Los recientes movimientos en la izquierda española son las réplicas a la presentación de la candidatura de Manfred Weber a la presidencia de la Comisión, victoria en el Parlamento Europeo mediante. Como ya anunciamos, las europeas serán el tempo que marcará la legislatura por muchos motivos. En Europa se deciden las políticas del futuro: las estrategias de movilidad, las respuestas a los desafíos del clima y otras tantas cuestiones que serán impulsadas desde allí.
Las europeas de 2014 marcaron el inicio de Podemos como un partido político rompedor, en aquellas yo aventuré que sacarían el escaño; me equivoqué, arrasaron. Las elecciones de 2024 se plantean por Podemos como vuelta al origen, aunque los tiempos hayan cambiado. La ruptura estaba cantada desde el inicio. La negociación a cara de perro entre Sumar y Podemos en las pasadas elecciones generales dejaron cinco diputados de Podemos: por Madrid, Barcelona, Murcia, Granada y las Palmas. Temiéndose la ruptura los negociadores de Sumar intentaron asegurar la disciplina de Podemos en la coalición a través del reparto de fondos, ni por esas. Compromís señala que la hoja de ruta estaba escrita desde el inicio. Si es así, los regates y las zancadillas han sido en corto, pero con la mirada larga.
Podemos cuenta con menos seguidores ahora, pero muy ruidosos en redes. El relato del martirio – judicial y periodístico – será la clave con la que intentarán posicionar a su candidata en las elecciones europeas: ¿Irene Montero? En contra, tienen la trituradora de carne en la que se convirtió el partido. La exacerbación de la política aprendida de las dinámicas tradicionales del ala izquierda española se repite: por un lado, conmigo o contra mí, lo que explica el incesante goteo de perfiles vetados dentro y fuera del partido; por el otro, si el juguete no es mío lo rompo.
Es imposible saber qué pasará en el futuro. La división en la izquierda y la pelea por las europeas es posible que asegure un escaño a Podemos, aunque también es viable que, en la carrera, se acabe rompiendo el ala izquierda y nadie pueda decirnos si esto traerá efectos colaterales. En este caso, estarían en juego las europeas y el futuro del actual Gobierno. Los líderes de Podemos hacen malabarismos con fuego por su supervivencia: sus críticos la llaman pyme; sus seguidores, la verdadera izquierda… ¿Cuántas llevamos? Nadie puede decirnos si la tensión resultante podría ser la espoleta que haga caer al Gobierno. Este querrá hacer políticas de izquierdas, con una mayoría de la cámara de derechas y las votaciones habrán de ganarse partido a partido.
En la presentación de Sumar en Murcia, Yolanda se encontró con que Podemos vetó a una parte de la sociedad civil con la que ya no se lleva o que no está a su servicio; a sus propios compañeros de partido y, al parecer, también a cualquier aliado natural que pudiera hacerle sombra. Gracias a eso Podemos ganó un diputado con los votos de Sumar. Curioso.
Hay quien dice que en Murcia el viejo Podemos quedó herido de muerte con la salida adelantada de Óscar Urralburu y María Giménez, entonces diputados. Las prisas de Iñigo Errejón por crear su partido aceleraron la ruptura. Sin embargo, la tensión regional madrileña rompió el futuro de la voluntad federalista regional. En el famoso Pacto del Turia no estuvo Más Región y como otros Más ha decidido aceptar la doble militancia. En consecuencia, acabarán disolviéndose en un Sumar que todavía tiene que constituirse en la Región de Murcia.
Sin embargo, la definitiva muerte de Podemos fue el producto de la gestora que quedó tras la salida de Urralburu. Esta aplicó metódicamente la política de tierra quemada con los afines y cercanos a la dirección saliente. Viejas tácticas, misma historia. El nuevo Podemos era una parte de IU. Nada extraño si tenemos en cuenta que el diputado Sánchez Serna que quedó a la cabeza de la gestora venía de la misma organización y cultura política.
Los efectos, sin embargo, no solo se notaron en Podemos, sino también en IU. La tensión entre la organización municipal murciana, que se deja querer por Podemos mientras aplaude en Madrid al comité federal, y la regional es un hecho. La influencia de esta situación llevó al pacto de IU con Podemos, rechazando uno anterior con Más Región. El acuerdo entre ambas formaciones repetía algo que no es extraño, una letra parecida a otro que la misma IU había firmado en uno de sus partidos municipalistas, Cambiemos, aunque allí la rotación de concejales prevista jamás se respetó.
Las expectativas de ver cumplido ese pacto hacen que IU Regional no termine de criticar la salida de Podemos de Sumar. Sin embargo, ¿qué incentivo tiene Podemos para ceder el escaño en la Asamblea Regional? Darle visibilidad a una fuerza política que será su competidora en las elecciones europeas, porque no olvidemos que IU forma parte del gobierno de la nación gracias a Sumar y en él seguirá después de las europeas. Todo ello, sin olvidar, lo que sucedió con la candidata de Más Región/Equo, primero en la Asamblea y más tarde durante el debate televisado de las elecciones. Este tuvo que ser suspendido por la negativa de la diputada de Podemos de ceder su turno de palabra tal y como había acordado la Junta Electoral.
Sumar lo tiene difícil en Murcia. Su única solución es emplear, como ha hecho Podemos, las elecciones europeas como palanca de cambio. Que Sumar llegue con una cara nueva e interesante de la Región al Parlamento Europeo. Una cara que sea capaz de unir las fuerzas diversas tras su elección como eurodiputada y desde la visibilidad que da la Unión Europea construya un espacio en los tres años que quedan de legislatura porque se juegan un diputado para el ala izquierda en las próximas. Murcia es un cromo, lo que no tengo claro es si alguien piensa en él.
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