Hay creadores y artistas emergentes que optan por emigrar para buscar su inspiración, porque piensan que apostar por su tierra es un callejón sin salida. Blanca Pérez de Tudela (Alguazas, 1994) no es una de ellas. Desde sus inicios profesionales, se ha embarcado en proyectos en los que hablaba de sus raíces y de la riqueza patrimonial e histórica de la Región, como fue el caso del documental 'La Cárcel Vieja habla. Presos de la memoria' que rodó junto con Jeanette Conesa. Hablamos con la murciana sobre su nuevo documental 'La Algameca Chica'.
¿Cuál fue el motor que te impulsó a realizar proyectos personales relacionados con la memoria y el documental?
Imagino que esto tiene que ver con mi vocación periodística y la llegada de la madurez. Cuando era más pequeña, adolescente, sentía cierto complejo por ser de pueblo y soñaba con vivir en una gran ciudad tipo Madrid o Barcelona. Con el paso de los años, me di cuenta de que mi tierra y mis raíces también tenían muchas cosas interesantes que contar. Empecé a mirarlas con otros ojos y al poner el foco ahí encontré historias increíbles como la de la Cárcel Vieja, que nada tiene que envidiar a las películas sobre nazis que hemos visto cientos de veces en grandes pantallas.
O, por ejemplo, en el proyecto Maes, en el que analizo la figura de las mujeres en el ámbito familiar, descubrí cosas increíbles que tenemos interiorizadas y normalizadas las mujeres y que conviven mucho más de lo que creemos con nuestra propia identidad y que merece la pena que nos paremos a revisar. Al final, yo creo que lo personal, lo íntimo y lo local, es universal. Lo que me pasa a mi, le pasa a otros y lo que pasa en Murcia también pasa en Madrid, en París y en Pekín. Tenemos muchas tareas pendientes con nuestra tierra y quién mejor que los de aquí para empezar a homenajear y reconocer nuestras historias.
Ahora estás en un nuevo proyecto, enfocado en la Algameca Chica, un pueblo de la costa de Cartagena que se puso de moda porque muchos creadores de contenido la visitaron y lo subieron a las redes sociales.
Efectivamente. Lo que nadie te dice cuando consumes ese contenido, es que cuando la visitas sin saber su historia, la gente tiende a denigrar la zona. A mi me gusta decir que La Algameca Chica, o te gusta o no te gusta. No hay término medio. El otro día decía un amigo una frase que me pareció súper acertada: la Algameca Chica son lentejas, o las tomas o las dejas. Yo fui de ese grupo de personas que llegó a la Algameca y se enamoró de ella. Me pareció un lugar único, lleno de realismo mágico. Cuando conocí un poco más sobre su verdadera cara, me pareció aún más increíble, un sitio lleno de historia e identidad.
Cuando pones un pie en La Algameca Chica, la confusión espacio-temporal es rotunda. No sabes ni dónde, ni cuándo. Tiene algo de máquina del tiempo, de hecho, existe desde mediados del siglo XVIII. Pero me sorprendí más cuando descubrí que era un poblado costero alegal y autogestionado, ubicado en un limbo jurídico que pende del hilo de cinco administraciones públicas fantasma y que pese a llevar años en peligro de ser derruido, subsiste sin saber muy bien cómo ni por qué. Y esa es una de las grandes cuestiones que me gustaría contar en este documental.
Además de esta situación particular, ¿hubo otro motivo por el que comenzaste a realizar el proyecto?
¡Por supuesto! Cuando empecé a investigar, me di cuenta de que, incluso los propios vecinos de Cartagena no conocían la Algameca Chica o tenían una imagen de lo que era distorsionada. En el identitario general creen que es un pueblo de pescadores, cuando la mayoría de los vecinos son gente de Cartagena que tienen ahí su segunda residencia, donde pasan las vacaciones. Sí, la mayoría de ellos pescan, pero por afición y puedes encontrarte desde un carpintero hasta un alto cargo militar.
La imagen de la Algameca Chica también está muy vinculada con la marginalidad y se cree que está habitada por gente peligrosa. Esto último se debe, entre otros motivos, a que algunos medios de comunicación han maltratado mucho el lugar, haciendo una caricatura de él, ridiculizado a sus vecinos y vecinas y su forma de vida, guiándose por el morbo y el sensacionalismo y haciendo mucho daño a una comunidad que no ha hecho daño a nadie, sino que más bien se ha convertido en un ejemplo de gestión y de forma de vida en muchos aspectos. Esto me indignó, de manera personal y como periodista, así que este documental también es en parte una revancha. Visibilizar lo que es la Algameca Chica, y ayudar a protegerla de la amenaza de derribo o desalojo. A mí me parece una razón de justicia y me motiva, y me llena enormemente pensar que puedo poner mi granito de arena para conseguirlo.
¿Y cómo es que un proyecto documental independiente, que en un principio iba a durar tres días de rodaje, ha terminado convirtiéndose en algo bastante más grande?
Esa pregunta me la sigo haciendo todavía. Al principio era, como dices, un proyecto en el que no contaba con medios suficientes como para organizar un rodaje que fuera más allá de tres días. Pero pedí ayuda. Contacté con un vecino que me dejó su barraca, llamé a una muy buena amiga y empezaron a sumarse familiares, amigos, conocidos, vecinos y vecinas que nos prestaron equipo de cine profesional, y que se vincularon al proyecto como si fuera suyo. Los medios de comunicación también ayudaron muchísimo difundiendo lo que estábamos haciendo. También he contado con la ayuda del historiador José Ibarra que se ha involucrado al 100%. No sabría describir esa sensación de compañerismo, me parece que le da incluso más sentido si cabe al documental.
¿Nos podrías hacer un pequeño adelanto sobre lo que vamos a encontrar en tu documental?
Os puedo adelantar que no es una historia tradicional, con su inicio, nudo y desenlace, sino el testimonio de vecinos y vecinas de muchas generaciones y que, por tanto, han vivido diferentes momentos históricos. Por ejemplo, hay un vecino que protagonizó un suceso muy convulso en los años 90, cuando la Algameca sufrió una etapa de bastante amenaza por parte del cuerpo militar. Les obligaron a llevar un carnet identificatorio y a someterse a constantes registros para entrar a sus casas.
También entrevistamos a una señora que nos acogió en su casa y nos contó todos sus recuerdos de cuando era más joven y de cómo vivían las fiestas populares. Esto no es una historia tradicional, es una historia real, que reivindica el poder de subsistir y seguir siendo la Algameca Chica sin amenazas constantes de derribo y desalojo. Seguir viviendo como lo están haciendo hasta ahora, y que el día de mañana, si llegara una amenaza, cuenten con una comunidad más grande que los defienda por su valor histórico y patrimonial. Cuantos más ojos vean y más oídos escuchen hablar de la Algameca Chica, este pueblo va a ser más fuerte, así que animo a todo el mundo a apoyar y difundir este documental.
¿Entonces cuándo veremos la fecha de estreno?
No hay fecha de estreno. Todo depende de cómo se agilicen las cosas con la postproducción A mí me encantaría tenerlo para verano, porque una de mis ilusiones y del resto del equipo, es que la primera proyección del documental se haga en la propia Algameca, en la explanada donde juegan los niños. Para que se haga realidad, necesitamos montar la película y todo lo que ello conlleva (el color, la edición, el sonido, la música original, la cartelería, las distribuidoras, la infraestructura para el estreno…) Para pagar a esos profesionales, el 28 de enero vamos a abrir un crowdfunding, a través de la plataforma 'Verkami', una herramienta que recauda dinero, donde la gente hace sus propias aportaciones y así ayudar a que proyectos, como el mío, vean la luz. A cambio, nosotros ofrecemos una serie de recompensas que sirven para motivar y agradecer esas aportaciones.
Nuestro primer objetivo es llegar a 5.000 euros y tenemos 40 días para conseguirlo. Hemos fijado esta cifra para ser prudentes, y así aumentarla en el segundo objetivo, en el tercero y así hasta que podamos pagar una cifra digna a aquellos que se ofrezcan. Si no lo logramos, lo perdemos todo y se devolverá el dinero a los mecenas, pero nuestro propósito es conseguirlo para que la Algameca sea escuchada, y dar a conocer una realidad que necesita ser vista y oída, y toda ayuda es bien recibida.
¿Crees que seguirás realizando documentales sobre la Región de Murcia?
La Región de Murcia está llena de pequeñas y de grandes historias, muchas de ellas únicas y desconocidas. Ojalá pueda seguir contando alguna de ellas. A mi el documental me sale solo, quiero decir, que lo siento como un idioma propio, con el que me identifico. Imagino que será porque es un género que reúne todo lo que me gusta: audiovisual, historias y realidad. Encima, es flexible y se puede ficcionalizar y literaturizar. Descubrirlo fue una suerte porque para mí cuenta con todos los ingredientes necesarios.
A través de él he conseguido conectar con personas, con realidades y con historias y este proceso me ha hecho sentir muy plena. Como si fuera parte de algo más grande. Algunos encuentran este sentimiento en la religión y yo imagino que lo he encontrado en esta profesión. Seguiré tropezando con historias, lugares y personas y viendo documentales en ellos, de eso estoy segura. Ojalá para ese entonces siga teniendo la energía y la posibilidad de materializar todo esto en una película, porque lo demás estoy segura de que viene siempre solo y cuando menos te lo esperas.