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La legalización del incesto

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El 9 de mayo de 2022, el diario ABC publicó el artículo titulado “Una pareja de hermanos con cuatro hijos pide que se legalice el incesto en Alemania”. Ese artículo hace referencia a la historia de Patrick Stuebing y Susan Karolewski, dos hermanos condenados por incesto en Alemania, padres de cuatro hijos (dos de ellos discapacitados), y a su campaña a favor de la legalización del incesto.

Aunque todo el código penal contribuye a definir el marco político-social de un país, las leyes relativas a la sexualidad son fundamentales en esta tarea. De hecho, Freud considera la prohibición del incesto (al menos del intergeneracional), como la piedra angular sobre la que se edifica toda la cultura.

La cultura postmoderna está estableciendo nuevos patrones, tanto de pensamiento como relacionales, que se oponen a los tradicionales, cuyo origen se remonta al mundo moderno, al medieval o, incluso, a la antigüedad. Podemos aprovechar la campaña de estos hermanos para contrastar los modelos postmoderno y tradicional, centrándonos en la “piedra angular” que cuestionan.

Uno de los argumentos tradicionales en contra del incesto es el aumento del riesgo de malformaciones, o discapacidades, en los descendientes de padres consanguíneos. La ciencia, un invento “moderno”, respalda este argumento tanto desde la genética, que explica el mecanismo mediante el cual la pérdida de variabilidad genética favorece la acumulación de variantes patogénicas, como desde la estadística, que muestra la acumulación de problemas con esta forma de procreación. El contraargumento postmoderno frente a la ciencia es la postverdad, la negación del valor de la ciencia y de la misma idea de verdad, entendidas como imposiciones injustificadas de un discurso dominante al servicio de las clases dominantes. Entiendo que éste es el argumentario que subyace a la afirmación de Stuebing cuando dice “dos de nuestros hijos están discapacitados, pero eso no tiene necesariamente nada que ver con el hecho de que somos hermanos”.

Otro argumento postmoderno es el relativismo. Frente a la rígida caracterización medieval de los actos como buenos o malos, se propone que nada es bueno o malo en sí, que la vida del discapacitado no tiene nada que envidiar a la del sano, siendo igual de digna, y que las distintas discapacidades contribuyen especialmente al conjunto de visiones de la sociedad al ofrecer perspectivas diferentes. Creo que podemos defender la dignidad de toda vida humana y a la vez entender que las enfermedades genéticas no son ningún regalo; que el sufrimiento de quienes las padecen y sus familias, además del gasto sanitario y el coste social que originan, suponen un problema importante que debe ser tanto prevenido cuando los medios materiales y la ética lo permitan, como paliado cuando no sea posible prevenirlo.

Otro argumento, éste procedente del mundo antiguo, contra el incesto es la utilidad de las alianzas matrimoniales cuando los miembros de unas familias se casan con los de otras. Si la estanqueidad, absoluta o relativa, de castas y clases sociales provoca un problema de cohesión social que ha desencadenado distintas revoluciones y matanzas, la compartimentalización de las comunidades en familias o clanes sin vínculos entre sí lleva rápidamente al colapso social. La antropología nos muestra distintos sistemas de intercambio de parejas (o de mujeres) entre grupos. Todos ellos pretenden posibilitar una cierta integración del tejido social.

La visión postmoderna rechaza estos proyectos de ingeniería social y promueve la libertad individual, la libre elección de cada persona para hacer lo que quiera con su cuerpo, con su sexualidad y con sus vínculos. Emancipa a los individuos del deber de sostener la sociedad y cuestiona la legitimidad de ésta para imponer a aquellos cómo han de conducir su vida. Al cuestionar el mismo concepto de ética, diluye los conceptos de bien y de mal, dejando sólo libertad e individualidad. En esta línea, cuando los hermanos Stuebing y Karolewski afirmaron en su juicio que “ni siquiera sabíamos que estábamos haciendo algo malo cuando empezamos”, están mostrando un des-conocimiento de la ley, un no reconocimiento de la existencia de normas básicas que la sociedad impone a las personas.

El rechazo de normas básicas que limiten el funcionamiento del psiquismo y el goce sexual constituye la esencia de la psicosis según el psicoanálisis lacaniano. El psicoanálisis y la psiquiatría han sido acusados de promover un discurso social conservador, de oponerse al postmodernismo. Otros consideran que constituyen medios racionales de afrontar problemas reales que ocasionan un importante sufrimiento.

En la disyuntiva que nos plantea la aparición del modelo postmoderno, con la legalización del incesto junto a otras oposiciones al modelo cultural tradicional, entiendo que debemos pensar cuidadosamente a dónde conduce esta madriguera de conejo. ¿Nos interesa el mundo líquido del postmodernismo o el sólido de la modernidad y épocas anteriores? Habrá que pensarlo. ¿O no? 

El 9 de mayo de 2022, el diario ABC publicó el artículo titulado “Una pareja de hermanos con cuatro hijos pide que se legalice el incesto en Alemania”. Ese artículo hace referencia a la historia de Patrick Stuebing y Susan Karolewski, dos hermanos condenados por incesto en Alemania, padres de cuatro hijos (dos de ellos discapacitados), y a su campaña a favor de la legalización del incesto.

Aunque todo el código penal contribuye a definir el marco político-social de un país, las leyes relativas a la sexualidad son fundamentales en esta tarea. De hecho, Freud considera la prohibición del incesto (al menos del intergeneracional), como la piedra angular sobre la que se edifica toda la cultura.