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Pájaro: “En Sevilla no sólo somos tambores y vírgenes”

Pájaro / Angie Capel

Alejandro Zambudio

Murcia —

A Andrés le gusta meditar, sopesar la respuesta que va a dar a cada pregunta y observar al entrevistador. En ningún momento se lo toma como una entrevista. Y ésa es la virtud de Pájaro: hacer de lo cotidiano algo amable y fascinante.

¿En qué momento musical te encuentras, Andrés? ¿Cómo está yendo la gira del disco ‘He matado al ángel?

Es un momento bueno y complicado al mismo tiempo porque hemos terminado un disco que me ha encantado. La idea era y es hacer más Rock n roll. ‘Santa Leone’ fue nuestro primer disco y con éste estoy empezando a hacer la música que siempre he soñado. La idea era Rock n Roll: que empiece y acabe como un disco de Rock. Y éste es el momento. Pero hay de todo. Hay que tener siempre las orejas abiertas porque una cosa es la poesía y otra contar historias. Y a mí me interesaba contar historias sin perder la poesía. Respecto a la gira, pues de momento está yendo bien dentro de lo que cabe. Esto ha dado un cambio brutal. Los músicos nos podemos dar con un canto en los dientes si nos comparamos con los actores. La cosa va para delante.

En ‘He matado al ángel’ has contado con las colaboraciones de Julián Maeso, El Twanguero, Los Saxos del Averno y Guadalupe Plata. ¿Cómo fue trabajar con ellos? ¿Se adaptaron inmediatamente a lo que demandabas?

Muy fácil Nosotros no miramos el nombre de las personas, sino la música que hacen. Que El Twanguero o Julián Maeso colaboren en el disco es un lujo por el hecho de trabajar juntos. Siempre concibo las colaboraciones desde el corazón. Cuando iba a grabar ‘Santa Leone’ recibí una llamada de Raimundo Amador diciéndome que se había enterado de lo del disco y que contase con él. Como es amigo mío, me lo tomé muy bien. Lo que pasa es que estamos muy liados me volvió a llamar diciéndome que contase con él porque si no se veía fuera. Es amor puro. Son colaboraciones hechas desde el amor. Me encanta.

La Sevilla de la Semana Santa y de Silvio, la Roma de Ennio Morricone y Sergio Leone, el blues de Nueva Orleans, el jazz, el swing. ¿Cómo metes todo eso en un disco sin que la obra supere al creador?

Qué bonito y qué pregunta tan buena. Pues tío, la verdad es que simplemente pensando en la música. Muchas veces yo tengo conversaciones con colegas rockeros y pienso que hay que tener actitud. Va con la forma de ver la vida, también. Yo no quería hacer este trabajo de un tirón porque las cosas hay que pensarlas muy bien. Si te soy sincero, la música italiana que hay en el álbum, me la propuso el productor –risas–. La hemos hecho nuestra y funciona muy bien. Hay que hacer música, escuchar y dejarse llevar. Y pensar.

Yo creo que va todo tan rápido que hemos perdido el romanticismo y el hecho de disfrutar de la obra de un músico con paciencia, ¿no?

Pues igual que la vida y el amor, amigo mío. Cuando murió mi padre, mi madre estaba tan enamorada de él que sabía que su marido le había dejado un vacío difícil de llenar. Te digo esto porque, como tú bien dices va todo tan rápido que no disfrutamos. Sucede con el amor en la actual: pasa algo y muchas veces se actúa como si no hubiese pasado. No existe la calma en el tiempo en que vivimos. Eso sí, te digo que hay que besar sin pensar. Porque cuando has besado…

Generalmente hay que besar primero y pensar después, porque si piensas primero y besas después, estamos jodidos, ¿no crees?

¡Estamos de acuerdo! [risas]

¿Y qué me puedes contar de la influencia del Spaghetti western? Influyó mucho que tu padre trabajase como proyectista en un cine y tú acompañarle.

Hemos mezclado tantas músicas distintas que hemos escuchado desde que éramos chicos. Un ejemplo de ello son las trompetas. Lo que más me interesaba de la Semana Santa era la música. De esa mezcla ha salido este trabajo. Lo de mi padre era como la película ‘Cinema Paradiso’ –que todavía no he tenido narices de ver–, porque es tan emocionante para mí la historia, que no encuentro la palabra exacta. Hay que ir a contracorriente, y si no, al menos intenta tirar por otro camino, sino siempre será lo mismo. Y de ahí vienen muchos desencantos.

Tú has declarado que tanto ‘Santa Leone’ como ‘He matado al ángel’, son parte de una trilogía que quieres cerrar. ¿Tienes algo ya en mente? ¿Seguirás ahondando en la decadencia de España y de Occidente?

Soy una persona normal que sale a la calle, observa, habla y lee la prensa. Por cojones, la banda sonora, ha de ser épica. Que yo buscase una trilogía rockera y épica, como te dije, no implica que Pájaro no vaya a seguir grabando más discos, sino que queremos profundizar en la idea del disco de Rock. Música italiana habrá porque si no, no tiene la chispa de Pájaro.

Donald Trump será un buen ejemplo de lo que buscas en la tercera parte de la trilogía, ¿no?

Esa decadencia de la que me hablas, se ve hasta en los instrumentales de ‘Santa Leone’ y ‘He matado al ángel’. En el primer álbum ya estaba sacando lo que sucedió en 2010 y en 2012. Un artista tiene que contar lo que está pasando. Cuando no había fotografía, pues estaba Goya. Ahora tenemos fotografía y la posibilidad de ponerle banda sonora a la vida. Tenemos una tecnología que nos lo permite. ¡Si eso lo hubiera tenido Mozart la que hubiera liado! Un artista tiene que contar lo que está pasando e ir con los tiempos que corren. Yo lo veo así. Yo no creo que sea malo lo que está pasando. Simplemente son cambios.

Tu música ahora mismo es buena porque gran parte felicidad y sí de la decadencia o del desencanto.

Sí. Pero ¿qué quieres que te diga? A mí me gustaría pasármelo de puta madre cuatro o cinco años y hacer canciones como `Yellow Submarine’ [risas]

Entonces no serías Pájaro, Andrés.

Claro. Pero Pájaro no es sólo eso. También tiene ese toque romántico, canalla, golfo, urbano y alegre que me encanta. Ambos conceptos pueden y deben estar en mi música.

Creativamente te ha venido de puta madre todo esto, ¿no? –Risas–

Hombre, la verdad, no es por ser un poco hijo de puta [risas], pero estas cosas hacen siempre que se te revuelvan las tripas y saques todos estos gatos ‘pisaos’. Ahora, fuera de bromas: hay cosas con las que no puedo hacer música. Un ejemplo sería el tema de los refugiados. No podría. Se me caerían las lágrimas.

“En diez coma seis segundos he visto una cofradía en la Plaza del Triunfo al entrar y al entrar en el barrio de Santa Cruz había dos hippies tocando ‘Something’ de los Beatles y todo esto con diez años”. ¿Qué queda de esa Sevilla que deslumbró con Triana, Smash o Alameda?

Pues si te digo la verdad, a pesar de todo, todavía queda esa Sevilla romántica, musical y golfa. La pija la conocemos. Lo bonito de Sevilla es su mestizaje. La diversidad es la clave. Por eso, cuando Trump reniega de esto, no se da cuenta de que eso hace que un país sea un país. ¿Qué sería de Estados Unidos sin diversidad? Nada. La convivencia entre razas es fundamental. Cuando viajé a Senegal hace cuatro años estuve tocando con los músicos del país. Si no fuera porque tengo familia iría de nuevo. Todo va a otro ritmo y me encanta. Los niños y los ancianos sonríen.

No tienen el vicio de Occidente de querer quemar etapas tan rápidamente

¡Exactamente, tío! Yo tengo casi cincuenta y cuatro años y quiero ser un ancianito. Todas las etapas de la vida para mí son bonitas, y tenemos que entender que las horas son sesenta minutos y no simplemente una hora.

Sevilla tiene un patrimonio cultural impresionante. Sin embargo, Somos muchos la que lamentamos que se explote menos la Sevilla del Sepulcro de Alfonso X de Castilla, Cernuda y Chaves Nogales y demasiado la de las cofradías y la Feria de Abril. Considero que no es Sevilla del todo. ¿Cómo lo ves?

Muy buena pregunta. ¿Sabes qué pasa? Que mucha gente en Sevilla no sabe quién era Cernuda. Es un problema que no sólo se da en mi ciudad sino en toda Andalucía. Siento decirlo, porque amo mi tierra, pero la realidad es la que es. De Sevilla han salido Velázquez, Murillo o el propio Cernuda, no se valora y sufro bastante. En Sevilla hay problemas para hacer Rock, por ejemplo. Con la música sacra no pasa eso. Si yo cojo una guitarra eléctrica y toco en la calle, me multan inmediatamente porque estoy haciendo ruido. Me gustaría que Sevilla fuese un poco menos cateta en ese término y me duele decirlo. Tiene unas cosas muy buenas y no sólo somos tambores y vírgenes.

En tu música reivindicas mucho la latinidad en general. ¿Qué piensas de que gran parte de las bandas de este país, quieran ser ingleses o americanos y se olviden de la cultura de nuestro país? Si nos ponemos a pensarlo, El triunfo de Dover fuera fue efímero. Héroes del Silencio Y Barón Rojo triunfaron fuera en castellano.

Yo he nacido en España. ¿Cuál es mi idioma? El castellano. Yo pienso en castellano. A mí me encantaría poder cantar algunas canciones en inglés en su totalidad. Pero estuve viviendo en Estados Unidos y me juntaba con mexicanos y hay que cantar en el idioma que uno sabe. Respeto mucho a los mexicanos y los argentinos porque eso lo entienden a la perfección. No hay por qué tener tantos complejos en el aspecto cultural. Francamente no lo entiendo.

Culturalmente somos muy acomplejados. ¿Qué opinas?

Sí, por supuesto y estoy de acuerdo contigo. Sucede en casi todo el arte aquí. El inglés ofrece más facilidades y el castellano es más trabajoso, sobre todo a la hora de hacer una canción y encajarla. Claro que una soleá cantada en inglés no es lo mismo…

Métete en los cojones una soleá cantada en inglés.

Exactamente. No se enseña en el conservatorio. Lo mismo con el flamenco. Yo creo que hay que uno ha de cantar en su idioma, si no, no serás creíble. Aprende otras culturas, lenguas y no olvides de dónde vienes. Está muy bien que un americano quiera aprender flamenco y que un español quiera aprender a tocar jazz o blues, pero nunca vas a ser un negro, tío. Para eso hay que nacer.

Se tiene o no se tiene

Claro. Todos estos gitanos que oyes cantar están mamando eso. Y hay que reivindicarlo. Lo demás me resulta difícil de creer. Yo considero que hay que hacerlo sin ser nacionalista. La cultura no ha de tener límites. Pero tampoco me gusta que se quiera aparentar. Y noto que se quiera aparentar mucho: las posturitas duran lo que duran. Al final sólo queda lo que uno tiene dentro.

Don Silvio Fernández Melgarejo fue tu mentor. Silvio se declaraba cofrade antes que rockero, devoto de Elvis Presley y la Virgen del Patrocinio, de Hendrix y del Cristo del Gran Poder. ¿Cuál fue y es su dimensión? ¿Te sientes como su heredero?

¿Qué te voy a decir de un tío que nace dos días antes de lo de la bomba atómica en Hiroshima? Estaba destinado a ser un grande. Cuando lo escuché, aluciné. Me aprendí todas sus canciones el mismo día. Luego dio la casualidad de que poco tiempo después me lo encontré en un bar de Sevilla y le dije: “Me sé todas tus canciones”. “No me lo creo”, me respondió. Le hago una muestra y me ficha. De repente me veo tocando con una leyenda de Sevilla y de Andalucía. Siempre recordaré de él esta frase: “Cántame, Pájaro. Cántame a Elvis Presley” –el entrevistado imita la voz de Silvio y, de repente es cavernoso y agreste–. Era una muerte tan anunciada que pensaba que si no moría hoy, no pasaría de mañana o pasado. Era un legionario romano capturado por los galos al que dieron una pócima que le alargó la vida.

Mucha gente sí me dice que soy su heredero, pero no es así. Soy de mi padre, que me dejó una herencia muy bonita como el amor por el arte y la vida. Nadie tenía narices para hacer lo de Silvio en el Rock y en el escenario. Decían continuamente de él que era un borracho. Pero es que se subía al escenario y ya lo llenaba. Si Silvio hubiese sido una mujer, sin lugar a dudas, habría sido Lola Flores. Era un monstruo. Nadie hablaba mal. Inspiraba pena, ¡pero qué arte tenía! Lo querían hasta los aficionados del Sevilla y del Betis, fíjate.

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