones y la resistencia de los componentes en diferentes situaciones de viento. Las pruebas periódicas también incluyen exponer el coche a una temperatura exterior de 40 grados y comprobar después si se mantiene la temperatura de confort de 22 grados en el interior.
Por lo que se refiere a los niveles bajo cero, los test habituales contemplan descongelar las ventanillas y tomar medidas para alcanzar rápidamente una temperatura interior confortable después de que los ocupantes hayan subido al frío vehículo en invierno.
“Nuestro objetivo es construir coches deportivos que ofrezcan también un alto nivel de confort”, subraya Kross. Por eso,el ingeniero recibe de los desarrolladores una lista de requisitos con varios cientos de puntos que deben probarse en el prototipo. En el túnel climático no solo pueden analizarse los efectos de las influencias ambientales, sino también los tipos de uso específicos: por ejemplo, un Porsche Cayenne que asciende por un puerto de montaña con un remolque o que circula dentro de un tráfico urbano denso con paradas y arranques sucesivos. Ajustando la resistencia del dinamómetro e importando datos de navegación, se puede simular con gran precisión cada situación. Hay algo más que a Kross le gustaría ver, el comportamiento en curvas, pero eso es todavía trabajo en curso.
Del centro de pruebas a la carretera
Una vez que el vehículo ha pasado por el túnel aerodinámico climático, también se prueba en tráfico rodado real. “No podemos confiar únicamente en nuestras modernas instalaciones de pruebas, porque la conducción en carretera sigue siendo una parte importante del procedimiento de test”, afirma Kross. “La experiencia de conducción típica de Porsche es subjetiva y está influenciada por el carácter de cada vehículo: solo los probadores humanos pueden averiguar si un nuevo modelo lo tiene”. De ahí que los prototipos también se conduzcan en países fríos y cálidos, y que los resultados se comparen con los del túnel.
En el futuro, las exigencias para Kross y su equipo seguirán cambiando y haciéndose cada vez más exigentes. La capacidad de carga de los coches aumentará considerablemente y las instalaciones de ensayo deberán contar con el equipo técnico adecuado para la simulación. Además, tendrán que adaptarse continuamente como consecuencia de las nuevas normativas legales.
“Podemos imaginarnos las instalaciones y los sistemas como una gran orquesta. Todo tiene que interactuar de tal manera que podamos reproducir exactamente las mismas condiciones con una precisión de hasta una décima de grado”, indica Kross.
En todo este relato no podía faltar la inteligencia artificial, presente en todos los campos tecnológicos conocidos y por conocer. Sobre ello, el ingeniero vaticina: “Con tantos componentes, el cerebro humano llega a sus límites: la inteligencia artificial nos ayudará a armonizar los numerosos instrumentos de la orquesta de forma cuidadosamente afinada”.