'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.
El cuarto oscuro del confinamiento
Aparte de escritora poco ortodoxa, soy trabajadora social y he estado durante todo tiempo de alarma laborando en una casa donde ocho personas sin relacioÌn familiar han estado confinadas hasta que volviera la calma. Demasiado bien ha ido el experimento, no a todos los recursos sociales les pasoÌ lo mismo y mucho menos las casas que decidieron seguir las normas del cuarenteneo.
Servicios Sociales ha sido un drama: albergues llenos, cobertura de atencioÌn reducida al miÌnimo, comedores abarrotados. Si a esto le sumamos el propio sistema de salud colapsado, cientos de personas se han quedado sin techo o sin recursos propios, varadas en todo este oleaje.
Afirmar que las cosas no han cambiado seriÌa como declararse terraplanista. Aunque dudo mucho que hayan ido a mejor, lo que sí puedo decir es que no afecta a todas las personas por igual. Nos vino perfecto para observar de nuevo que las necesidades sociales que llevamos arrastrando, cuya respuesta comunitaria se ve mermada por el distanciamiento social, sigue distanciaÌndonos cada vez maÌs de nuestras otredades vecinas al ritmo que AndroÌmeda se separa de la ViÌa Lactea.
Comenzando desde los escalafones maÌs altos se nos recuerda cuál es nuestro asiento una vez terminada esta orgiÌa de capitalismo y consumo, en donde la primera en correrse de todo este asunto son las grandes marcas que se encontraban detraÌs de los Prides y los Circuits y, en general, cualquier otro evento que suponga un hombre cis homosexual con privilegios, un valor activo al que dejar seco a traveÌs de ofertas de consumo dedicadas a su satisfaccioÌn. Pues, mi ciela, ya no hay Circuit, mariconeo, petardeo, escaÌndalo. Sorry.
Aunque si aquiÌ se nota, te puedes hacer una idea de coÌmo afecta en otros estratos no tan coÌmodos y soleados, pero siÌ maÌs vulnerables a cualquier tormenta venidera.
Antes de bajar de lleno, recordemos la interseccionalidad como haÌndicap de pertenencia a grupos hegemoÌnicos y formada por existencias difiÌciles de mirar.
La idea principal es que en este efecto 2000 las perifeÌricas vuelven al hoyo; las amigas LGTBI+ que tambieÌn tienen otras catalogaciones se ven especialmente afectadas ya que, aparte de la tendencia homofoÌbica -especialmente transfoÌbica- del propio sistema cisheteropatriarcal, otras cuestiones como la xenoÌfoba, aporoÌfoba y putoÌfoba siempre rondan alrededor e inciden en el derecho universal a tener una casa donde resguardarte. AquiÌ una serie de declaraciones de maricones, trans, ocupas y migras que estaÌn encantadiÌsimas de hablar de sus cuarentenas existenciales:
“Ya me pasaba antes porque como tengo estas facciones tan de hombre se me nota y ahora esto es un conÌo. Voy por la calle y me paran los policiÌas y me preguntan a doÌnde voy, si es que estoy trabajando o queÌ hago a esas horas. VeraÌ, senÌor agente, voy a comprar aquiÌ al suÌper. Pues vaya a otro, senÌorita, este estaÌ muy lejos de doÌnde supuestamente vive. Me tratan como la puta que soy, pero como no hay nadie en la calle, se encuentran con licencia de hacer lo que quieran y de replegarme en mi casa para que no me vean. Esas maÌscaras de mierda son de villano, no de heÌroes”.
“Aunque los desahucios han parado no significa que nos vaya mejor, al contrario, hay que trabajar el triple para afrontar situaciones que no habiÌamos barajado anteriormente con los decretos del Estado soplaÌndonos la nuca. Nos vemos con la necesidad de crear redes casi clandestinas de alimentos ya que el aislamiento ha pegado fuerte. Si antes iÌbamos al contrario de todo, ahora vamos maÌs que antes: reunirse es una movida ya que tenemos a los polis dando vueltas por el barrio todo el rato y cuando te vean las pintas de maricoÌn y punki te aseguro que te van a parar con toda la intencioÌn de meterte una multa”.
“Yo me resigno a toda esta situacioÌn, pero es duro. DejeÌ mi paiÌs perseguido por ser gay teniendo un buen trabajo. Llego aquiÌ y me encuentro con que hay que trabajar sin ninguÌn tipo de seguridad social ya que llevo cinco meses sin poder resolver mi solicitud de asilo y con el miedo a que venga alguien a decirte que es del Ministerio del Trabajo, Sanidad o queÌ se yo. Lo que no teniÌamos nadie previsto es que no puedo tener ninguÌn tipo de prestacioÌn ya que no soy parte del sistema. Ahora tengo maÌs miedo a salir, no por el virus, sino porque me paren en la calle, aunque es verdad que tengo un montoÌn de amigos que me han podido ayudar con techo y comida, aparte de que algunos de los servicios a los que iba, como Cruz Roja, me ayudan como pueden. Al final, me siento muy agradecido por estas cosas”.
En conclusioÌn, #QuedateenCasa no es un mensaje global de cuidados individuales y colectivos. Es una declaracioÌn de privilegios, una impliÌcita reafirmacioÌn de clases sociales para todas aquellas unidades domeÌsticas que pueden declararse como tal y que apela directamente al derecho universal a tener una vivienda – digna-. Éste es un derecho al que cada vez menos personas pueden acceder y que en estos momentos nos sirve de barrera arquitectoÌnica para protegernos de las lacras del Estado. No seÌ, a lo mejor, ante tantiÌsimas necesidades surgidas, estamos enfocando mal el problema.
Aparte de escritora poco ortodoxa, soy trabajadora social y he estado durante todo tiempo de alarma laborando en una casa donde ocho personas sin relacioÌn familiar han estado confinadas hasta que volviera la calma. Demasiado bien ha ido el experimento, no a todos los recursos sociales les pasoÌ lo mismo y mucho menos las casas que decidieron seguir las normas del cuarenteneo.
Servicios Sociales ha sido un drama: albergues llenos, cobertura de atencioÌn reducida al miÌnimo, comedores abarrotados. Si a esto le sumamos el propio sistema de salud colapsado, cientos de personas se han quedado sin techo o sin recursos propios, varadas en todo este oleaje.