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La economía circular no puede esperar

Residuos en una planta de reciclaje en una imagen de archivo. EPA/GIAN EHRENZELLER

Andrés Romeu

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Con la celebración de LOOP, la primera feria local sobre Economía Circular (EC) y una de las primeras a nivel nacional, la divulgación medioambiental ha sido protagonista en la ciudad de Murcia esta semana. Y aunque la mejor manera de aproximarse a la EC habría sido acudir a alguno de los eventos programados, si lo que buscan en estas líneas es una definición rápida y concisa, yo les propongo la siguiente: un conjunto o sistema de soluciones de producción-consumo que busca reconectar la eficiencia económica con el flujo cíclico del entorno medioambiental a un nivel que la naturaleza es capaz de asimilar. Y para poder expandir esta definición voy a echar mano de una infografía que desarrolla una metáfora: el diagrama de la mariposa.

Si miramos la parte central de la mariposa, es decir, el cuerpo de la oruga que fué, veremos la representación esquemática de un sistema de producción-consumo lineal. En un sistema lineal los recursos, incluida la energía para obtenerlos, se extraen del entorno, se procesan por etapas junto con otros insumos, se distribuyen, se consumen y finalmente se devuelven como residuo transformado al entorno. Al ser modificados mediante un proceso artificial, y no mediante los procesos propios del ciclo natural, la capacidad del entorno para reincorporar estos residuos al ciclo es muy limitada: el sistema natural sabe como reciclar rápidamente los recursos que él mismo genera, por ejemplo las hojas que caen en otoño, pero no tiene la tecnología necesaria para hacer lo mismo con la mayor parte de lo que el sistema lineal genera.

Pasamos ahora de la fase de oruga a la de mariposa. Sus alas representan ahora un sistema de producción y consumo circular sobre los recursos materia y energía y las operaciones que sobre los mismos se realizan. Si hablamos de recursos finitos o no renovables como pueden ser los recursos minerales (en azul) hay un conjunto de operaciones como compartir, mantener, reutilizar, refabricar o recircular que reintegran estos materiales al circuito. De manera análoga, la extracción bioquímica, la digestión, la gasificación o la reforestación y replantación son operaciones que reintegran los recursos renovables como lo puede ser un bosque tropical. El objetivo de integrar todas estas operaciones en un sistema circular como éste es, claro está, minimizar la cantidad de pérdidas materiales y efectos externos negativos que se entregan al sistema ambiente pero sobre todo es hacerlo a un coste mínimo en términos de bienestar y desarrollo humano.

Oruga, paradigma dominante

Es bien cierto que la oruga (es decir, el sistema lineal) ha sido el paradigma dominante de la extraordinaria etapa de desarrollo de las condiciones materiales de buena parte de la humanidad en los últimos 300 años. No es menos cierto también que esta forma de actuar ha sido y es altamente intensivo en energía y recursos renovables y no renovables, y todos estamos de acuerdo en que la tecnología nos ha venido librando de sucesivos cuellos de botella, como cuando descubrimos el nailon para sustituir las fibras naturales o el caucho sintético para sustituir a los neumáticos de caucho natural. Pero la evidencia empírica de que el crecimiento de la oruga se hace a expensas de la merma del entorno medioambiental es tan abrumadora hoy que es poco justificable y casi una irresponsabilidad la postura de esperar simplemente a que mejoras tecnológicas descentralizadas que eleven la intensidad de uso o aceleren los procesos de sustitución de materiales nos vuelvan a salvar los muebles in extremis. En realidad, la mejora tecnólogica que realmente necesitamos pasa ineludiblemente por dirigir la innovación hacia la EC de manera coordinada.

Es esta inquietud la que, compartida a nivel global, inspiró los pactos y cumbres multilaterales por el clima. En el Acuerdo de París de 2015 un total de 196 países y entidades se comprometieron a limitar el calentamiento a un máximo permisible +2 grados centígrados. El instrumento que vincula a los firmantes con este compromiso son las denominadas Contribuciones Determinadas a nivel Nacional (NDC, en inglés). Por ellas, los países se obligaron mutuamente a reportar la planificación de las acciones climáticas que habían de emprender a partir de 2020. preparando, comunicando y manteniendo sus NDC y vinculándolas a los objetivos intermedios comprometidos en estos mismos planes.

De las cumbres a la acción

Desafortunadamente, pasar de la retórica de las grandes cumbres a la acción es lento y difícil. Tal y como se detalla en el útlimo Informe de la organización sin ánimo de lucro Circle Economy, con las condiciones actuales de cumplimiento de los NDCs y para finales de la década actual, se prevé que la trayectoria de temperatura esperada quede unos 3 grados por encima de la comprometida en París (Brecha de Emisiones). Aún con todos los países cumpliendo con sus NDCs de manera estricta, la brecha quedaría en torno a +1 grado. A juicio de esta organización sería necesario complementar inmediatamente los NDC con una propuesta de doblar la tasa de circularidad que actualmente se sitúa en torno al 9% a nivel global en estimaciones de 2017.

Por supuesto, nadie puede asegurar que la metamorfosis de la oruga en mariposa sea a coste cero. Hay que adaptar las tecnologías de producción, mejorar las cadenas de distribución y recogida, poner en marcha los procesos de refabricación, entre muchas otras cosas. Para reducir el uso de materiales y recursos deberemos intensificar el uso de factores como la tecnología y la mano de obra cualificada. No vale cualquier propuesta: el beneficio medioambiental que genere debe estar correctamente valorado y comparado con el coste en términos de otros recursos a unos precios razonables. En el pasado era más barato el sistema lineal porque la abundancia del recurso entorno y la dificultad para atribuir la propiedad hacía que el mercado fallara a lo hora de asignarle un precio. A medida que los efectos negativos externos empiezan a llegar hasta las puertas de las urbanizaciones de los más escépticos, las condiciones objetivas para poder empezar a hacerlo se desarrollan, pero no podemos esperar hasta que el mar llegue hasta los pies de quien vive en la torre más alta porque para entonces ya se habrán ahogado muchos. Hay que explicar ahora y ya que tenemos la necesidad, tenemos la tecnología y tenemos la determinación para transitar de oruga a mariposa a un coste asequible, y en ese propósito de contarlo se enmarcan iniciativas como la que hemos tenido esta semana en nuestras calles. Bienvenida sea.

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