La gran tormenta ha dejado incontables historias de valientes y todas son dignas de mención, pero algún día se contará, con muchos más detalles, la de las diez trabajadoras de una residencia de ancianos en Sedaví, que subieron ciento veinticuatro ancianos a pulso dos pisos, les calmaron, cuidaron y consiguieron que durmieran en camas. Cuando suceden estos ejemplos de generosidad es territorio común decir hasta la extenuación que, en tiempos de emergencias aflora lo mejor del ser humano. Pero es verdad que en una época tan villana como esta reconforta ver todos estos anónimos ejemplos de superioridad moral. Sacuden lo mejor de nuestro ser, son flores entre el lodo.
Si pudiera pedir cosas y me hicieran caso, ojalá que el próximo Príncipe de Asturias de Humanidades fuera para estas jóvenes mujeres y todos los voluntarios que no se nos van de la cabeza, saliendo a pie a cientos, a miles, de la ciudad de Valencia, armados con sus domésticas mochilas de supervivencia, dispuestos a ayudar. Como un gran ejército sin munición. Con la misma fuerza que recuerda a ese inmortal lienzo, ‘El cuarto estado’, en el que Giuseppe Pellizza pintó hace casi doscientos años la esperanza del horizonte colectivo.
La mayoría de este frente de personas corrientes que no se harán ninguna foto para que vean lo estupendos que son es muy joven, así que, visto lo visto, con el planeta lleno de sátrapas mandando, es una esperanza de futuro, un argumento de hierro contra quienes piensan que el optimismo es algo naif. Es muy cómodo a la par que intenso quedarse con el discurso cebolleta de falta de valores, exceso de pantallas y poca motivación, que a la mínima se vienen abajo. Pero esa juventud que se ha enfangado con el olor a muerte de los pueblos arrasados, ha limpiado el barro de aquel vergonzoso lema, a por ellos. Porque ellos eran esta vez todas las vidas urgentes por salvar. Benditos sean sus móviles, sus capacidades de políglota digital, su coraje y su compasión. Quizá en esa nueva infantería puedan descansar cuando nos toque, nuestro cansancio y nuestras canas. A por ellos y junto a ellos, porque les toca muy dura la faena.
Con el activismo de esta juventud y los mecanismos de que el estado dispone, hemos visto una vez más que el Negacionismo mata, que la magnitud de la catástrofe depende de la ideología. La portada de la revista francesa ‘Liberation’ decía esta semana: “Los muertos evitables”. El gobierno autónomo valenciano, del mismo signo involucionista que el murciano, no cree en el cambio climático, que es cosa de la agenda woke. Y si hay muertos, es que se tenían que morir, y los indigentes mentales que hablan como lo haría el doctor Mengele, luego son reelegidos por mayoría.
La codiciosa querencia de ciertos políticos por dejar construir en ramblas y suelos de aluvión es un clásico en su cada vez más repleta lista de pifias peligrosas. A la riada del otoño la veían llegar nuestros antepasados con anticipación, porque conocían y respetaban la Naturaleza. Ahora la Agencia Estatal de Meteorología predice el tiempo de forma eficaz, pero a los ultras les gustan más los toros que los científicos. Sus especialidades son los bulos, bien verbales o con algoritmos, matar si pueden al Perro. Y la democracia, a demolición.
Hace dos años, el presidente López Miras y compañía pidieron al Gobierno central la retirada cautelar inmediata de los ‘deficientes’ mapas de zonas inundables y zonas de flujo preferente y, de esta forma, desbloquear la paralización de licencias de obras y actividad. Entonces dijeron, por resumir, que la falta de ladrillo empezaba a notarse en la economía. No tienen otro modelo, ni lo tendrán. El plan de Protección Civil de la Región de Murcia cifra en setecientos ochenta y cinco los puntos inundables por precipitaciones y el Gobierno autónomo se persigna entre la distopía de sacar al santo que sea para atraer la lluvia, y el terror más que fundado a otra gran inundación. Porque esta dana, también lo sabemos, nos podía haber tocado. No lo van a hacer, porque les dio rédito. Pero ya sería el momento de cambiar la frasecita de 'Agua para todos'.
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