Cuando algún día recordemos lo que ha significado nuestro tiempo, comprenderemos que el nuestro fue un tiempo de corrupción, de crisis y de corrupción. Una corrupción generalizada, voraz, obscena, prolongada, insaciable. Una corrupción especialmente instalada en ese partido en el que estás pensando.
Una corrupción dañina, tóxica, destructiva. Una corrupción ruinosa, desmoralizadora, asfixiante. En fin, érase una corrupción a un país pegada.
Pero podemos recordar no obstante, que a veces las cosas son de otra manera. En el año 63 a.C. el cónsul de la República de Roma, Marco Tulio Cicerón hizo frente y venció la conjura de Catilina y empleó entre otras esas certeras palabras “O tempora, o mores” para definir ese estado de ánimo que él sintió y que ahora nos ahoga. Para llamar la atención sobre la conducta corrupta de los conjurados y la falta de energía de aquel senado para neutralizar a Catilina, que finalmente fue doblegado.
No solo padecemos el enojoso asunto de la corrupción, sino que es nuestro sistema de libertades el que comienza a estar en riesgo. Con esa policía política al servicio del Gobierno, la Ley Mordaza para atemorizar y perseguir disidentes o las cada vez más inquietantes noticias sobre las relaciones entre destacados miembros de los ministerios de Justicia e Interior y la trama corrupta. Especialmente destacados ya para siempre en la memoria colectiva quedan el fiscal jefe anticorrupción Moix y su jefe el fiscal general del Estado Maza.
Les conviene repasar la Historia. Deben saber estos caballeros que Don Ramón Sena era un telegrafista muy joven cuando el mismo día de la rebelión militar contra la República, salió rápidamente de la oficina, la cerró, colgó la llave en la puerta y se unió a la defensa de la República.
Don Ramón como todos sabemos resultó derrotado, pero lo que no todos saben es que tras la derrota como otros muchos fue depurado, represaliado y trasladado de forma forzosa a Murcia. Sena contó con el aprecio, el respeto y el cariño de muchos de sus compañeros y el republicano ejerció una muy positiva influencia en los jóvenes telegrafistas de Murcia que reconocieron durante muchos años en él lo que significaba el amor a la libertad y la integridad republicana.
Si dañina está siendo la corrupción y la pérdida de libertades, no menos hiriente está siendo la salida injusta e insolidaria de una crisis económica que deja muchos ciudadanos atrás. Cada día nos llegan noticias que confirman una brecha cada vez más insalvable entre los que tienen mucho y los que no tienen apenas nada. No, el sol no luce para todos.
En este tema, resulta ilustrativa la histórica intervención de Trotski tras la toma de Kazán, quien de forma muy expresiva y quizás radical señala la necesidad de una sociedad más igualitaria en la que todos tengan acceso a los bienes más esenciales. “Nosotros amamos el sol que nos alumbra pero si los opresores quisieran monopolizar el sol entonces diríamos, que se extinga el sol y reine la oscuridad, las tinieblas eternas.”
Ahora sin embargo, parece llegado el momento de hablar menos de las causas de la crisis y sus desgraciadas consecuencias morales y sociopolíticas y concentrar más los esfuerzos en dar una respuesta clara, eficaz y legítima. Ya conocemos los tiempos que nos han tocado vivir, la corrupción, el secuestro democrático y la salida injusta de la crisis.
Ahora es precisa una respuesta audaz y certera. La decisión de dar una respuesta clara en el Parlamento con una moción de censura que dé voz a los ciudadanos, quienes observan estupefactos la deriva errática de la nación, es ya una victoria. Pero debemos recordar que el cambio no solo se produce por dificultades económicas, descontento social o frustración política, es necesario un pensamiento unificador, profundamente democrático y con intenso ánimo regenerador, que de una esperanza en algo mejor. Es necesario explicar una alternativa sólida.
Los que asumen la tarea de defender la moción de censura, Iglesias y sus compañeros de Podemos, deben mostrarse claros y creativos en sus propuestas y deberían ser estas propuestas el eje de su discurso. Esta moción debería significar el comienzo de la salida del laberinto. Que puedan decir de nosotros que un día volvimos a la vida. Que la fortuna acompañe a los audaces.
Ubi bene ibi patria. (Donde está el bien, allí está la patria).