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“España presenta uno de los panoramas más deficitarios de nuestro tiempo en el tratamiento de la memoria”

Elena Escribano

Rocío Quiñonero Sánchez

Murcia —

La memoria es el eje central de las investigaciones académicas y de los proyectos más personales de Elena Escribano Gonzálvez (Murcia, 1985). Escribano es licenciada en Bellas Artes y docente en la Universidad de Murcia, además de doctora en Historia por la Universidad de Murcia con una tesis sobre los museos y monumentos memoriales contemporáneos. Su actividad profesional y académica destaca su interés personal por la historia, el arte y la memoria de la que nace su último proyecto acerca de la descendencia del escultor murciano Francisco Salzillo, un extenso árbol genealógico presentado recientemente en el Museo Salzillo.

El próximo miércoles 23 de enero inaugura en el CENDEAC el ciclo Contar el Tiempo con su conferencia `Museos de Historia y Memoria, usos y abusos´, un ciclo en el que se abordarán aspectos claves en torno a la memoria y la museología social.

La memoria está presente en todos tus trabajos e investigaciones pero ¿qué es la memoria, cómo se transmite y por qué te interesa?

La memoria es, tal y como la define Pierre Nora, un término deshabitado en constante evolución, vulnerable al tiempo, a la manipulación y al olvido, y se compone tanto de lo individual como de lo colectivo, pues necesitamos de los recuerdos ajenos para definir los propios. Para poder transmitirla y conservarla, necesita inscribirse en soportes materiales o inmateriales antes de que se descomponga.

El artista Christian Boltanski dijo una vez que se muere dos veces, una primera cuando falleces, y otra, cuando alguien ve una fotografía tuya y ya nadie sabe quién eres. Esa necesidad de re-conocer lo que nunca has conocido, como a un antepasado tuyo en una fotografía, me ha llevado a reflexionar sobre la importancia de la Memoria, en el plano personal y social, como herramienta para reconstruir el pasado y para configurar y dar sentido a nuestra identidad y a la Historia. Por otro lado es manifiesto el interés que suscita el pasado trágico, las guerras, dictaduras o el terrorismo en las sociedades contemporáneas. Existe un replanteamiento constante de las formas argumentales del recuerdo y de sus usos en el presente.

Después de tus investigaciones ¿qué destacarías sobre la situación del tratamiento de la memoria y sobre cómo se pone en valor el patrimonio memorial en España?

España presenta uno de los panoramas más deficitarios de nuestro tiempo, sin un museo nacional de Historia, con el controvertido Valle de los Caídos y los incómodos restos de un dictador. En lo que respecta a monumentos memoriales, la mayoría son placas y monolitos relegados a cementerios donde pasan inadvertidos o son diana para actos vandálicos. Asimismo, destaca una patrimonialización incompleta de vestigios y restos arqueológicos con alto riesgo de desaparecer y ser expoliados.

En cuanto a la creación de museos y centros de interpretación, hay algunas cosas interesantes pero lo que predomina es una común infravaloración expositiva, falta de rigor y conservación a la hora de exponer objetos y restos arqueológicos de la Guerra Civil y espacios reutilizados y pocos adecuados que limitan sus funciones museísticas.

Es sólo una sensación o las mujeres no están suficientemente representadas en los memoriales, ¿por qué crees que sucede esto?

Efectivamente hay colectivos invisibilizados y el de la mujer es uno de ellos. Mi tesis doctoral recoge 633 elementos de memoria sobre la Guerra Civil, la Dictadura, la Segunda Guerra Mundial y el Terrorismo en España de los que tan sólo diez tienen a la mujer como objeto central.

Hay una escasa relevancia de las políticas de género actuales en la configuración de la memoria y esta falta de reconocimiento es llamativa si pensamos en la singularidad de los sistemas de represión, violencia física y psicológica ejercida durante la Guerra Civil contra las mujeres republicanas, las cuales, eran rapadas, purgadas, violadas y humilladas públicamente. O posteriormente en la dictadura, mediante un aparato de castigo y de adoctrinamiento moral a través de las diferentes prisiones del Patronato de Protección a la Mujer; ideado exclusivamente para ellas, por ser mujeres.

¿Por qué crees que la cuestión de la memoria tensiona tanto a las instituciones y a la propia sociedad?

Es una deuda con el pasado. Hay un deber de memoria y una responsabilidad moral de superar los conflictos a través del reconocimiento, pero no basta sólo con la comprensión.

Cuando esto se hace mal, y las disculpas públicas son sólo simbólicas, y no van acompañadas de compensaciones materiales, comisiones de la verdad y enjuiciamiento de culpables, no existe una reparación integral para la sociedad y nacen las tensiones.

Conocemos diferentes modelos de gestión en el extranjero y no hay un modelo único o sin fisuras en el tratamiento de la historia y la memoria. Los intereses van desde la necesidad de internacionalización de un conflicto o la demanda y reivindicación de justicia social, es decir, la construcción de museos y monumentos conmemorativos en ocasiones implica una ruptura respecto a la historia de esa nación, y en otras, forma parte de la lucha.

¿Tienes intención de seguir llevando a cabo proyectos o trabajos sobre estos temas? Y si es así ¿qué piensas que estos aportan a la sociedad?

La situación en estos momentos es para estar expectante y seguir trabajando. En primer lugar, tenemos un museo a punto de inaugurarse en el Centro para la Memoria de las Víctimas de Terrorismo en Vitoria y hace unos meses se pactó la creación de un Museo Estatal de la Memoria, si es así, en España contaremos con dos espacios culturales estatales en muy poco tiempo. Además, se están proyectando otros como el Museo de la Guerra Civil en Teruel o en la misma ciudad de Murcia, en la que también está pendiente la creación de un lugar de memoria en la Cárcel Vieja.

España cuenta con un abundante y valioso patrimonio memorial, se están recuperando refugios antiaéreos, búnkeres y campos de aviación hasta ahora fundamentalmente desde el asociacionismo civil y el ámbito autonómico y local, pero por lo general, hay una falta de concienciación, conservación, protección legal y financiación y eso puede mejorar con el estudio científico.

El escenario que se presenta es muy prometedor y se necesita más que nunca reflexionar sobre el acierto y conveniencia de los formatos y lugares de exhibición y los modos de dar corporeidad y divulgar la memoria y la historia.

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