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El apóstol del árbol

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Si el medio ambiente es y debe ser una preocupación colectiva y ciudadana, hay personas que suponen un referente en la defensa ambiental en diversas épocas. A finales de septiembre se cumplían cien años del fallecimiento, en Murcia, de Ricardo Codorníu Stárico, el llamado apóstol del árbol, tras una vida en la que trabajó por la regeneración de los bosques con un gran prestigio dentro y fuera de del país. La labor de Cordorníu inició un ciclo, desde época muy temprana, de preocupación por la naturaleza y su estrecha relación con los seres humanos en nuestro territorio.

Nació en Cartagena en 1846, en el seno de una familia acomodada. Desde niño tuvo un gran interés por las ciencias naturales, los árboles y la ornitología. Estudió Ingeniería en la Escuela de Montes, que concluyó en 1871 e ingresó en este Cuerpo de Ingenieros. Fue responsable de la Dirección Hidrográfica-Forestal del Segura y jefe de inspección de Repoblaciones Forestales y del Servicio Hidrológico Forestal del Ministerio de Fomento. Participó en la constitución de la Sociedad de Amigos del Árbol, así como en la fundación en 1902 de la Sociedad Murciana de Esperanto.

Ahora, el Museo de la Ciencia y el Agua de Murcia acoge hasta el próximo 7 de enero la exposición 'Cordorníu. El hombre que soñó el futuro', un homenaje a su labor desde el punto de vista humanístico y ambiental.

Su actividad tuvo como objetivos muchos aspectos de la defensa y la regeneración ambiental como la lucha contra la deforestación y la desertificación, la recuperación y regeneración de los bosques. la defensa contra las avenidas y la recuperación fluvial, los parques urbanos de ribera y el arbolado en la ciudad. También desarrolló propuestas de lo que hoy llamamos soluciones basadas en la naturaleza.

Una de sus tareas principales fue la reforestación y repoblación integral de Sierra Espuña, tras su visita a la zona en 1889, y la realización de los estudios orográficos y climáticos de la zona, A finales del siglo XIX toda la sierra se encontraba en un estado deplorable, con la pérdida casi total de su masa arbórea y con graves procesos de desertificación. En 1889, se inició la tarea de reforestar toda la sierra. Este trabajo fue un modelo para su época. En el año 1931, Sierra Espuña fue declarada sitio natural de interés nacional.

Otro trabajo relevante fue la repoblación de las dunas y la restauración de la pinada de Guardamar, trabajo que se realizó como método para fijar y contener el avance de las dunas que amenazaban el núcleo urbano. También la creación del Parque Ruiz Hidalgo en Murcia fue un hecho significativo; un parque en la ribera del río Segura en 1908 cuya dirección técnica fue responsabilidad de Ricardo Cordorníu, concebido para mostrar diferentes especies de arbolado y obtener conocimientos sobre las condiciones de aclimatación para posibles usos forestales. La faceta pedagógica y divulgadora es otro aspecto esencial de la biografía de Cordorníu, concienciando a la sociedad de la importancia de los árboles, el monte y las aves, elementos que para él constituyen un todo interrelacionado. En este sentido, funda la revista 'España Forestal' y colabora con la 'Revista de Montes' además de publicar diversos libros, guías y folletos.

Su pensamiento e ideología tiene muchos puntos de contacto con el regeneracionismo español que se desarrolló en España a finales del siglo XIX y principios del XX, cuya figura más preminente era Joaquín Costa, y que fue un movimiento de respuesta a la decadencia del país y ante el enorme impacto del Desastre del 98.

Era un estudioso y un activista ambiental, cuyo ejemplo sigue vigente y es una tarea pendiente todavía la recuperación de ríos, ramblas y cauces y en general los ecosistemas, después de un siglo de su muerte. Cordorníu es un personaje incómodo para este Gobierno regional, ninguna administración ha organizado un acto conmemorativo oficial. Hoy, en nuestra región corren malos tiempos para la defensa de los ecosistemas y el territorio. Faltan referentes como Cordorníu en las instituciones y la administración donde el mantra es el negacionismo y el retardo a ultranza y donde el medio ambiente se considera una china en el zapato que coarta el desarrollismo depredador.

Si el medio ambiente es y debe ser una preocupación colectiva y ciudadana, hay personas que suponen un referente en la defensa ambiental en diversas épocas. A finales de septiembre se cumplían cien años del fallecimiento, en Murcia, de Ricardo Codorníu Stárico, el llamado apóstol del árbol, tras una vida en la que trabajó por la regeneración de los bosques con un gran prestigio dentro y fuera de del país. La labor de Cordorníu inició un ciclo, desde época muy temprana, de preocupación por la naturaleza y su estrecha relación con los seres humanos en nuestro territorio.

Nació en Cartagena en 1846, en el seno de una familia acomodada. Desde niño tuvo un gran interés por las ciencias naturales, los árboles y la ornitología. Estudió Ingeniería en la Escuela de Montes, que concluyó en 1871 e ingresó en este Cuerpo de Ingenieros. Fue responsable de la Dirección Hidrográfica-Forestal del Segura y jefe de inspección de Repoblaciones Forestales y del Servicio Hidrológico Forestal del Ministerio de Fomento. Participó en la constitución de la Sociedad de Amigos del Árbol, así como en la fundación en 1902 de la Sociedad Murciana de Esperanto.