Jueves noche cualquiera en una plaza cualquiera. Llegan sigilosamente, encienden su altavoz y se ponen a bailar. Sin aviso previo, eso sí, a volumen bajo, para evitar problemas con vecinos y autoridades. La música es antigua y amable, recuerda un poco a las películas de Woody Allen. Los paseantes miran, ralentizan su ritmo, y algunos incluso se paran y sacan sus móviles para hacerles fotos. Normalmente, si pasan niños, son ellos los que se suman a bailar, sin pudor alguno. Si pasa algún `temerario´ con algo más de pudor, quizá oculto bajo una cena de empresa, también se anima a probar. Y al final de todo, la pregunta es siempre la misma: “Perdonad, ¿qué estáis bailando?”
Aunque este baile podría parecer nuevo, tiene ya casi 100 años. El lindy hop fue desarrollado por bailarines afroamericanos en el Savoy Ballroom de Nueva York, convirtiéndose en poco tiempo en un modo de expresión de libertad en América. En el año 43 fue proclamado `baile nacional´ por la revista Life. En Europa, en la Alemania al borde de la Segunda Guerra Mundial, el swing fue perseguido por los nazis por tratarse de música de negros, de ahí que a los encuentros callejeros se les llame `clandestinos´. Algunos lo reconocen por esa peli de los 90, en la que Robert Sean Leonard le cantaba a Christian Bale aquel mantra revolucionario de “you don´t mean a thing if you ain´t got that swing...” (no vales nada, si no tienes ese swing).
Por aclarar conceptos, el swing es un tipo de música jazz orquestral, y el lindy hop es seguramente el baile swing más popular (hay otros como el charleston, el balboa, el claqué,...). Grandes `big bands´ como la de Benny Goodman y figuras como Duke Elligton o Count Basie ponían la música, y bailarines como Frankie Manning se encargaron de difundir el lindy hop. Actualmente hay vídeos didácticos de este bailarín y coreógrafo con más de dos millones de visitas en Youtube. Su famosa coreografía `Shim Sham´ es un clásico en las fiestas swing y Manning es considerado el creador del lindy hop. Será por eso que a ese altavoz que pulula de plaza en plaza, los lindyhoppers murcianos lo llaman Frankie.
El swing es una cultura del pasado o revival, muy asociada ahora al término vintage, y como tal, invade el mundo de la música, el baile, la moda, etc. Actualmente, existe un renacimiento de la era swing por todo el mundo, que va calando desde grandes ciudades a otras medias. En las redes sociales se puede comprobar fácilmente.
Hace 4 años se creó el grupo de Facebook “Murcia Swing”, y ahora ya casi tiene 1500 seguidores. Geli Abenza, una de sus impulsoras, cuenta que fue hace tres años cuando se empezó a bailar lindy en Murcia, gracias a Pepe y Ana, profesores de la academia Spirit de Alicante. Ellos, a su vez, lo habían aprendido desplazándose a Valencia. Según Geli, actualmente hay sobre unos 80 alumnos de lindy en Murcia. Sobre la diferencia del lindy con respecto a otros bailes más populares como los bailes latinos, Geli afirma que “las followers (normalmente chicas) juegan un papel más activo y aportan más al baile, y que entre leaders (normalmente chicos) y followers hay un rol menos tradicional”.
Además, tanto el lindy, como otros bailes swing como el claqué o el authentic jazz, se pueden bailar de modo individual y también hay muchas coreografías grupales. Y con respecto al por qué de los clandestinos Geli dice que “bailamos en la calle porque aquí no hay locales específicos de música swing y porque para nosotros la calle es parte del espíritu swing. El lindy es un juego con la pareja y la música swing es maravillosa. Siempre hay gente que se acerca y nos pregunta cosas, y recuerdo una vez durante un clandestino, que un anciano se acercó para decirnos que para él, esa música le recordaba a los dibujos animados antiguos”.
Y el caso es que memoria no le faltaba a ese anciano, dado que uno de los temas que suele salir de Frankie, es la melodía del `Libro de la Selva´, donde Louie proclama que él es el más mono rey del swing.
Este tipo de música, optimista y enérgica, es precisamente, la que ha inspirado la creación de la joven banda Zoot Suiters, hasta ahora, la única banda swing de la Región. Jaime López, (trombón) nos cuenta la idea de la banda: “Fue Rafa, nuestro batería, el que empezó con la idea. Teníamos claro que queríamos un grupo de swing con voz masculina, y sobre todo, cuando se incorporó nuestro solista Coco, fuimos orientando la música hacia el lindy hop. Tocamos temas que nos motivan mucho y que además, animan a bailar a la gente, tanto clásicos de los 30 y 40, como alguna versión actual con arreglos propios, como hacemos con un tema de Beyoncé”.
Estos siete chicos comenzaron a armar la banda en 2014, y tras consolidar a sus músicos, han saltado a escena en 2016. Locales como la Sala de Berta y sobre todo, Tejemaneje, les dieron las primeras oportunidades. De ahí, han actuado en diversos festivales de ciudades como Granada, Alicante, Murcia y Cartagena, y en unas semanas les espera el Festival Internacional Swing Art de Burdeos. Y allí estará la banda murciana, para levantar a bailar al público francés con su electrizante música, y por supuesto, siempre con su `look´ de época años 40.
Y es que el swing no se entiende sin el baile, pero tampoco sin la moda. Mirian Iniesta (Murcia Swing) cuenta que hasta hace unos cinco años, la única manera de conseguir ropa o complementos de época en Murcia, era en los mercadillos de segunda mano y en Traperos de Emaús.
Según Mirian, sólo había este escaso margen de moda original, pero de un tiempo a esta parte, han surgido varias tiendas vintage de diseño y creación actuales, algunas de diseñadores locales (ver Para saber más). En cuanto a la percepción de este cambio y a la reacción a este estilo, Mirian comenta: “Yo noto que por la calle ya se ven guiños a la moda de época, ya sea más clásica de los años 20 ó 30 y también posterior, look ` pin-up´ y también de la era rock and roll. A mí identifican con el clásico años 30, vestidos largos, turbantes... porque visto así a diario. Aquí en Murcia la gente está aún poco acostumbrada y muchos me dicen que si he salido `de los tiempos revueltos´ o del `tiempo entre costuras´. Al final lo quieren arreglar y me rematan con un ´bueno, es estrafalario, pero a tí te pega´”.
Pero más allá de grupos de Facebook, de looks y anécdotas, la buena noticia es que los tres están de acuerdo en una cosa. Geli, Jaime y Mirian perciben ahora el swing como un fenómeno en auge, pero también coinciden en que ha llegado a Murcia para quedarse, porque tal y como ellos lo viven, el swing es un estilo de vida. Y si algún lector lo quiere probar, busquen por la calle la melodía de Frankie, quítense el pudor y sean `clandestinos´ por una noche. Una noche de jueves cualquiera, en una plaza cualquiera.