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Del Estado de la Nación y las becas para ricos de Ayuso hasta los 'rodríguez'

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Ayer comencé a escribir las primeras líneas de un artículo. En ese cruce de caminos frente al ordenador no tenía el tema principal muy claro. Lo mismo me venía como eje central las cosas del Debate de la Nación, que las becas para ricos de la señora Ayuso, que el asunto de aquellos rodríguez de los veranos antaño. Así que escribí esas primeras líneas hablando de aquellas voces que democráticamente estaban en contra de la ley de la Memoria Histórica, que se acababa de aprobar, y que recordaban a su España Grande y libre, mientras yo me acordaba de aquella paga del 18 de julio, que pocas veces cobré, y de aquellos demócratas que entonces que por doquier brillaban por su ausencia. Los demócratas de aquella época eran unas auténticas joyas de arte que cabían en la sala más pequeña del Museo del Prado. Muchos, creo, que han perdido la memoria; ni siquiera se acuerdan de que entonces los demócratas era una rara especie allende de los Pirineos.

El caso es que hoy quería continuar el artículo que ayer dejé en el ordenador. Y hoy al abrir ese documento no existía. Lo cerré sin guardar. Así que le voy a hablar de aquellos rodríguez que cobraban pagas extraordinarias de 18 de julio. Ciertamente los recuerdo, en aquellas calurosas noches veraniegas, en aquellas ciudades vacías, como tipo muy pesados que se querían comer el mundo en unas noches. Salían al caer la tarde maqueados, mientras sus santas descansaban con los niños en la playa, y recalaban en aquellos bares nocturnos y discotecas como gavilanes, con vuelos de donjuanes. A estos rodríguez se les avistaba antes de aterrizar en aquellos antros, desde que el director de cine los había fotografiado en su película de 1965: 'El cálido verano del Sr. Rodríguez'. El mismo Lazaga volvió a la carga con otra película en 1975: 'Tres suecas para tres rodríguez'. Y fue para tanto el asunto de estar de rodríguez o quedarse de rodríguez, que hasta la RAE tuvo que admitir esa de acepción de “rodríguez”, con minúscula con la siguiente definición: “Hombre casado que se queda trabajando mientras su familia está fuera, normalmente de veraneo”.

Sin embargo, a mí los únicos rodríguez que me gustaron, a principios de los 90, fueros Los Rodríguez, aquellos que cantaban: “Déjame atravesar el viento sin documentos/ Que lo haré por el tiempo que tuvimos/Porque no queda salida/Porque pareces dormida/Porque buscando tu sonrisa estaría toda mi vida”.

Ya ven que les quería hablar del debate del Estado de la Nación, o de las becas para ricos de Ayuso y al final, por cuestiones técnicas, hemos acabado con las cosas de los rodríguez. Así son las cosas del verano. Feliz veraneo.

Ayer comencé a escribir las primeras líneas de un artículo. En ese cruce de caminos frente al ordenador no tenía el tema principal muy claro. Lo mismo me venía como eje central las cosas del Debate de la Nación, que las becas para ricos de la señora Ayuso, que el asunto de aquellos rodríguez de los veranos antaño. Así que escribí esas primeras líneas hablando de aquellas voces que democráticamente estaban en contra de la ley de la Memoria Histórica, que se acababa de aprobar, y que recordaban a su España Grande y libre, mientras yo me acordaba de aquella paga del 18 de julio, que pocas veces cobré, y de aquellos demócratas que entonces que por doquier brillaban por su ausencia. Los demócratas de aquella época eran unas auténticas joyas de arte que cabían en la sala más pequeña del Museo del Prado. Muchos, creo, que han perdido la memoria; ni siquiera se acuerdan de que entonces los demócratas era una rara especie allende de los Pirineos.

El caso es que hoy quería continuar el artículo que ayer dejé en el ordenador. Y hoy al abrir ese documento no existía. Lo cerré sin guardar. Así que le voy a hablar de aquellos rodríguez que cobraban pagas extraordinarias de 18 de julio. Ciertamente los recuerdo, en aquellas calurosas noches veraniegas, en aquellas ciudades vacías, como tipo muy pesados que se querían comer el mundo en unas noches. Salían al caer la tarde maqueados, mientras sus santas descansaban con los niños en la playa, y recalaban en aquellos bares nocturnos y discotecas como gavilanes, con vuelos de donjuanes. A estos rodríguez se les avistaba antes de aterrizar en aquellos antros, desde que el director de cine los había fotografiado en su película de 1965: 'El cálido verano del Sr. Rodríguez'. El mismo Lazaga volvió a la carga con otra película en 1975: 'Tres suecas para tres rodríguez'. Y fue para tanto el asunto de estar de rodríguez o quedarse de rodríguez, que hasta la RAE tuvo que admitir esa de acepción de “rodríguez”, con minúscula con la siguiente definición: “Hombre casado que se queda trabajando mientras su familia está fuera, normalmente de veraneo”.