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Álvaro García Sánchez

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Un año más, decenas de miles de personas, más de 100.000, según las autoridades, han abarrotado las calles de Caravaca De la Cruz (Región de Murcia) para vivir y disfrutar de sus fiestas más ilustres, declaradas, además, en 2020, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: los Caballos del Vino.

Durante los días 1 y 2 de mayo los caballos han sido los protagonistas de la ciudad. El día 1, el del inicio de la celebración, tuvo lugar el concurso de caballos a pelo. Los caballos exhibieron su belleza y su porte delante de todos los caravaqueños, en un recorrido corto que comenzó en Gran Vía y culminó en la plaza del Hoyo. Allí, el caballo Kilogramo, un pura raza español blanco de 7 años de la peña Chirino, se llevó el primer premio.

El día 2 comenzó con las peñas preparando las vestimentas de sus respectivos caballos de madrugada para alardear de ellas durante todo el día hasta la carrera. Era el día grande de Caravaca. En la peña Al-Bino, unos diez caballistas colocaron el manto de su caballo Albino desde las cuatro de la mañana. A las nueve en punto salieron a la calle, ante la mirada atenta y emocionada de sus compañeros. Asistieron a la misa Caballista, que contó con la asistencia del presidente regional, Fernando López Miras y del alcalde de la localidad, José Francisco García. Inmediatamente después comenzaron el primer pasacalles, que atravesó toda la ciudad y culminó al final de la Gran Vía.

En el segundo pasacalles el ambiente cambió: la carrera estaba a punto de comenzar. Los caballos subieron hasta la cuesta del castillo, que ya estaba abarrotada de gente esperando el inicio de la competición. No tardó demasiado. El primer puesto de la carrera fue para la peña Retorno y su caballo Piropo, con un tiempo de 8 segundos y 310 milésimas. La peña Artesano, con Ansemil, fue segunda, muy cerca, con 8 segundos y 340 milésimas.

Por su parte, la peña Al-Bino se hizo con el primer premio en el concurso de enjaezamiento, después de casi 10 meses preparando un manto en el que han invertido, aseguraban los peñistas, más de 60.000 euros. Todos los fiesteros acabaron celebrando el final del día en la explanada de la Basílica de la Vera Cruz, en lo alto del castillo.

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